31 Octubre de 2019 11:05
"Las historias no siempre terminan con un moño, en la vida real muchas terminan con un nudo", le dijo Lucía (Delfina Chaves) a Bruno (Albert Baró). En efecto, una de las parejas protagónicas de la tira atraviesa en este momento un complejo triángulo amoroso que divide pasiones en los fans, pero que al mismo tiempo resalta los matices del empoderamiento femenino. Carolina Aguirre, guionista de Argentina, tierra de amor y venganza junto a Leo Calderone, dialogó con BigBang y explicó la decisión narrativa detrás de la incorporación de Francesca (Malena Sánchez). Paso a paso, el desarrollo de los personajes femeninos de ATAV, la vigencia actual de los cánones patriarcales que las atravesaban en 1940 y, claro, cómo decidieron cerrar la trama. Todavía quedan cerca de cincuenta capítulos, pero el final ya está escrito. En efecto, la guionista se encuentra en Japón y, pese a la diferencia horaria, tuvo la deferencia de sumarse a la entrevista.
La evolución de Lucía, tras el sometimiento de Torcuato: "Una vez que una mujer abre los ojos, no los vuelve a cerrar más"
La primera etapa tenía que ver con engaños y una inocencia de Lucía como protagonista. Parte de su arco dramático era no saber nada del mundo, de que la casaran como si fuese una cosa; de que le dijeran 'este marido es bueno para vos', de no poder tomar ninguna decisión sobre su vida. Prácticamente la vendieron igual a Raquel (el personaje de la China Suárez), como un bien de uso, un bien de cambio: no había ninguna diferencia. De hecho, hoy en día el patriarcado nos sigue dividiendo entre prostitutas y esposas. Cuando dicen 'chicas para acostarse' y 'chicas para casarse' están hablando de eso. Básicamente porque están determinando cómo usan nuestros cuerpos: si como incubadora o como señoras que les planchamos las camisas, los atendemos y les cuidamos a los chicos mientras ellos desarrollan sus carreras. Del otro lado, objetos de deseo, femme fatales o mujeres que despiertan su pasión y no se dejan arrastrar por la rutina y los problemas de los chicos.
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En la segunda etapa, era imposible que Lucía volviera una vez que abrió los ojos -y lo sabemos todas las mujeres que hemos transitado el feminismo durante muchos años- no los puede volver a cerrar. Ya está. Ya sabe quién es quién. Ya sabe cómo son las cosas. Ya sabe cómo se comporta un macho controlador, ya sabe el rol que ella ocupa en la sociedad, ya escribió un libro (en el que denuncia cómo su marido, interpretado por Benjamín Vicuña, hizo su fortuna traficando mujeres), ya entendió que todas las mujeres, las prostitutas, ella; las de clase baja, las de clase alta en realidad no tienen ningún derecho. Ya entendió todo. Lo único que la puede separar de Bruno es si, en ese tiempo (el salto temporal de dos años), él tomó un compromiso de lealtad y de responsabilidad afectiva con otra persona.La disyuntiva de Bruno con lo que siente por Francesca: "La lealtad también es una forma de amor"
Bruno puede amar mucho a Lucía y la puede amar y lo puede decir, pero él tiene un compromiso de lealtad con Francesca. La lealtad también es una forma de amor. Hay que dejar de desmitificar el amor romántico como la única forma de amor posible. No es que no la quiera a Francesca y va a haber muchas escenas de esto al respecto. No es que él no la quiera a Francesca, la quiere de otra manera; con el respeto y con lealtad. Sucede como cuando vos ves a alguien y decís: 'Esta es la compañera que yo quiero para el resto de mi vida'. La mina que está dos años bancándome y yéndome a ver todos los días a la cárcel. La que se aguanta todo, la que está conmigo incondicionalmente. Él querría amarla profundamente y, por otro lado, tiene una deuda de lealtad.
