Hace exactamente 85 años, nacía uno de los íconos del rock internacional, su rey, Elvis Presley; dueño de un estilo único que sorprendió al mundo en la década del 50 por sus temas, su baile y su sensualidad. Sin embargo, con el correr de los años empezó a sufrir un lento, pero sostenido, deterioro por un cocktail de drogas y mala alimentación que terminaron con su muerte en 1977.
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El trágico desenlace fue el punto final de varios años en donde llevaba una rara rutina diaria. Desde despertarse a las 4 de la tarde, hasta ir al médico para una consulta de rutina a las 3 de la mañana, pasando por ingerir más de 12.000 calorías diarias, con la ingesta de hasta tres litros de Coca Cola.
Quienes más cerca estuvieron del cantante, por ejemplo tres de sus guardaespaldas, contaron que todo se intensificó después de su divorcio de Priscilla Presley (conocida por su papel en la trilogía de La Pistola Desnuda) en 1973. Varias de las escenas de esos años fueron retratadas en el libro “Elvis what Happend?”.
Los forenses encontraron en su cuerpo 14 tipos de drogas. Su médico personal, George Nichopoulos, en sólo los primeros ocho meses de 1977 le había recetado más de 10 000 dosis de sedantes, anfetaminas y estupefacientes. Sin embargo, su muerte no se dio, de acuerdo a la autopsia final de 1994, por una sobredosis sino que fue consecuencia de paro cardíaco, “súbito y violento”.
El último día del Rey
El 16 de agosto de 1997, Elvis se levantó de su cama a las 4 de la tarde. Tuvo un fuerte desayuno y realizó cerca de 15 minutos de actividad física. Sus 130 kilos de peso le hacían dificultoso que pudiera mover su cuerpo de 1,82 metros. Después de ir al dentista a las 11 de la noche, de intentar jugar al racquetball a las 5 de la mañana (cosa que no pudo por el rocío que había en la cancha que estaba en el patio de su mansión en Memphis) regresó a la habitación. Antes, había comido uno de sus sandwichs predilectos: el “Fool's Gold Loaf”.
Un pan hueco cocinado con mucha manteca encima, con un tarro de mantequilla de maní entero dentro combinado con medio kilo de panceta frita y mermelada de arándanos. Un festín de 8.000 calorías por unidad.
Cerca de las 9 de la mañana fue al baño antes de acostarse. Su novia en ese momento, Ginger Alden, le dijo que tuviera cuidado de no quedarse dormido en el baño, algo que ya le había pasado en otras ocasiones. Ella vio el estado en el que estaba el cantante, pero no pensó que fuera algo distinto de lo que sucedía todos los días.