Sus primeras apariciones televisivas y en cine confirmaron su temple y "physique du rôle" de galán, pero esa consagración llegó algunos años después, cuando interpretó al Conde Máximo Augusto Calderón de la Hoya en Floricienta. Hoy, Fabio Di Tomaso es todas las experiencias que tuvo en su vida, tanto la cotidiana como la actoral, y así lo despliega en Nunca te fíes de una mujer despechada, la comedia que protagoniza los fines de semana en el Teatro Premier.
En la pieza escrita y dirigida por Hernán Krasutzky, comparte escenario con Mirian Lanzoni, Sabrina Carballo, Nancy Gay, Fiamma Curtosi y Angy Jaume, y se suelta en el humor, algo que afirma que todavía no hizo tanto como le gustaría, aunque lo disfruta muchísimo. Las risas, y el ida y vuelta con el público tras la pandemia de Covid-19, esconden una recompensa necesaria luego de los difíciles momentos que atravesó allí, como la pérdida de su padre.
Ante BigBang, Di Tomaso habló de su fructífero presente, pero sin dejar de revivir su pasado tan nutrido, que lo llevó de estudiar Economía, a bancarse sus estudios como actor trabajando como chofer de la línea de colectivos 71. Además, repasó los puntos altos de su vida personal, con su hijo Fidel y su actual pareja y compañera de vida, la actriz Valentina Bassi.
¿Cómo vienen las funciones de Nunca te fíes de una mujer despechada?
- Es una gran comedia de Hernán Krasutsky, que no hace otra cosa que darme alegrías. Una obra que disfruto mucho de hacer con mis compañeras. La historia es un poco que mi novia, en la obra Miriam Lanzoni, le llega un rumor de que cuando estuvimos peleados yo estuve con una de sus amigas. Entonces quiere investigar y saber qué es lo que pasó, y las reúne a sus amigas para hacerla pisar el palito a la que fue. En esa reunión, de todas amigas, les empieza a dar algunos tragos para tomar, para relajar, para distender, las va llevando hasta que se empieza todo a descontrolar, porque ya están excedidas de alcohol y de cualquier otra cosa. Y empiezan cada una mandarse con un relato de la situación. Ahí llegan a la conclusión de generar un plan para hacerme pisar el palito a mí, que confiese y hable. Y bueno, mi personaje entra en un momento de la obra, cuando están en un estado pasado y se vuelve todo un gran, disparate. Mi personaje termina siendo como casi el que está en eje, de alguna manera, en esa situación, atajando todos los penales que le tiran por todos lados. Lo acosan, lo fastidian, le empiezan a hacer de todo hasta que se va desarrollando un poco todo y se va aclarando alguna situación. Igual dejo la puerta abierta porque mi personaje tampoco era ningún santito.
Me parece que lo interesante, además de que es una obra que amo hacer, que me divierto mucho, y que nos sorprendió, porque la íbamos a hacer dos meses, arrancamos en mayo, y se fue armando una fiesta con la gente. Entran en esa locura de las chicas y es un placer estar escuchando al público reírse. Por otro lado está bueno también, porque con la excusa de la comedia, se manifiestan determinadas situaciones, con las chicas cada una contando un poco sus conflictos. Una con uno de pareja, de un ex, otra con el tema de la maternidad. Y bueno, nosotros también con Miriam tenemos ahí un tema con la pareja que se intenta resolver en algún momento. La verdad que es una obra hermosa y sobre todo en estos momentos poder hacer comedia y escuchar la risa y hacer reír, es un placer.
Y con esta temática, ¿no? Vivimos en un tiempo de de ciertos temas que se vuelven tabú, o hablar de ciertas cosas es quizás contradictorio, pero poder reírse de esta situación, que le puede pasar a cualquier pareja. Poder reírse de esto sin entrar en cuestiones, digamos, no deconstruidas, por así decirlo...
-Al principio ensayamos la obra sin público, confiando en la mirada del director y el director confiando también en lo que hacíamos nosotros y nos llevaba a cuestionamientos determinados, porque la verdad que mandarse a hacer una obra con un título así sonaba como fuerte, pero lo cierto es que la obra deconstruye un poco todo y permite reírnos un poco de las situaciones, sin dejar de plantear cosas que que las van atravesando a las mujeres. Pero también es como que se genera algo a la inversa de lo que estamos o estuvimos acostumbrados, de alguna forma.
"El acoso", yo lo pongo entre comillas porque en la obra es un disparate todo lo que pasa. Pero ese formato al que estábamos acostumbrados, de una mujer abordada entre dos o tres varones, acá se genera algo opuesto, ya que son cinco chicas que de alguna manera -vuelvo a poner los las comillas- están acosando a este caballero y la verdad que hay como una cierta reivindicación, de alguna manera, en ese tema. Y se hace de una manera donde la amistad entre ellas, el alcohol, y un poco todas esas cosas, hacen que todo vaya hacia un rumbo que no es un lugar duro ni cuestionador. No entramos en ese lugar, sino que va sucediendo la situación.
