Hace algunas semanas, el nombre de Bárbara Di Rocco trascendió aún más que lo habitual por romperla todas las semanas en la obra Sex, que dirige José María Muscari. La actriz, escritora y activista trans decidió exponer los mensajes de odio que recibe en las redes sociales y darle visibilidad a la violencia patriarcal aún imperante en la sociedad.
Muchos de estos ataques, además, provienen de usuarios a quienes les preocupa que una mujer trans sea autora de dos libros infantiles para enseñar Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas. En diálogo con BigBang, Barbie habló de su difícil pasado en la calle, su alegre presente como artista y su prometedor futuro, con muchos proyectos por delante.
Estás incendiando a todos...-En realidad es algo de todos los días. Las redes medio que son una cloaca, si bien también es cierto que tenés gente que te tira buena onda. También hoy son como una especie de Linkedin, ¿no? Donde la gente te ve y ahí te puede contactar hasta para un laburo, te pueden salir oportunidades, canjes y miles de cosas más. Pero cuando te exponés también pasan este tipo de cosas. Tenés el lado positivo, de la gente que te banca. Y hay gente que -sin conocerte- ataca directamente al género. O sea, transgrede todo eso que sos, que hacés, que no hacés, que pensás, y van derecho a lo más básico de lo básico. Y es eso: la agresión de si sos mujer, si no sos, si sos trans, si tenés, si no tenés. Hasta el día de hoy, es increíble, pero pasa mucho.
Escribiste libros infantiles sobre la ESI y ese fue el disparador de muchos de los mensajes de odio que recibiste y expusiste...
-Sí. En realidad son comentarios que se reciben sobre la ESI en general. Hay gente que se opone de entrada. Ya de por sí, imaginate que le dicen a esa gente que una persona trans que escribe libros infantiles, va a ir al colegio a enseñarle. Ellos creen que vamos a enseñar el Kamasutra y para nada. Yo no hablo jamás de sexualidad, jamás de corporalidades; sí de respeto a la diversidad, que cada uno elija lo que quiera hacer y que se respete quien quiera ser. No es que estoy incentivando que todo el mundo sea algo que no es. No, al contrario. Que cada uno sea libre como quiera ser. Traté de buscar, entre los comentarios negativos, cuáles eran los que más reflejaban el odio, como para demostrar. Tengo una carpeta que se llama bowling.
También tenés comentarios positivos...
-Llena. Estoy llena de comentarios positivos y es lo que me motiva a mi a seguir con las redes. Hay días que me dan ganas de cerrar sesión y chau. A mí me motiva la gente que me escribe, chicas trans que recién arrancan la transición y me dicen: 'Mira, no sé por dónde ir, no sé qué hacer'. Chicas que me han dicho: 'Me puse las tetas gracias a vos'. Y yo digo, ¿cómo hiciste? Porque hay toda una cuestión de burocracia detrás de la Ley de Identidad de Género, para que las chicas accedan en la cirugía. Y terminás mandando una carta a un abogado, y esa carta ya está escrita, porque ya sabemos que todas tenemos que recurrir a esa carta (las que realmente quieren acceder a la cirugía). Entonces, esa carta es la que facilita a intimidar a la obra social a que responda. He reenviado esa carta, que me la reenviaron a mí desde un grupo de mujeres trans que se armó en Facebook. Son como una red de ayuda y contención, que tenemos varias. No es que estoy yo sola, somos un montón y estamos tratando de dar una mano en lo que podemos.
Son como una red de ayuda y contención, que tenemos varias. No es que estoy yo sola, somos un montón"
¿Cómo fue? ¿Cuándo descubriste tu género?-De toda la vida, yo creo que desde la infancia son las primeras manifestaciones que tenés. Si bien hoy en día se debate que una muñeca, un pantalón o una pollera no tienen género. En ese entonces, esas cuestiones de lo prohibido del género eran lo que a mí me atraía. La pollera me atraía, me atraía la muñeca. Me atraían todas esas cosas que desde lo prohibido ya de por sí te generaban una intriga, pero que me respondía más a lo que me gustaba. No me gustaba el autito. Eran las primeras señales que entendés. El problema es el entorno de alrededor, que no lo comprende, y que tampoco en ese entonces había información. Era una cuestión de adivinar en vos misma qué te pasaba y qué no.
