03 Junio de 2018 10:35
“La única forma de soportar los Martín Fierro es tomando”, aseguró años atrás Marley durante una de las entregas de premio. Y, en efecto, quienes tuvieron la posibilidad de “vivir la fiesta de la televisión desde adentro” saben que la fiesta real dista mucho de la que se transmite en vivo.
1. La comida es muy elegante, pero te morís de hambre
Los platos suelen ser elaborados por prestigiosos chefs y el menú siempre es elegante. ¿El problema? La comida no es abundante y la mayoría de los invitados se queda con hambre. En la ceremonia del año pasado, en efecto, muchos envidiaron a los hijos de Roberto Pettinato, quienes recibieron el menú infantil: patitas de pollo con puré.
2. El club de los borrachos
Año tras año, un no tan reducido grupo de famosos siempre da la nota por sus borracheras. Aunque nunca hubo un episodio de violencia, lo cierto es que con el correr de las horas la tensión comienza a sentirse en el aire. Pero también están los “borrachos divertidos”.
Una famosísima actriz, por caso, apareció en la mitad de la ceremonia luciendo pantalones de corderoy y una camisa de leñador. ¿Qué le había pasado a su vestido? Lo vomitó todo.
3. Las mesas más divertidas nunca están en la primera fila
Susana se la pasa chequeando sus dos celulares.
Las cuatro principales suelen ser ocupadas siempre por las mismas personas: Adrián Suar, Susana Giménez, Mirtha Legrand y Marcelo Tinelli. Corte a corte, decenas de famosos hacen fila para saludar y haber lobby con los pilares de la televisión local. Sin embargo, las mesas más divertidas suelen ser las del medio: salen menos en la transmisión, pero la pasan mucho mejor. ¿Quiénes están entre los que suelen ser el centro de la fiesta? Marley, la “Negra” Vernaci y Tortonese.
4. La odisea de los fumadores
El salón se encuentra ubicado desde hace años en un subsuelo, lo que convierte el fumarse un cigarrillo en una verdadera odisea. No son pocos los famosos que desde el comienzo de la ceremonia suben los dos pisos por escalera mecánica y atraviesan toda la recepción del hotel para morirse de frío en la puerta.
5. La molestia del “vivo”
Hay más de doce cámaras recorriendo de modo constante el salón y el pedido de los canales que lo organizan es claro: no pasar por delante de ellas. De esta manera, saludar a alguien o intentar ir al baño suele ser bastante complicado.
6. La única que escucha es Mirtha
La diva es la única invitada que le presta atención a todos y cada uno de los ganadores. Sólo se permite hablar de modo distendido durante los cortes. Además, todos los años completa una grilla en la que va anotando quién ganó en cada terna.
7. Los famosos son más cholulos que los mozos
Además de la pleitesía que muchos tienen para figuras como Susana o Tinelli, lo cierto es que algunos personajes suelen sufrir el asedio de sus colegas. En 2014, cuando estaba ternada por su participación en “En terapia”, Luisana Lopilato ya no sabía cómo “sacarse de encima” a todos los que le pedían una foto con ella.
8. Los ladrones de siempre
Una vez culminada la ceremonia, son pocos los centros de mesa que quedan en su lugar. Y, aunque para muchos resulte increíble, los famosos no disimulan ni un poco. Se van abrigados y con un recuerdo en la mano. Total, ¿quién les va a decir algo?
9. El salón final, salón vacío
Conforme van ganando o perdiendo, los invitados se van yendo. De hecho, quién gana el Oro suele saberse cerca de las diez de la noche; motivo por el cual muchos prefieren irse y no aguantar hasta el final. Por eso los planos finales son súper cerrados: suelen quedar muy pocos invitados.
10. Los papeloneros de siempre
No son pocos los famosos que se “mandan” alguna durante la ceremonia. Aunque siempre hay alguno que, no conforme con el lugar que le asignaron, se cambia de mesa con disimulo; hay otros que no lo logran.
¿A quién le pasó? Vicky Xipolitakis, por ejemplo, aprovechó una vez que una famosa se fue al baño para sentarse en su silla y sacarse una selfie. Luego volvió rápido a la mesa del fondo que le habían asignado.
11. Mirtha tiene coronita: el mimo secreto de APTRA
Aunque su relación con la entidad tiene todos los años sus altos y bajos, la “Chiqui” es una de las invitadas que más atenciones recibe durante la ceremonia. De hecho, tiene un almohadón especial con sus iniciales para no sentirse incómoda con las sillas del salón. Dos años atrás, de hecho, fue el propio Pablo Codevila quien atravesó todo el salón para acercarle el almohadón a la diva.