Ya estás adelantando a quienes los vayan a ver al teatro, que van a poder disfrutar de cómo te cosifican...
- Sí, alguna vez lo dije en una nota que "soy el cosificado" en esta historia. Pero bueno, están muy divertidas mis compañeras, la verdad. Hacen un laburo genial y yo disfruto mucho ese rol.
-Si la obra comenzó en mayo y se estiró tanto, debe haber buena química con el elenco. ¿Cómo se llevan?
-Muy buena. Súper bien nos llevamos. La verdad que somos un equipo que tiramos todos para adelante. Estamos muy felices con con la obra y la defendemos en el escenario y abajo, porque pocas veces se da generar una comedia con tanta risa, donde la gente la pasa bien, donde se arma casi una fiesta de risa. La otra vez vinieron un grupo de uruguayas, que estaban haciendo una despedida de solteras. Se van armando como grupos, y la verdad que es muy gratificante.
Me imagino que el público los espera, les pide fotos...
-Totalmente, nos dan la devolución, lo que piensan. Hay mucho agradecimiento por haber pasado un buen momento, riéndose. Las personas a veces atravesamos momentos difíciles y que sea un buen momento para sacarle una sonrisa y olvidarse un poquito de los problemas que cada uno tiene, y poder disfrutar un poco y sacar la risa, que es por lo menos lo que nos nos dicen muchos, y está buenísimo.
¿Cuánto vale esta recompensa de que un espectador o una espectadora te diga "me encantó lo que hicieron, me hizo reír mucho"? ¿Cuánto vale eso más allá de lo económico?
-Para mí es enorme. Siempre, además, me gustó la comedia. Siempre fui un espectador. Me gusta hacer comedia, y tal vez no es lo que más hice, pero me gusta. Me gusta ser un payaso, así que me agrada tener del otro lado las risas de la gente. Y el valor es enorme, porque poder estar en un lugar, primero haciendo lo que nos gusta que es estar en un escenario, con un grupo súper, porque no tengo nada que decir más que que la pasamos bárbaro, que nos divertimos mucho por fuera del escenario también. Y poder estar haciendo una comedia para mí es un es un gol, no quiero que se termine nunca. En eso estoy: tratando de que no se termine nunca.
En algún momento empezaste a estudiar el CBC en Economía, ¿no? ¿Pero antes venías de estudiar teatro?
- No, no estudiaba teatro. Había tenido de más joven, a los 14, 15 años, como una cuestión de que me había sentido atraído por el teatro, en una circunstancia del colegio secundario, pero quedó ahí, porque la verdad que era un mundo totalmente desconocido y lejano. Entonces quedó ahí y lo canalice, en ese momento de la adolescencia, con la música con amigos, y fue por ahí. Después, cuando ya terminó el secundario y me pongo a trabajar, mis amigos se ponen a estudiar. Yo era el único que no sabía qué quería hacer la verdad.
Estaba trabajando en ese momento en una empresa de lácteos y me generó en ese momento conflictos de la edad, existenciales y todas esas cuestiones, y sentí que la salida era estudiando. Y en ese momento se me ocurrió Economía porque venía de haber hecho el secundario, donde tenía facilidad con las materias como matemáticas. Y bueno, me mandé por ahí y, cursando el CBC de Economía, medio perdido, me encuentro con un amigo que de toda la vida, que también estaba estudiando otra carrera, nos pusimos a charlar y los dos coincidimos que queríamos estudiar teatro. No sabíamos qué, cómo, dónde y cuándo, así que averiguamos un lugar, que fue en la Casa de Cultura de Villa Adelina, fui a probar la primera clase, donde me di cuenta que era el lugar donde quería estar. Así que fue como una confirmación inmediata.
-Muchos de quienes nos están viendo se tomarán este colectivo. ¿Fue antes o después que vos fuiste colectivero de la Línea 71?
-Bueno, mientras estudiaba teatro tenía que trabajar e iba teniendo distintos trabajos. Fui mutando un poco, ganándome la vida medio busca, un poquito de acá y un poquito de allá, y cuando cumplí los 21 años... yo vengo del mundo del colectivo, mi papá había sido colectivero, después inspector de la línea. Entonces era una parada que sentía obligada, no porque nadie me haya obligado, sino como un desafío mío. Siempre me había gustado el colectivo, había manejado desde muy joven. Tenía que transitar esa experiencia, que fue muy sacrificada, muy dura, donde mi padre tenía razón, que no era para cualquiera y más para alguien que estaba con otras expectativas, cosas, deseos. Ese fue el recorrido en la empresa.