Te escuché hablar de que tu papá veía a Cris Miró la tele...
- Sí, mis tíos también. Y decían 'qué minón', 'parece una mujer este, no parece un hombre'. Y ahí ya me generó intriga. Sí, después cuando mi papá veía a Flor de la V en la tele la apagaba o cambiaba de canal.
¿Hoy cómo vivís esa realidad con tu familia?
-No hay contacto. Mi mamá falleció, con mi papá no tenemos una relación. No es ni buena ni mala, no hay una relación. Hubo un distanciamiento muy grande cuando yo comencé mi transición. Muchas discusiones cuando yo vivía todavía en tu casa. Me puso un cartel en la puerta que decía 'el viernes te vas'. Todavía lo tengo guardado. Y con lo poquito que tenía encima, me tuve que venir para Buenos Aires con una mano atrás y otra adelante.
Con mi papá no hay relación. Un día me puso un cartel en la puerta que decía: 'El viernes te vas'. Todavía lo tengo guardado"
¿Pudiste perdonarlo?
-Yo perdono. Pero no olvido diría Mirtha (Legrand). Era una etapa fundamental para mí. Y la pasé muy mal. Sentí que no había necesidad de pasarla mal, que con un apoyo de un padre no la pasaban tan mal, ¿no? Que te mande aunque sea 100 mangos, 200 mangos, me hubieran salvado de situaciones que fueron las que terminé viviendo por este tipo de rechazo.
Cuando yo llegué a Buenos Aires entendí, porque ahí fue donde empecé a trabajar en la calle, cuando justo estaba en plena transición. No tenía trabajo. Me acuerdo que fui a buscar en un bar de Congreso donde decía 'se solicita que limpien el baño'. Y me habían dicho que no. Yo no sé si fue porque estaba en plena transición, y no era la Argentina que es ahora, que hoy en día quizás vas a un café y hay una chica trans. Todavía siguen siendo cosas de servicio, no estamos viendo trans en grandes puestos, que es por lo que yo peleo y lucho.
Para ser claro, era una época en donde la prostitución parecía ser uno de los pocos lugares para sostenerse de alguna manera
-Es que era la única alternativa. Siempre decimos que es el SPPC: showceras, putas, peluqueras o costureras. No salíamos de ese rubro, y hasta el día de hoy siguen siendo. Pero, de a poco, con la lucha que hicimos con el cupo laboral trans, que fue espantoso tener que pedir en un Congreso que se nos dé trabajo obligadamente. Y ni siquiera así se cumplió.
Todavía no estamos viendo trans en grandes puestos, que es por lo que yo peleo y lucho"
¿Cómo fue tu experiencia en la calle?
-Era fuerte. Por suerte yo conocí un grupo de chicas que hasta el día de hoy siguen siendo mis amigas. Es más, el sábado fueron a verme a Sex. Era un grupito que como que me refugió ante tantas chicas que había, que había buenas y había malas. Muy malas. Hace poco, Santiago Maratea hizo una colecta para un grupo que en ese entonces salía a cagarnos a cadenazos si no le pagábamos una comisión. Yo siempre digo que no todo lo trans es bueno, porque si no es como que creemos que somos todas cariñositas y no lo somos. Y la colecta era como que 'hay que ayudar a las chicas trans'. Pero bueno, ¿qué chicas trans? ¿Quiénes son estas chicas trans? ¿Quiénes eran las que comandaban en ese entonces? Que hasta el día de hoy estaban vivas y después se las veía abrazadas a Santi Maratea y las chicas me escribían: 'Si supieran que esta me cagaba a palos'.
