“Ya sabés quién soy”. La biografía de la cuenta de Twitter de Robert Downey Jr. lo resume a la perfección. Casi todo el mundo sabe qué hizo y quién fue el actor que, en los últimos años, brilló con su personaje de Tony Stark, el millonario científico que creo a Iron man y se transformó en el gran héroe del universo de Marvel.
Frente a ese éxito, a los millones de dólares en su cuenta bancaria y al amor que le brindan los fans, resulta increíble pensar que, hace apenas unos años, su representante se levantaba todos los días y esperaba encontrar en los diarios la necrológica del actor. La gran pregunta es: ¿cómo fue que Robert llegó a cumplir 56 años y no murió en el intento?
Porque, claro, a Downey Jr. tuvo una historia difícil. Por no calificarla de horrible. El hijo de Elsie Ford y Robert Downey Sr. creció en una casa rodeados de artistas y fama. Y bastante disfuncional. A los seis años, su padre dio un cigarrillo de marihuana y lo probó por primera vez. Algo realmente insólito y peligroso.
En la adolescencia, Robert era adicto a la cocaína y vivía borracho. Hace un tiempo, en una entrevista, el actor contó que Jack Nicholson solía visitar a su familia y llevaba cocaína. “La mejor que probé en mi vida”, afirmó el creador de Iron man, sobre las fiestas que hacían en los 70 en su hogar. Y completó: “Creía que las drogas eran una forma de acercarme a mi padre”. Doloroso pero real.
“Es como tener un arma cargada, en la boca y el dedo en el gatillo, sabes que en cualquier momento se va a disparar pero te gusta el sabor del metal del arma”, describió sobre su adicción, en 1999, frente al juez que lo condenó a la cárcel. Sean Penn y Dennis Quaid lo habían llevado a un centro de rehabilitación a la fuerza. Pero él escapó y se fue de fiesta. La Policía lo había detenido por manejar desnudo, borracho, drogado, con un arma y bajo la posesión de marihuana, cocaína, heroína y crack, mientras arrojaba ratas imaginarias, por las calles de Los Ángeles.
Para entonces nadie le quería dar trabajo como actor a Downey Jr. Aunque reconocían que tenía un talento arrollador. Así lo había demostrado en el film Chaplin, su gran protagónico de 1992, en el que se lució en la biografía del inolvidable actor inglés. Ya tenía un gran recorrido en teatro, televisión y cine. Pero no alcanzaba. Y las fiestas eran más fuertes que él.
Estuvo en pareja durante ocho años con Sarah Jessica Parker. Pero todo terminó en 1990, cuando ella le puso un ultimátum: “Las drogas o yo”. Él ya tenía su elección ella desde el principio. En 1992, se casó con la productora Deborah Falconer, a 41 días de conocerla. Con ella estuvo una década y a su hijo Indio.
Los 90 fueron terrible. Detenciones, centros de rehabilitación y cárceles. Necesitaba una segunda oportunidad en el cine o la televisión. Pero los productores y directores lo detestaban y estaba calificado como “imposible” de manejar. Se incorporó al reparto de la exitosa serie Ally McBeal en el año 2000. Pero su participación duró apenas ocho capítulos ya que el actor fue arrestado en varias ocasiones durante los descansos del rodaje de la serie.
“En aquel momento, me importaba una mierda si no volvía a actuar jamás”, dijo en una entrevista. En el día de Acción de Gracias de noviembre de 2000, el actor volvió a ser arrestado en un hotel con anfetaminas y cuatro gramos de cocaína. Y cuando unos meses después le encontraron descalzo acurrucado en un callejón rodeado de ratas, rogó a los policías que no le arrestasen: “Por favor, no me arresten. Me van a arruinar la vida”. Ese día, su mujer lo abandonó.
“A veces quiero salir a comprar de todo y otras veces solo quiero ver deportes, masturbarme y comer helado. Pero eso no significa que esté deprimido o que sea un maniaco. Me diagnosticó un desorden psicológico un doctor que no sabía que yo me metía a fumar crack en su baño. No puedes hacer un diagnóstico hasta que el paciente esté sobrio, joder”, admitiría en una entrevista.
“Jamás contaré las peores cosas que me ocurrieron en la cárcel”, afirmó. En Hollywood se sabe que los presos lo tomaron de punto. De hecho, su cara necesitó cirugía estética tras una de las palizas. El director Oliver Stone aseguró que estaba preocupado por su seguridad: “Cuando rodamos Asesinos natos en una cárcel real quedó muy claro que los presos sentían una fascinación sexual hacia Robert”.
Consiguió una nueva oportunidad de la mano de su amigo Mel Gibson en The Singing Detective, en 2003, película de la que era productor. Poco después, asumió la interpretación de un psicoanalista en el thriller de horror Gothika, junto a Halle Berry. En 2005, Downey Jr. estrenó su película favorita: la comedia negra de acción dirigida por Shane Black, Kiss Kiss Bang Bang. Ese mismo año apareció también en la película nominada a los premios Oscar, Buenas noches y buena suerte.
Había dicho basta. A las drogas, al alcohol y todo tipo de excesos. Era 2003. El 4 de julio manejaba su auto y se dijo que ya había tenido bastante. Paró en un Burger King de la autopista de la costa del Pacífico y, mientras se comía una hamburguesa, decidió que ya había tenido suficiente y arrojó todas sus drogas al océano.
En 2004, conoció a la productora Susan Levin, a quien él acredita como su salvadora. Se casaron al año siguiente. La vida había dado un giro increíble. Y estaba a punto de llegarle la oferta de su vida. El público estaba maravillado por Batman Begins y Marvel no tenía los derechos ni de X-Men, ni de Spiderman. Así que los directivos planificaron producir Iron man comenzaron a buscar a su protagonista.
El director, Jon Favreau, sugirió a Downey Jr. Pero Marvel quería a Tom Cruise. La diferencia económica era astronómica. Y las películas de héroes podían ser un éxito o un fracaso. No podían darse el lujo de invertir todo en el protagonista. Favreau les dijo a los productores: “Downey Jr. hará por su saga lo que Johnny Depp había hecho por Piratas del Caribe: aportar la energía eléctrica de un actor marginal forjado en el cine de autor, bailar con sus diálogos como un músico de jazz y ser un hombre que hace disfrutar a los demás”. El actor hizo una prueba de casting por primera vez desde Chaplin. Roberto Downey Jr. era Tony Stark.
Fue un éxito y su carrera cambió para siempre. En 2006, el mismo año en el que hizo Iron man, quedó nominado al Oscar a mejor actor por Tropic thunder, una comedia genial. Y la saga de Sherlock Holmes. Cobró medio millón de euros por Iron Man, con un contrato que le involucraba en dos posibles secuelas por las que acabó ganando 9 y 28 millones.
Pero el resto había que renegociarlas: ganó 67 millones cinco veces (Vengadores y su secuela, Civil War, Infinity War y Endgame). “Antes de Iron man no podía permitirme ni un Golf GTI”, recuerda el actor, que ahora tiene una colección retro de 24 coches de alta gama. La historia de auge, caída y redención de Downey Jr. es maravillosa. Por eso sus fans, cada vez que lo ven, evocan la frase de Tony Stark y le dice: “Te amo, 3000”.