por Leo Morales
05 Mayo de 2023 14:21“¿Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo?, ¿Es que no te has dado cuenta de lo mucho que me cuesta ser tu amigo?...”, Fito Páez le cantaba el bolero de Chico Novarro, por teléfono, a Cecilia Roth. Era el verano de 1991 y el cantante había quedado flechado por la actriz, que ya brillaba en películas de la mano de Pedro Almódovar. La escena es recreada con algunos cambios en la serie de Netflix, El amor después del amor, que relata la vida de Fito. Lo cierto es que ese romance parecía algo imposible. Cecilia estaba casada desde hacía poco tiempo. Pero Páez no se rindió y una de las historias de amor más profundas y conocidas de Argentina nació al poco tiempo.
Tal como sucede en la biopic, el músico y la bella actriz se cruzaron varias veces en un reducto de la noche porteña. Pero jamás habían hablado. Ella estaba en pareja y él atravesaba uno de los peores momentos de su vida, hundido en la depresión, el alcohol, la cocaína y las pastillas. La propia Cecilia relató en una entrevista: "A Fito lo había visto por primera vez en el bar Bolivia, que era el centro del off. Yo estaba con el que iba a ser mi primer marido, Gonzalo, y me pasó algo. Me interesó. Después lo vi en un cumpleaños y nos quedamos hablando un rato largo, a mí me interesaba hablar con él. Después no nos vimos por un tiempo largo, y en el medio yo me casé".
Según los protagonistas de esa historia, Roth era quien más lo conocía. No solo por su música sino también por su forma de ser y, principalmente, por su trato con las mujeres. En ese sentido, Cecilia recordaría varios años después una entrevista en la que Fito hablaba sobre Fabiana Cantilo, su novia de entonces, y que quedó cautivada por la respuesta: “Me interesó como personaje, pero lo escuché recién cuando lo conocí. Es muy gracioso. Y le preguntaron algo de Fabi, y él estuvo tan respetuoso y tan hermoso, porque se habían separado -eso me lo contó él después-, pero él en ese momento no dijo que estaban separados y habló tan hermosamente de ella, que dije: 'Wow, ¡qué bueno escuchar a un hombre de hablar así de una pareja'”.
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Esa escena sucedió en el cumpleños Alejandro Kuropatwa, un evento que aparece en la serie de Netflix. Esa noche, Fito y Cecilia charlan por primera vez a solas. Él, por supuesto, queda impactado por su belleza y su forma de ser. Esa noche, el anfitrión le contó a sus invitados que la actriz se casaba con el empresario Gonzalo Gil, su novio de entonces. Roth recordaba a la perfección ese instante: “Y ahí estaba Fito, y era bárbaro, porque yo estaba muy enamorada, y tenía ganas de casarme, todo. Y él tenía una camisa blanca, me acuerdo, y nos quedamos hablando un todo”.
Durante nueves meses, ninguno de los dos supo nada del otro. Hasta que llegó el verano de 1991. Por entonces, Punta del Este era igual que ahora: el territorio uruguayo elegido por los millonarios argentinos y por los miembros del jet set para celebrar los últimos días del año que se iba y los primeros que llegaba. Pero siempre rodeados de glamour y excesos. Ese verano, Fito recaló ahí. Cecilia y su marido también. La historia de amor comenzaba a tomar forma pero ni ellos lo sabían.
“Ese verano, yo ya casada hacía nueve meses con Gonzalo, alquilamos una casa en José Ignacio, cuando José Ignacio era la nada maravillosa. Alquilamos una casa entre un grupo de gente, Ale Kuropatwa y otros amigos más, y entonces hicimos una fiesta de disfraces. Y cayó Fito con dos amigas mías, Divina Gloria y la vestuarista Sonia Lifchitz”. Y siguió: “Él siempre disfrazado de Fito Páez... Tenía como un pantalón ancho muy veraniego, pero con una chaqueta muy... estaba muy... para mí, yo me quedé como: '¡Ahh!'. Y mi marido estaba en Buenos Aires”.
