Parte del público teatral argentino conoce la historia que da forma a Casa Valentina, obra dirigida por José María Muscari. En ella, un grupo de hombres heterosexuales se reúne en secreto para dar rienda suelta a su pasión oculta: vestirse de mujer.
El elenco de Casa Valentina, obra dirigida por José María Muscari.
Basada en la puesta del mismo nombre que el estadounidense Harvey Fierstein estrenó en 2014, el argumento esconde una inspiración real de la que pocos están al tanto.
Medio siglo atrás, el cross-dressing (es decir, el hábito de usar ocasionalmente ropas del sexo opuesto más allá de la orientación sexual) era una costumbre escandalosa que podía costarle a la persona que lo practicara su matrimonio, su trabajo y su prestigio social.
Fue para desafiar esa barrera que un grupo de hombres comenzó a reunirse a principios de los años '60 en un apartado complejo de cabañas en Hunter, un pueblo montañés del estado norteamericano de New York.
Un lugar libre y seguro
El espacio, Casa Susanna, tenía como dueños a Tito Valenti y su esposa Marie, quienes bautizaron el lugar con el nombre que él solía usar cuando se calzaba ropas femeninas.
Tito Valenti, caracterizado como Susanna, en su refugio.
Ninguno de los hombres que comenzó a asistir a las reuniones se definía como gay: sólo buscaban un ámbito de libertad y comodidad para sacar a relucir sus vestidos, pelucas, zapatos de taco alto, carteras y guantes.
Los hombres que asistían a Casa Susanna eran, en su mayoría, profesionales y estudiantes.
Entre los habitués de Casa Susanna había, entre otros, un piloto, un contador, un bibliotecario, un farmacólogo y un editor periodístico.
Y sus fines de semana en el retiro de montaña no tenían nada de desenfrenado. Una vez a gusto en sus identidades femeninas, pasaban las horas jugando juegos de mesa, compartiendo un té vespertino o cenando entre charlas y risas. Con la llegada del lunes, todos volvían a sus trajes de saco y pantalón, y a su cotidianidad familiar.
En Casa Susanna, los asistentes podían usar sus prendas femeninas en libertad.
Algunos de ellos, eventualmente, optaron por ser mujeres por el resto de sus vidas. Como Virginia Prince, quien se convirtió en una de las pioneras del movimiento transgénero en Estados Unidos, o Katherine Cummings, transexual hace más de 30 años. Pero, al mismo tiempo, otros continuaron casados, y ampliaron sus familias con hijos y nietos.
Cambio de roles
Para Harvey Fierstein, el deseo detrás de esta práctica escondía una auténtica disconformidad cultural. "Querían perder el rol masculino, sentirse libres de tener todas las respuestas y de ser el que traía el pan a casa. Buscaban convertirse en el ideal femenino", reflexionó.
"Era tener todos los placeres y nada del dolor de ser una mujer porque era una fantasía", agrega el dramaturgo. "No tenía nada que ver con convertirse en una mujer real".
Gran parte de los asistentes a Casa Susanna eran hombres heterosexuales casados.
Así, para Fierstein, su aprendizaje principal al momento de escribir Casa Valentina es que "no existe lo 'normal' en la sexualidad, no existe la heterosexualidad, sino que es una escala flexible".