Hace poco, Santiago Maratea hizo una colecta para un grupo que en ese entonces salía a cagarnos a cadenazos si no le pagábamos una comisión"
En el libro que hice que se llama 'Atigrado', cuento de un pobre gatito que se va de un pueblo, que quería ser un tigre. Como hablando de una manera muy camuflada de la transición, todo lo que le pasa a este pobre gato cuando sale del pueblo que lo echan. Y que se viene a vivir a un pueblo medio fantasma y esos mismos tigres en los que él se quería convertir, se lo quieren comer. Entonces, hablo de esto, de llegar a una zona roja donde las mismas que estábamos trabajando ahí te querían comer, sacarte la plata que tenías. Había situaciones muy feas, pero dentro de lo que fue el grupo que por suerte me tocó pude sobrevivir. Dentro de todo era como una escuela, como un recreo. Teníamos nuestros horarios en los que nos íbamos a comer, anécdotas muy lindas.
Me imagino que habrá oficiado también como una experiencia fuerte por donde se la mire...
-Trato de tomarlo como lo que fue: un aprendizaje, lo que me tocó vivir. Que sé que no quiero que siga pasando más, pero sigue pasando. Por eso hasta el día de hoy vos vas a los Bosques de Palermo, a Constitución. En toda la Argentina hay zonas rojas. No hay una sola provincia, no hay un sólo pueblo que no tengo una zona roja. No es que esté mal que esté, pero ¿cuántas que están ahí porque quieren y lo eligieron? Hasta el día de hoy hay noches en las que estoy tan cansada que agarraría la cartera y me iría a la calle un rato a agarrar unos pesos. No es esa vivencia la que se cuestiona, sino lo contraria, que no tenés para comer y es eso o nada.
En otra entrevista hablamos del caso Jey Mammón y me dijiste que hay mucha gente que se escandaliza, pero que vos viste de primera mano lo que es la explotación infantil
- Cuando llegué a la zona roja, la primera chica que conocí tenía 15 años. Yo con mis 19 ó 20 en ese entonces, que creía que me estaba yendo mal. Imaginate esa chica que trabajaba desde los 13, 14, para pagarse su fiesta de 15. Y lo logró, lo pudo hacer.
Para que dejemos esto en claro: al día de hoy hay menores ejerciendo la prostitución...
-Pedofilia absoluta. De la cual estoy completamente en contra. Pero, ¿qué se está haciendo por esto? Alrededor del país, ¿cuántas chicas trans, mujeres, niños hay parados en la calle por la necesidad? No hace falta estar en una zona roja, los mismos trapitos que están parados en la esquina son víctimas de prostitución, por tipos de dinero que les ofrecen. Y entre el hambre y el dinero, claramente que eligen el dinero. Pero no es porque quieren, es porque no les queda otra. No es solamente en una zona roja, es en todos lados. Como se vio en el fútbol, como se da en la tele, en un montón de lados. Es como pagar derecho de piso en la vida. La vulnerabilidad te pone en ese papel de tener que venderte por algo.
No hay una sola provincia, no hay un solo pueblo que no tengo una zona roja. No es que esté mal que esté, pero ¿cuántas que están ahí porque quieren y lo eligieron?"
¿Cómo es trabajar en Sex?
-Es muy lindo. Es divertido. Es medio kinky, medio morboso también. Porque tiene esto de que tenés que interactuar con tus compañeros constantemente y fingir atracción. Y después al final te atrae de verdad, ¿no? Y lo decimos cuando termina el espectáculo: lo que pasa en Sex, queda en Sex. Tratamos de que quede ahí. A veces nos divertimos mucho con los compañeros, jugamos y esos jueguitos nos suben un poco el tono. Pero nos reímos mucho. Igual, la calle, la zona roja, me permite jugar más en Sex. Porque hay como una especie de entrada, de desfile. Y hay que ponerse una tanga y pasearse entre 40 y 50 personas que las tenés sentadas donde te pueden ver el último pelo que te puede llegar a salir. Y encima hay que interactuar con esa gente. Me hace acordar a cuando me prostituía en Cocodrilo, que iba mesa por mesa a hablar con los clientes, a ver si alguno me llevaba. Acá es sacarle una sonrisa nada más, no es pretender otra cosa.