Francesca y la difícil balanza entre la emoción y la razón: "Lo que siente no son celos"
Que ella en algunos momentos se ponga celosa, que no creo que sean celos; es una forma muy precaria de decirlo. Francesca siente un tironeo entre lo que ella sabe, como mujer inteligente que hay cosas que no debería sentir, ni molestarle. Pero es muy difícil para una mujer estar enamorada de un hombre y encontrarlo durmiendo en una cama abrazado a su ex mujer y cantándole a su hijo. Es difícil, ese es nuestro trabajo como guionistas: ponerlos en situaciones difíciles en las que se tenga que develar la verdadera esencia del personaje.
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Eso no quiere decir que en cuestiones trascendentales como las de salvarle la vida (a Lucía) o publicar el libro, ella no sea feminista. Ella no anteponga su persona, sus deseos personales, su opinión o lo que sea para bancar a alguien de su género que está sufriendo las mismas cosas que sufre cualquier mujer que vive en un sistema patriarcal. Es normal que el espectador que recibe esto todavía no entienda esta dinámica y diga: "¡Francesca se pone celosa! Cómo arruinaron el personaje". Es difícil de entender porque es muy nuevo, está un poco adelantado a lo que es la televisión. No es mérito mío, lo decidimos todos en conjunto en PolKa. Nos parece interesante plantear los límites.
Los otros personajes: el complejo arco que componen Alicia, Libertad y Anna
Entre todo el arco que hicimos Francesca, Alicia (Mercedes Funes), Libertad (Virginia Innocenti), Ivonne (Andrea Frigerio), Carmen, Lucía, Raquel; ocupan todas las variantes que podían encajar en el sistema patriarcal desde 1938 hasta ahora de las mujeres.
Lucía: la chica linda, privilegiadísima, que se supone que lo tiene todo y que le va bien en el sistema patriarcal, pero que es vendida por su apellido o porque les conviene para casarse. Raquel: la que es hermosa, pero es pobre y es vendida como prostituta. Alicia: la que sufre porque no encaja en el canon, como encajan Lucía y Raquel, y creen que del otro el lado el pasto es mucho más verde y en verdad es un desastre. Anna (Candela Vetrano): es otra que sufre porque no encaja en el canon. Francesca: no sufre, está más allá de eso, pero sufre de alguna forma porque tiene un pie en un lado y en el otro. Por un lado ama y por el otro quiere poseer; quiere tener una vida junto a esa persona, pero por el otro lado tampoco quiere rebajarse y ser como su hermana o ser como otras mujeres que ya ha visto y que le causan vergüenza.
Ivonne y el dilema de las mujeres de los abusadores: "¿Son socias o las primeras víctimas?"
Es una víctima, que parece una victimaria, pero que no deja de ser una víctima. Es muy típico con las esposas de abusadores, que todo el mundo les dice de todo y uno se pregunta: ¿la esposa es la socia o es la primera víctima de todas? ¿La primera engañada? ¿La primera estafada emocionalmente? Son debates que nos parecían interesantes dentro de la novela.
El final ya está escrito: "Se va a resolver de una manera justa y linda para todos"
Por otro lado, para que termine la novela faltan cincuenta o sesenta capítulos y van a pasar muchas cosas, muy distintas todavía. Va a pasar mucho. La trama se va a resolver de una buena manera, de una manera justa y linda para todos; buena para todos. Eso es lo importante de los finales, que sean lógicos. Inesperados, pero lógicos; inesperados, pero posibles. Sorprendentes, pero algo que vos digas: 'Esto podría haber pasado en este universo'. Hay que tener paciencia y dejar de hacer elucubraciones todo el tiempo. Es re lindo y gratificante tanto para Adrián (Suar), para el productor, para los directores, los actores e incluso para nosotros es súper gratificante, al contrario de lo que creen los fans, que les agarren esas vehemencias, que se enojen con los actores. Quiere decir que funciona, que hicimos bien nuestro trabajo. Incluso cuando se enoja porque están separados y dicen 'no miro más la novela' y la novela sigue subiendo de rating. No funciona así: si te diera lo que creés que querés doscientos capítulos con ellos juntos tomando helado y mirando la pared te aburrirías un montón.