Famosa desde que tiene cuatro años, pero aún sin un perfil laboral definido, Cande Tinelli vivió la mayor parte de su vida expuesta a las cámaras. A sus 32 años, la hija de Marcelo Tinelli y Soledad Aquino se abrió como nunca en una entrevista en la que habló de su dura infancia, el costo de la popularidad de su padre e incluso del frío presente que la mantiene alejada de su hermana mayor, Micaela: "La tengo bloqueada".
El disparador de la nueva interna del clan Tinelli fue la masiva ausencia familiar al show con el que días atrás "Lelé" -tal su apodo desde niña- presentó su tema Quiero verte. Consultada en redes por el faltazo masivo, la propia Candelaria reconoció: "Me da tristeza, pero respeto las decisiones del otro. Estuvo mi mamá y las personas a las que les importo de verdad. Eso ya es suficiente".
Horas después, Micaela haría su propio descargo, después de que un usuario en redes la acusara de haber priorizado viajar a Miami para asistir al debut de Lionel Messi, antes que apoyar la carrera musical de su hermana menor. "Este viaje estaba planeado desde hace bastante ya. Si no sabés cómo son las cosas realmente, please no opines".
Mientras que el conductor se mantuvo al margen de la polémica, "Lelé" cantó retruco en una profunda entrevista en Caja negra y reveló como nunca cómo es la relación con su hermana mayor. "Es la más pegada a mí, somos muy unidas. Así como nos llevamos bien, nos matamos. Ahora, de hecho, nos tenemos bloqueadas. Yo soy la que bloquea y la que cede después, porque no aguanto estar peleada, me parece una pérdida de tiempo. Mi hermana es muy orgullosa".
"Somos muy diferentes, ella es mi antítesis", reconoció de inmediato, al tiempo que sumó: "Siempre, pobre, tomó el rol de hermana mayor y tiene ese peso encima. Ella quiere controlar todo".
Consultada sobre cómo es el vínculo con el resto de sus hermanos (a saber: Francisco, Juanita y Lorenzo), la hija menor de Sole Aquino se mostró cariñosa, pero hasta ahí. También hubo dardos para ellos: "Siento que mis hermanos son... no sé si la palabra es reprimidos, pero son como más correctos. Igual nos llevamos re bien".
El lado b de ser la hija de Tinelli
"Crecí en un mundo de exposición que capaz no fue el que yo elegí, fue el que me tocó. No es que me parezca algo malo, para nada. Pero cuando uno es chico, cuando es adolescente; en el colegio, en la vida cotidiana, lo padece en algún punto"."Tuve seguridad casi toda mi vida. Dos policías me seguían atrás. Me iba de campamento (con el colegio), íbamos en el bondi en el medio de la nada y había un auto atrás. Todo el mundo decía: '¿Qué es ese auto?'. Y nada, era como un bajón. Como que me parece que en ese punto sufría, en ese tipo de diferencias, porque me daba vergüenza".
Ser la hija de "generaba algo en los otros", reconoció Candelaria, al tiempo que explicó: "Cuando venía mi papá a buscarme al colegio mis compañeros o los profesores se re excitaban. Era algo como que era inevitable. Salir a comer en familia y no se podía comer tranquilo sin que alguien viniera a pedir una foto. Me fui acostumbrado, pero sí sentía que era distinta. Siempre lo veía como algo malo hasta que de grande lo fui procesando y entiendiendo que era así y que estaba todo bien con eso".
"Me daba mucha fobia cuando tomaban lista en la facultad y nombraban mi apellido", recordó. "Todo eso me daba mucha fobia, me daba como vergüenza. Era como si fuese algo malo. Viste que en este país te hacen sentir que es algo medio malo que estés en ese lugar, que sos un privilegiado y que está mal eso en algún punto. Privilegiado más que nada en la situación económica".
El pánico al viejo piso de VideoMatch
"Nunca quería figurar mucho y me escondía, me daba mucha vergüenza. Para mí, el psio de Videomatch era miedo. Me quedaba siempre en el camarín o en el control. Con mi hermana éramos muy tímidas".
"Hay un video en el que mi viejo la corre a mi hermana hasta el baño porque mi herana no quería aparecer. Corre y corre, hasta que frena pobre en el baño y se mete él al baño también. Y eso fue como: 'No, listo'. A partir de ahí, dije: 'No voy nunca más, porque nunca sabés'. Es un miedo, es como un agujero ahí tipo: 'Ahhh, va a venir en cualquier momento'".
La pelea diaria por los trastornos alimenticios
"Sufrí anorexia. Un día decidí autocontrolarme. Controlar lo que comía, anotar las calorías. Me obsesioné fuerte, cada vez más. Me pesaba todos los días. Me encantaba que me dijeran que estaba flaca"."Hasta que en un momento se empezó a poner muy jodido. Ahí vino mi viejo y me dijo: '¡Al médico!'. Porque esto me duró muchos años. Me dijo: 'Si no te tratás, yo te voy a internar o te voy a poner un acompañante terapéutico'. Y yo dije: 'Me mato'".