¿Tuviste alguna situación de rechazo?
-No. Tenemos todas la misma situación de "jeropas" a los que hay que frenarles el carro, los que filman a escondidas y hay que avisarles 50 mil veces, porque para ellos es: 'Y bueno, si está desnuda, está en tanga, me vino a tocar el el hombro y yo le toque la cola'. Hay que estar avisando de que por más que sea así, hay algo que se llama consentimiento. No es lo mismo tocar un hombro que tocarle el culo a alguien. No habría que estar avisándolo, pero pasa.
Yo cuando llegué a la zona roja, la primera chica que conocí tenía 15 años y trabajaba desde los 23 para pagarse la fiesta de quince"
Es como una gran consolidación de esto que tus tíos decían cuando veían en Cris Miro, que decían 'qué minón'. Y hoy, los espectadores que van a ver Sex, te ven y dicen 'qué minón'...
-Sí, puede ser. Sé que han dicho comentarios básicos, medio primitivos. Un amigo me dijo hay un grupo de gente de su laburo que fue a ver Sex y hay uno que dijo: 'Hay un travesti que no sabés lo que es'. Yo me río, porque lo que yo escuché de mis tíos está pasando conmigo en el 2023. Hay cosas que no avanzamos, por eso digo que avanzamos, pero hasta qué punto.
Te deben envidiar del lugar en el que estás...
-Yo no lo veo así. Me lo dicen mucho y a veces sí hay envidiosas que te mandan cada cosa, que te putean porque estás rubia. Sí, la crítica siempre existe, pero yo lo tomo como admiración. Yo trato de generar en las demás una admiración. Yo siempre digo: cada una en su belleza, cada una en su rumbo. Pero no hay que querer ser esa persona, no es que yo quiero ser Cris Miró. Cris Miró era Cris Miró. Cada una hace de su vida lo que siente y lo que puede.
Trato de influir para bien en lo que se pueda y sé que estoy en una obra en la que estoy mostrando el culo, sé que lo único que hice en gran parte de mi vida fue trabajar en la calle, sé que no doy un gran ejemplo, quizás hablando para afuera, pero hay muchas que ven la resiliencia, y lo que yo realmente quiero en las comunidad trans, sobre todas las más chicas, es que no caigan en un montón de situaciones que caímos las más grandes, por decirlo así. Situaciones feas, de rechazo, sin trabajo, con necesidades, sin poder alquilar un departamento, sin tener que pagar el doble del valor sólo por ser trans, que era lo que me pasaba a mí. Sin haber inflación, en el 2010 -éramos cinco en un monoambiente- pagábamos todos los meses más caro, nos aumentaban mágicamente. Pero era eso o buscar otro lugar.
Al mismo tiempo, fuiste escritora. Escribías. Tenías la energía...
- No sé escribir bien, no soy ni profesional ni nada. En todo soy amateur: en actuación, en lo que estoy haciendo.
Tenés dos libros publicados, muy amateur no parece...
-Sí, capaz que ahora con el tercero dejo de ser amateur. Pero lo hago desde lo que me nace. Obviamente pido que me ayuden a corregir, que lo vean desde afuera para decirme si está bien o está mal. Y lo hago desde mi experiencia, desde lo que me gusta a mí. Cuando tengo situaciones que me dejan pensando, las escribo. Desde hace mucho, en la época de Fotolog ya empecé a escribir relatos y cosas.
