23 Febrero de 2016 07:49
El Instituto Nacional de la Música anunció, en una conferencia de prensa con la presencia de Charly García, León Gieco, David Lebón, Raúl Porchetto, Miguel Mateos y otros, y videos especialmente enviados para la ocasión por Gustavo Santaolalla y Billy Bond, la recuperación del inmenso catálogo que perteneció a la compañía Sicamericana, que operó bajo los sellos Music Hall, Sazam Records y TK. Esto quiere decir que los artistas vuelven a ser los dueños de sus obras y que podrán reeditarlos cuando y cómo lo crean conveniente.
Miguel Mateos, Raúl Porchetto, David Lebón, María Rosa Yorio, Charly García, León Gieco, Celsa Mel Gowland, Miguel Cantilo y Pipi Piazzolla (nieto de Astor), junto a Diego Boris, director del INAMU.
La noticia es impresionante. Para que nos demos una idea, digamos, por ejemplo, que Charly García no cobraba un peso desde hace años por las ventas de los dos primeros discos de Serú Girán; que Miguel Mateos no cobraba regalías de sus seis primeros discos (incluyendo el megavendedor Rockas Vivas), y que los discos de Billy Bond y La Pesada del Rock And Roll, esenciales en la historia del rock argentino, jamás se reeditaron en CD, con la única excepción de un Grandes Éxitos.
El limbo legal en el cual estaba la compañía, tras su quiebra legal en 1993, impedía a los artistas cobrar regalías, aunque no a oscuros capitales mexicanos reeditar algunos de los discos mencionados. Por eso los artistas se hicieron presentes masivamente en la conferencia de prensa y hasta Charly García y David Lebón improvisaron una versión de San Francisco y el lobo, de Serú Girán. Los que no estaban en el país, como Gustavo Santaolalla (que recuperó los primeros discos de Arco Iris) y Billy Bond (que recuperó el catálogo completo de La Pesada del Rock N' Roll) enviaron videos en agradecimiento.
León Gieco, por ejemplo, tenía “secuestrados” nada menos que sus diez primeros discos, desde el primero hasta los tres primeros volúmenes de De Ushuahia a la Quiaca.
El súperexitoso Che Pibe, vení, votá, de Raúl Porchetto, no le pertenecía a su autor. Billy Bond tenía no menos de diez discos “rehenes” (tal como lo dijo el periodista Alfredo Rosso), de los cuales sólo uno (el compilado Lo más pesado de La Pesada) se reeditó en CD.
La situación no afectó sólo a los músicos de rock. Las grabaciones completas de Aníbal Troilo y Raúl Berón (originariamente editados por TK), los discos que Osvaldo Pugliese grabó para TK y los que Piazzolla grabó para Music Hall, también eran “tierra de nadie”. Los artistas no tenían ningún poder de decisión respecto de editarlos o no, y por supuesto, sus herederos no cobraban un peso.
Según informó el INAMU a través de su presidente,Diego Boris todavía continúa en proceso la catalogación de ese inmenso patrimonio de la música argentina, pero estiman que abarca alrededor de 1.500 discos.