Por una charla entre dos de los artistas más reconocidos de la escena urbana nacional (Rei y Duki), Maximiliano “Bandido” Villalba tuvo la oportunidad de llevar sus composiciones a otro nivel. En su canal de YouTube dejó una canción el 13 de enero de 2021 ("No me conocen") y en menos de un año se volvió tendencia: los Djs no paraban de pasar su tema de "reggaetón West Side" en sus famosas sesiones online en medio de la cuarentena por la pandemia de COVID-19, en su barrio de zona Oeste de Buenos Aires de donde es oriundo (González Catán) le festejaban la letra y la melodía pegadiza, pero no fue hasta que sus colegas lo empezaran a compartir y cantar en sus redes sociales que el tema que arranca con unas palabras que demuestran su sello único y romántico, se transformara en un hit mundial.
Hizo un remix de la canción en junio con Duki, Rei y Thiago PZK y cosechó más de 270 millones de reproducciones. "En la música argentina actual hay mucha más unión. No me conocen, tomó relevancia, obviamente porque a los pibes les gustó y lo empezaron a compartir, pero pienso que en el reggaetón nacional gracias a que en ese momento salió el tema, creo que hay un antes y un después por la canción. Cobró mucha importancia", contó en una charla con BigBang.
El joven de 28 años de Villa Dorrego, en menos de cuatro años pasó de escribir canciones con DJs reconocidos como Fer Palacio y Alan Gómez, y de hacer sus canciones sin poder grabar por no tener equipos en su casa más que una computadora, a vivir de la música escribiendo letras que tienen "un lado romántico, un lado turro y un lado hiphopero".
"Yo venía haciendo música por amor pero no me dedicaba a eso de lleno. Sino que trabajaba con mi viejo en carnicería. Había lanzado varios géneros antes, primero r&b, después bumbap, después trap y después reggaeton. Éste último es el que funcionó y ahora seguimos por acá", cuenta el cantante que se lanzó con su primer EP llamado "Turromántico" en el que cuenta vivencias del barrio y algunos amores que probablemente estuvieron influenciados por las largas charlas que le gusta compartir, mate de por medio, con sus amigos y familiares. Estos dos pilares, sus vínculos y su relación estrecha con experiencias del partido de La Matanza, son quizás "las raíces de su amorío con la música", como él le gusta contar.
¿Un padrino te regaló tu primer instrumento?
-Es cierto. Yo tenía una falencia que no podía hacer actividad física porque tenía un soplo en el corazón. Mi mamá tiene 10 hermanos, esos 10... ¡levantás una piedra en el barrio y sale un pariente mío! (risas). Todos jugaban al fútbol o hacían algún deporte y yo no podía porque hacía media cuadra y me agitaba. Entonces mi padrino me trajo el guiro (también conocido como “el rayador”), empecé a tocarlo, y así como ahora es el trap y freestyle, en mis tiempos era la cumbia. Cada dos casas había alguien que intentaba hacer cumbia, que tocaba un teclado. Empecé al toque después a los 11 a tocar en La Tropa Cumbiera, estuve en Pasión de Sábado varias veces porque formaba parte del grupo.
¿Es cierto que una vez te tocó salir a reemplazar al cantante en Pasión de Sábado?
-En el ensayo había faltado el cantante y yo prestaba atención a todo. Desde dónde se ponía el teclado y cómo funcionaba todo en la banda. Ninguno se animaba a cantar y propuse hacerlo yo. “Yo sé las canciones”, les dije. Se empezaron a reír porque era un enano de 12 años, pero me mandé y canté. Hice todo el show. Les llamó la atención que hice hasta las pausas, las animaciones... Si era por mí, cantaba, bailaba y hasta tocaba el teclado en el aire. Yo quería estar ahí. En ese momento se me despertó la idea de cantar, porque antes mi sueño era aprender a tocar el teclado pero no sé cómo fue esa situación que me nacieron las ganas.
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Después de esta gran exposición, ¿por qué recién te lanzaste en pandemia con tu música?-No estaba en planes lo que me pasó. Cuatro años atrás estábamos haciendo milanesas para vender en Quilmes, trabajando en carnicería con mi viejo. Me hubiese lanzado antes, pero creo que el encierro me despertó. Fue como un chispazo. Me quedé pensando en millones de cosas. ¿Si vuelve a pasar algo peor? ¿Me quedo con las ganas de no cantar? ¿Me quedo con las ganas de no cumplir mi sueño? Me había propuesto escribir un mínimo de dos canciones por día. Estaba re cebado. No tenía para grabarme, solo la computadora. Me acuerdo de intentar ir a grabar y no se podía. Me encerraba en el baño y lloraba porque no podíamos salir. Anterior a eso tenía en mente grabar unos videos y salir, pero se había anulado todo. "No me conocen" salió de esta lista.
Con tu primer EP "Turromántico" marcaste un distintivo en la escena nacional, ¿de dónde viene esa idea?
-Son muchas mezclas. Mi familia es muy importante en lo que yo hago porque, por ejemplo, el lado romántico... mi mamá me torturaba con la música romántica. Se levantaba y ponía cumbia: Caricias, Los Alfiles, Leo Dan, Leonardo Fabio, Los Pasteles Verdes, Leo Mattioli. Todo eso me quedó, pero al mismo tiempo yo me crié con Supermrk2, Damas Gratis y otras que eran todo lo contrario. Después conocí el Hip Hop por Vico C. Lado romántico, lado turro y lado del hip hop (risas). En “Turromántico” quise soltar esas vivencias que también están influenciadas, por supuesto, de las juntadas a tomar mate y a charlar con mis amigos para que me cuenten su día a día. Todo eso lo trato de registrar mentalmente y voy por eso en las canciones. Me desahogo ahí.
¿Podrías decir que el mayor sueño que tenés es ver a tu familia feliz?
-Son mi cable a tierra. Todo lo hago por ellos. Hoy en día mucho más porque soy padre y estoy más apegado a mi familia. El mundo de la música es muy complejo. Es un carrousel de emociones que si te dejás llevar te marea y tenés muchos desniveles. Ellos son quienes me dan energía pura. Cada cosa que me fue pasando son metas que fui cumpliendo como artista, porque el sueño mío es que mi familia esté feliz.