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Dani, cuando no era "La muerte": su primer escándalo, hace 22 años

En una de sus primeras notas, sino la primera, Dani La Muerte hablaba de su relación con Mickey Rourke. Imperdible: el inédito y violento episodio entre el guardaespaldas, el actor y Sharon Stone en una fiesta privada en el Hotel Alvear.

23 Mayo de 2016 13:08
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Allá por los años 90, Dani Díaz León tenía 31 años y todavía no lucía, salvo para una reducida cofradía, el apodo de La Muerte. Era, si, reconocido como custodia de los sectores VIP de boliches top e incursionaba con éxito como guardaespaldas de algunos famosos, entre los que se contaban no sólo estrellas: también los políticos contrataban sus servicios. Su perfil era bajo.

La primera nota al motoquero hoy internado e imputado. Tenía 31 años

La leyenda cuenta que se inició en Río de Janeiro a los 20 años y que con el tiempo fundó Patrol, empresa de seguridad con un amplio staff de patovicas " elegantes" entrenados por él mismo. Ellos se encargaban de las misiones low profile, él, de lo importante y la supervisión.

A base de profesionalismo, cuentan, cimentó su fama, ayudado también, y mucho, por su look de actor de acción hollywodense. Y créase o no, por sus modos educados y casi zen. Ya, entonces, tenía su distintiva Harley Davidson.

La visita de Mickey Rourke a la Argentina fue un hito en su carrera. Estuvo con él a sol y sombra, compartieron intimidades y cimentaron una amistad íntima, a punto tal que lo acompañó en sus viajes al exterior. "Siempre pensé que era egocéntrico, solitario, pero resultó ser una persona sensible que se interesó por mi vida. Le regalé un anillo que sólo tienen mis íntimos, y de allí paso a ser un hermano (¿Hell Angels?)".

Dani La Muerte y su amigo Mickey Rourke.

Y reveló: " me pidió, en retribución, que me hiciera un tatuaje que sólo usaban los miembros de su círculo personal. Me emocioné mucho, y eso que no soy emotivo. Es un tipo de la calle, como yo", reveló en lo que sería su primera nota.

El escándalo: Rourke, Dani y Stone

La aparente pacífica actitud, sencillez y ubicuidad una noche se convirtió en espejismo. La revista Caras había organizado una gala en honor a la diva del momento quien visitaba el país. Había sólo 24 invitados, entre ellos este cronista.

Sharon Stone, involuntaria protagonista de un escandalete.

Mientras las copas de champagne chocaban y regaban entremeses a la luz de los flashes, hubo una suerte de tumulto en la entrada: Rourke, vestido de jogging, desalineado y con un gorro de lana, acompañado por dos guardaespaldas y Dani flanqueándolo, pretendían entrar sin invitación. "I want Sharon now", balbuceaba Rourke desde las "alturas". Y se mandó al salón con Dani a su lado. Lo que sucedió después fue de película.

Rourke vivió decenas de escándalos.

Conato de forcejeos, Stone resguardada en un rincón, azorada, y la gente de la revista tratando de convencerlo de su deubicación. La tensión crecía y estalló cuando intentaron registrar la escena fotográficamente. Intentaron. Dani y Rourke, taparon la cámara del fotógrafo de Caras, quien presa de un ataque de furia gritaba y gesticulaba: "Don´t touch me"! y seguía disparando. Dani lo miró con cierta piedad y caminó hacia él. Se venía lo peor, era inminente.

Gracias a esos 10 segundos de valentía que provoca el champagne, me acerqué a Dani, esperando lo peor, midiendo las palabras y resignado al knock out. Dialogamos en lenguaje de calle semi impostado pero real y hubo un lapso de paz. Se acercó a Rourke quien no estaba en paz, y conversaba -balbuceaba- con directivos de Caras y lo convenció de retirarse. Y lo hizo, de mala gana y con un fuck en sus labios.

Faltó muy poco, quizá una palabra desubicada o un flash para que todo se desmadre. Por supuesto, nada de esto fue publicado.