Me acuerdo en San Nicolás de los Arroyos, que es de donde soy yo, me he cruzado con gente que me han dicho: 'No te conozco pero te leí y me gustó'. Relataba mis vivencias desde ese entonces. Hay gente que le gusta. Yo en mis posteos, me suele esmerar. Sobre todo en cuarentena, que fue un tiempo de mucho encierro, y donde la gente estaba muy atenta a las redes sociales. Era un momento para aprovechar mucho, tirabas una publicación y te subían 10 mil seguidores.
No me gusta que me digan mujer trans, soy de las reivindicadoras del término travesti"
Ese momento lo aprovechaba para educar en términos, de gente que todavía dice 'mujer biológica'. Entonces, ¿yo que soy mujer psicológica? No, está la mujer trans. Quizás, si no le gusta que le digan mujer, como en mi caso, yo soy de las reivindicadoras del término travesti. Me acoge, me siento bien con el término travesti. Y no me gusta que el mundo sea tan binario de hombre y mujer. No también están las travestis. Trato de reivindicar esa palabra y trato de que todo lo que me atraviese a mí sea reflejado para que la gente lo pueda leer y comprender sin ser trans, sin haber tenido siquiera una amiga trans.
Siempre planteo en las charlas de ESI o sobre mis libros, de cuánta gente nunca charló en su vida con una persona trans. Nunca tomó un mate con una persona trans, nunca compartió un lugar de trabajo. ¡Y es mucha la gente! Tienen esa intriga y cuando yo me quedo hablando se genera un silencio y vos decís 'me están prestando atención'. Entonces, hacía falta eso.
Al mismo tiempo escribiste tus primeros dos libros para niños. ¿Es como una apuesta a las futuras generaciones? Porque decís que hay persona que no se relacionaron con personas trans y no lo pueden procesar, pero estos chicos quizás tampoco la tuvieron pero sí pueden hacerlo...
- Sí, igual los materiales para chicos, más que para chicos son para grandes. Yo los libros los pienso más en los adultos que van a rodear esas infancias.
Pensás un libro que lo pueda entender un niño, pero para un adulto también.
- Los mensajes son más camuflados para adultos. Porque, en realidad, no habría necesidad de escribir mensajes así.
En términos de respeto por la identidad de género es como que los adultos somos niños, porque todavía no tenemos el aprendizaje, la madurez para entender...
-Exacto. Y no es que no hayan existido personas trans. Sino que en ámbitos sociales y laborales, las personas trans, décadas atrás estaban completamente excluidas. Era prohibido salir de día directamente en los 70, los 80, los 90. Eran detenciones por códigos contravencionales, causas de que estaban alcoholizadas y no lo estaban. Era cualquier excusa para llevarlas detenidas. Y cosas que siguen pasando hasta el día de hoy, sobre todo en las zonas rojas, que las quieren mover de su lugar porque se termina el narcomenudeo, pero no es porque una quiera caer. Sino porque de cada diez clientes que pasaban por la calle, ocho te pedían droga. Entonces se generaba. Esta compra venta de estupefacientes en la calle. Que quien termina cayendo es la travesti que está vendiendo con una bolsita en la cartera, en vez del narco, del dealer.
Que es quien le da la droga...
-Claro. O la misma Policía que cobra una comisión por eso.
También tenés proyectos lindos en camino. Fundamentalmente de un personaje que mencionamos acá que, quizás es, la primera travesti que revolucionó la Argentina, que es Cris Miró. Contanos eso.
-Creo que es la la primera travesti que generó empatía en la gente. Que hasta el día de hoy se la nombra y la gente la recuerda con amor y con educación, porque era tan educada. Y mirá que la bastardeaban, ¿eh? Que Carlitos, que esto, que la trataban como masculino, que a qué baño vas, y ella se las comía a todas con educación y respondía con una altura. La pinchaban.
Barbie Di Rocco, sobre los ataques transfóbicos que recibe: "Destilan odio contra las minorías"
¿Estás escribiendo sobre ella?-Estoy escribiendo un documental que se va a hacer a lo largo de este año, también sobre la visibilidad trans. Voy a hacer una muestra en el Cultural San Martín, en la que voy a estar como curadora, y voy a estar como guionista en la serie de Cris Miró, así que va a ser un año lindo.
