La década de los años 80 fue inolvidable y no es un momento cualquiera para la historia del rock. Durante los años que van, sobre todo desde 1982 a 1992, se vio un salto insólito a la masividad, con una abanico enorme de estilos y estéticas que se entrecruzaron en todas las direcciones.
En “Los 80. El rock en la calle”, que ocupa varias salas del Museo Histórico Nacional (Defensa 1600, San Telmo), se reúne una enorme cantidad de material original: flyers y afiches de recitales convertidos en documentos, ropa, instrumentos, letras de puño y letra de sus autores (por ejemplo de Luis Alberto Spinetta, “Rezo por vos”; “Una noche en New York City” y ”La rubia tarada”, de Luca Prodan(. También se puede ver la guitarra con la que Gustavo Cerati grabó de "Música Ligera" .
El recorrido comienza con una línea de tiempo de 1982 a 1991 en la que se describen los principales acontecimientos políticos, sociales y económicos de ese periodo. Cuando se traspasan las puertas del Museo Histórico Nacional, los temas de Sumo, Los Ratones Paranoicos, Riff, Los Violadores y Los Twist, entre otros, transportaron en el tiempo a las madrugadas en Eistein, Cemento, Die Shule, el Parakultural o La Esquina del Sol, donde muchas de estas bandas tocaron por primera vez.
"Es una época muy potente, de una gran energía que todos comparten, en una sociedad que recién sale de la dictadura. Hay una efervescencia creativa muy notable, con artistas de estilos muy, muy diversos. Con momentos de mucha alegría y de esperanza, con la democracia inicial y después también un gran desencanto, la crisis económica, los Carapintadas, todo lo que ocurrió en los 80", explicó Gabriel Di Meglio, director del Museo Histórico, a Télam.
En las salas de planta baja y el subsuelo se pueden descubrir verdaderos tesoros como la valija con la que Prodan llegó a la Argentina, el velador del concierto en el que Charly García presentó Clics Modernos, las violas emblemáticas de David Lebón y León Gieco; el arte original de Rocambole para las tapas de los discos de los Redondos y un teclado de Fito Paez entre las abundantes perlas del rock.
En las exposiciones fotográficas, la tarea del curador es vital. Se podría definir como un personaje camaleónico, aquel que pone de acuerdo el contexto con el que se tiene que dialogar. En algunos casos es un mediador para traducir algunas ideas complejas. Esta muestra cuenta con la curaduría de Aspix, uno de los fotógrafos emblemáticos de la escena, podrán verse trabajos de Andy Cherniavsky, José Luis Perotta, Alejandro Kuropatwa, Gabriel Rocca, Hilda Lizarazu, Charlie Piccoli, Eduardo Grossman, Claudina Pugliese y el propio Aspix, entre otros.