¿O sea que si te soltamos un 71 lo podés manejar?
-Hace mucho que no lo manejo, pero me daría unas vueltitas a la manzana.
Ahora la gran mayoría de los colectivos son automáticos y en tu época eran manuales, me imagino.
- No, yo ya entré y había automáticos. Quedaban algunos. Yo entre manejando un manual, que eran los últimos meses que le quedaban, y ya después, ese año y el siguiente, se renovaron todos y ya estaban todos automatizados. Pero eran más grande, más largos. Para doblar saliendo de Plaza Once, se complicaba a veces pegar el giro.
Justamente el 71 va de Plaza Once a Villa Adelina. Te ibas para teatro desde ahí.
- Sí, en esa época no curtía mucho la onda del centro. La verdad que yo vivía en Boulogne y mi mundo estaba en Provincia, en Adelina, Martínez, San Isidro, Victoria, por esos lugares donde yo también me iba formando y seguía estudiando con algunos maestros. No me venía mucho para la Capital Federal, pero sí terminaba de trabajar y me iba a las clases de teatro.
La Argentina se encuentra en un momento de mucha incertidumbre, cuando la gente vea esto se va a estar votando la primera vuelta electoral, que puede llegar a poner a un liberal como Javier Milei de presidente, y esto está generando controversia, y hasta inclusive que algunos actores salieron a advertir sobre el peligro que una persona como él sea el máximo referente del Poder Ejecutivo Nacional. ¿A vos qué te genera?
-Preocupación y cierta angustia también, en primera medida por la incertidumbre de gente que quiero mucho, que trabaja mucho y son empleados estatales. Que trabajan, la verdad un montón y siento un poco su incertidumbre. Es medio complejo todo. A mí todo lo que es la prepotencia no me gusta. De ningún tipo, la verdad. Puedo entender que estemos frustrados, enojados, porque las cosas no salieron como tal vez esperábamos, que sentimos que nos merecemos algo mucho mejor.
Un montón de cosas, pero me parece que se tienen que resolver en espacios como ciudadanos, para poder manifestarnos, dar peleas en la calle, para debatir, ser escuchados, y ampliar derechos siempre. Entonces todo lo que va en contra de eso, me genera un cierto rechazo, no me gusta la prepotencia. Cuando siento la prepotencia, siento que por ahí no va.
¿Te preocupa lo que le pasó a Esteban Lamothe? Que dio una declaración contra Milei y surgió toda una polémica, con trolls y usuarios, que lo cuestionaron por lo que dijo. ¿Te preocupa esas situaciones de enfrentamiento social que se generan?
- Mirá, yo como base arranco con que la mayoría gana. Entonces, si la mayoría gana, la mayoría gana. Si a una persona lo elige la mayoría, quiere decir que convivimos en un país donde una mayoría está pensando de una manera. A mí, en lo particular, te vuelvo a decir, no me gusta la prepotencia, no me gusta la gente que genera una incertidumbre en pos de algo que ni siquiera uno sabe. Pero cuando uno se manifiesta de una manera un poco irresponsable, o por ahí... no sé, torpe no es, pero de una manera un poco brusca hacia los demás. Lo digo en función de manifestaciones que ha dado donde iba a sacar esto, cerrar lo otro. Hay mucha gente, hay familias por detrás, somos muchos los que la estamos peleando, que estamos tratando de ver cómo esto va mejorando. Y tener a alguien, que desde las declaraciones te genera una incertidumbre aún mayor de lo que puede llegar a ser tu futuro, el de tus hijos... Yo la verdad que eso lo rechazo profundamente.
La preocupación está también está relacionado a cuestiones artísticas. Una de las declaraciones que dio Milei es que iba a cerrar el INCAA, que fomenta la producción nacional de cine.
-Sí, totalmente. Es que va a cerrar todo, de alguna manera. Siempre vienen gobiernos que alzan la voz con cerrar el INCAA, cerrar el Canal 7, los teatros nacionales. Tiene que seguir funcionando, como todos los espacios culturales, y tiene que funcionar muchísimo mejor de lo que está funcionando. Creo que que el desafío en lo externo es conservarlo, y después tiene que haber un desafío interno en mejorar, en dar posibilidades a cineastas jóvenes, a que puedan empezar con sus proyectos, porque es muy difícil hacer una película, salvo que tengas un capital o sean determinadas coproducciones o seas un monstruo. Son las películas que se hacen con mucho presupuesto. Después se hace bastante complejo y, si vos no le das esas posibilidades, le quitás la experiencia a la gente que está empezando a trabajar. Es muy difícil eso. Lograr hacer una película chiquita con un tan bajo presupuesto para que después pasen cuatro, cinco o seis años para que puedas hacer, por ahí, otra. Entonces, ¿cuál es la experiencia? ¿Cómo uno va mejorando en su trabajo, en su lenguaje, en su poética, en lo que quiere? El INCAA tendría que estar bastante más activo con las pequeñas producciones nacionales y federales.