- Venís estudiando el personaje desde chiquita.
-La vengo estudiando. Pero no solamente a Cris. A muchas. A Vanessa Show la tengo híper presente siempre. Y charlo mucho con ella por WhatsApp, muy seguido. Yo creo que es una Ella tiene una biografía muy interesante en la que dice que estaba en el Teatro montada como vedette y vinieron los gendarmes, la policía, los milicos en esa época, venían a buscar al maricón, 'quién era el maricón, quien era el maricón'. Y ella, tan en su esplendor, le dijo 'se fue para allá'. Es para hacer una película eso. Se va a reivindicar mucho en la muestra del San Martín que quiero hacer. Vanessa Show, Evelyn Pérez, que iba a protagonizar en ese entonces la película 'Mi novia él', que la protagonizó Susana Giménez, que al final la ponían disfrazada de hombre y no se entendía.
Tenés proyectos, tenés futuro, presente, y tenés este pasado que estuvimos hablando. Te pregunté si lo habías perdona a tu papá. La discriminación, ¿cuánto te pesa?
-Es convivir todos los días. Es una armadura que tenés que armar sí o sí. Así sea cuando apoyás la SUBE y le decís al colectivero dónde vas y te escucha la voz, y esa mirada que te clavan o cosificadora o que te juzga o que no le importa. Tenés tres opciones. Por lo general con los hombres. Me ha pasado en Sex, de espectadoras que me han venido a ver que me han dicho 'sos una genia, bueno, un genio, no sé qué sos'. Y vos decís, y eso que estamos en Palermo Hollywood. Imaginate en el Chaco, en Tucumán, en Salta, ¿sabés cómo las deben tratar? Horrible.
Hay chicas que están estudiando y los profesores no les respetan los pronombres, y eso que está la ley de identidad hecha ya hace 11 años"
Todas salimos con la armadura y a veces dicen 'ay, qué pesadas, se quejan, la transfobia no existe'. Hay que estar en la piel de una, para comerse y comerse. Hay chicas que están estudiando y los profesores no les respetan los pronombres, y eso que está la ley de identidad hecha ya hace 11 años. Hay muchas cosas que, hasta el día de hoy, no se respetan. Parece que no importan, no influyen. Y por eso protestamos y nos quejamos, y es esta armadura que nos armamos todas al salir a la calle. Ya abrís la puerta y ya te tenés que calzar un chaleco antibalas porque sabes que algo va a pasar, siempre.
¿Tenés esperanza de que esto en algún momento sea distinto y de que respeten la identidad de las personas?
-Esperanza muy esperanzadora no. Sinceramente no. Creo que va para peor esto. Creo que van a volver partidos políticos que van a querer quitar los derechos, ya se vio a Cynthia Hotton al lado de (Horacio Rodríguez) Larreta. No soy ni de derecha ni de izquierda ni me interesa, pero es una persona que en el debate de la Ley de Identidad de Género la tuve frente a frente, y las barbaridades que nos dijo.
No soy de derecha, ni de izquierda; pero creo que van a volver los partidos políticos que van a querer quitarnos los derechos"
Ni hablar del diputado (Alfredo) Olmedo, que nos íbamos a ir al infierno, que iba a venir el diablo. (Jorge Mario) Bergoglio, en ese entonces, ni te cuento. Porque el Papa es Bergoglio. A mí no me van a decir que ahora el Papa ama a las travestis, porque no te lo creo.
¿Vos creés en Dios?
-¿En Dios? No, creo en Cris Miró. No sé si hay un dios, puede que sí, puede que no. Lo veo como una historia como de fe, que hay que creer en algo que te puede llevar adelante. Me parece muy lindo el creer en algo. Pero creo que primero hay que creer en uno mismo, porque si vos crees que sin ese Dios no sos nada, no vas bien por ahí. Primero el dios tiene que ser una misma.