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Esa noche también se escribiría una de las letras más queridas de la memoria popular. “Yo estaba disfrazada como de deshollinadora, ¡pero sin manchas! (risas) Y nos quedamos hablando muchísimo, estábamos con dos o tres personas más. Y, en un momento, yo me levanté, el mantel tenía dibujos de margaritas”. La referencia a Un vestido y un amor es obvia. Pero Roth continúa: “Y me levanté a buscar una copa de vino, y él me dijo: '¿Me traés una copa de vino, nena?'. Y yo dije: 'Ay, me enamoré. Me enamoré, me enamoré, me enamoré'. Volví, y dije: 'Uy, ¡qué quilombo!'. Volví a la conversación, pero con esa sensación de 'qué quilombo, me acaba de pasar algo fuerte'.Y, lógico, era un quilombo, porque yo estaba recontra casada. Era algo que pasa cuando te enamorás y sentí que quería estar con él. Al día siguiente suena el teléfono a las diez de la mañana, y era Fito cantándome un bolero e invitándome al cine".
Esa secuencia también aparece en la biopic. Fito, Cecilia y una amiga en el cine. Y las manos que se entrelazan en la oscuridad de la sala y fuera de las miradas prejuiciosas. Al otro día, en José Ignacio, Fito y Cecilia dejarían en claro que ya se habían enamorado. Tras un asado con amigos, se quedaron solos en la casa. Y no se fueron más. Él vivía en una posada alquilada. Ella iba por la tarde y se queda hasta las 7 de la mañana. Regresaba caminando por la playa y se acostaba antes de que se despertaran todos.
Así llegó la obligada separación de su marido. Roth llegó a Argentina desde Uruguay lista para romper su matrimonio y hacer una nueva vida con Fito. Lo lograría. Aunque antes se llevaría una sorpresa. “Llegué a Buenos Aires a contarle a mi marido que me había enamorado. Y cometió una grave torpeza él. Fito tenía dos coristas en el grupo, y una de ellas, no importa quién, Gonzalo cuando yo le cuento: 'Me pasó esto'. Y él me contesta: 'Seguro que ella te contó que yo te engañé con...'. No lo podía creer. ¡Hacía un año me engañaba con una conocida! Lo sabía todo el mundo. Después me enteré que me había cagado con todo el mundo”. Y completó sobre su vínculo actual con Gonzalo: “Ahora somos íntimos amigos, hermanos del alma. Él vive en Londres, se casó, tiene dos hijos mellizos. Lo amo, ¡y son muy amigos Fito y él! Íntimos! Tengo el chat de amigos donde están ellos dos”.
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La historia de amor de Fito y Cecilia duró 10 años. Y tuvieron un hijo en común: Martín, al que adoptaron cuando era un bebito. El final de ese matrimonio transmutó en una amistad o, en realidad, a algo más profundo: son familia para siempre. Pero eso no impide que ella recuerde con gracia lo que vivió al principio del noviazgo. “A mí la del rockero reventado no me va”, le dice el personaje de Roth al de Fito en la serie, después de que desapareciera en la madrugada porteña sin aviso.
Después de eso, lo echa de su casa y ella se va a bañar. Pero Fito no se va. Medio borracho, toma un teclado y le improvisa un croquis de Un vestido y un amor, la canción que inmortalizó su relación.
Por otra parte, Cecilia se refirió a la canción "Un vestido y una flor" y contó otra versión a la que suele contar el compositor, quien asegura que fue dedicada a Roth después de una pelea que habían tenido. “Eso es lo que recuerda él, que no sé si siempre recuerda bien. Ese es el cuento de él, yo lo respeto muchísimo, pero no fue así", relató Roth. Y sumó: "Fue una canción que no tuvo que ver con una pelea. Pero no quiero discutir con Fito. Él es el rey, el rock and roll star".