Te veía en redes sociales con Fidel, tu hijo, haciendo pesas y ejercicios en el gimnasio. ¿Cómo es tu relación con él?
-Es fantástica la relación. Yo lo digo de una manera muy feliz. Es súper intenso todo. La maternidad, la paternidad, son condiciones de mucha intensidad, pero feliz en el sentido de que me permite testearme, hacer todo el tiempo un revisionismo de mí mismo. Y en pos de ese cuidado de un ser tan frágil, porque a pesar de que va creciendo y en unos meses cumplirá seis años, hay una cuestión que a mí me por lo menos me conmueve, de esa fragilidad que me hace estar atento a muchas cosas. Observarlo mucho, escuchar, prestar atención. Es un montón, es intenso y me hace muy feliz Fidel.
-Cuando te fuiste a trabajar en el colectivo, o intentaste, tu papá te dijo: "Mirá que no es para cualquiera". ¿Qué consejo le darías si el día de mañana te dijera "papá, quiero ser actor"?
-Hasta este momento, por lo menos, hasta esta altura de la vida no pongo ninguna expectativa en mi hijo para que sea nada más que ser feliz, que encuentre algo que lo haga feliz. Me parece que si él logra encontrar algo que realmente lo motive y lo haga feliz, ya para mí es encontrar un tesoro muy importante. Y, a partir de ahí, lo único que puedo decir es la responsabilidad. El estudio, el formarse, el estar, si quisiera ser actor, generar grupos. Eso: constancia, dedicación y a disfrutar.
-Hacés mucho hincapié en esto de "más allá de lo que elija, que sea feliz". ¿Cuánto tiene que ver en tu felicidad cotidiana la relación que tenés con Valentina Bassi? Una actriz muy reconocida y tu pareja.
-Bastante. La quiero mucho, nos queremos mucho, y nos hacemos bien, nos acompañamos, es muy importante en mi vida. Es una persona muy importante en mi vida.
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-Y a la hora de lo profesional, ¿se aconsejan, se hacen críticas? ¿Cómo funciona esa relación ahí?-Hablamos bastante, sí. Los actores y las actrices tenemos muchas inseguridades, entonces cuando aparece un trabajo nuevo uno va atravesando distintos momentos de inseguridad y el otro o la otra está un poco para recordar eso, ¿no? Que son momentos que se generan más en la cabeza que en la realidad. Y después sí, hablábamos, damos nuestro parecer, tenemos un diálogo muy lindo y muy sincero.
Volviendo a Nunca te fíes de una mujer despechada...
-Sí, no te dije que estamos los sábados y los domingos en el Teatro Premier a las 20 horas . Estamos ahí, las plateas las sacan por plateanet, o en boletería.
-Ya anunciaste que la gente se va a encontrar con risas, comedia, con un tema quizás controversial, pero que deja conforme al público...
- Sí, porque la verdad que lo controversial no termina sucediendo. Por ahí alguien puede quedarse con eso, pero en realidad lo que que pasa por el humor y el disparate, para mí es leitmotiv de la obra. Los esperamos para vivir una fiesta, la verdad que todas las funciones son una fiesta, lo van a poder comprobar quienes vayan. Se van a divertir, pueden ir en grupo, me parece que está buenísimo, porque es una obra que motiva mucho también para eso, para el encuentro después, porque cuando uno sale después de haberse reído, pasarla bien, te vas a comer y seguís hablando. La chicas que se ponen a hablar que le hace acordar a una amiga de ella, se pone cada uno en un rol de empezar a identificarse con cada uno.
Encima después de una pandemia que fue muy difícil para el teatro, para las artes escénicas en general. ¿Qué significó para vos volver a actuar después de la pandemia?
- Un montón. Yo pude retomar en el 21. La pandemia fue muy difícil para muchos en lo económico, para muchos en las pérdidas. En la pandemia falleció mi papá, así que fueron situaciones duras que creo que nos va a llevar mucho tiempo poder ver a la distancia todo eso que pasamos, que fue muy intenso. Además, cuando me convocaron para hacer una obra de teatro en el Regina, que hacíamos 15 días para hablar de amor, la verdad que fue una felicidad enorme. Nos teníamos que testear casi todos los días ahí en el Colón. Todo lo que implicaban los protocolos. Pero por lo menos uno volvía a tener esa chispa de estar de vuelta en el escenario. Gracias a Dios, una vez que arranqué no paré, tuve la suerte de seguir trabajando y tener trabajo continuo, que eso es muy importante también para uno volver a fortalecerse, después de ese momento de inactividad tan grande.