Cada tanto, alguna nueva producción se vuelve furor en Netflix y, entonces, los fanáticos no pueden dejar de mirar el contenido que le ofrecen y rápidamente además exigen una segunda entrega. Este es el caso de Bienvenidos a Edén, la nueva serie que tiene como protagonistas a Belinda, Alberto Baró y a Tomy Aguilera.
Para los que todavía no vieron el primer capítulo, tienen que saber que la historia comienza con una propuesta para ir a la mejor fiesta del mundo, la cual se hará en una isla paradisíaca. Hasta ahí, nadie puede negarse a la oferta. Sin embargo, cuando el grupo de jóvenes accede, una vez en la playa, las cosas empiezan a salirse de control. Enterate de los secretos de esta súper producción que ya es una de las más vistas en la plataforma audiovisual.
La trama atrapante
El gran éxito de la ficción tiene que ver con la trama, la cual resulta atrapante ya desde el principio, cuando los personajes, Zoa (Amaia Aberasturi), África (Belinda), Charly (Tomy Aguilera), Ibon (Diego Garisa) y Aldo (Albert Baró), descubren poco a poco que algo muy raro está ocurriendo.Los jóvenes son invitados a la isla con el pretexto de probar una nueva bebida que está por salir al mercado, aunque luego, todo empieza a salirse de control.
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“Les habían dicho que iban a hacer el viaje de su vida y efectivamente lo es, pero con la dimensión que queramos darle porque desde el principio nos damos cuenta de que hay algo turbio detrás”, explicaron los creadores de Bienvenidos a Edén.
La serie está inspirada en un caso real
El inquietante argumento de la serie está inspirado en uno de los festivales más desastrosos: el Fyre Festival, un certamen de música de lujo que acabó en un fracaso. Originariamente el certamen de música pretendía reunir a artistas e influencers del mundo de la moda en un evento sin precedentes.El abono, que costaba entre 400 y 200.000 euros según el nivel de comodidades, incluía dos fines de semana de 'glamping' (camping de lujo) con catering del chef estrella Stephen Starr y conciertos de artistas como Major Lazer, Disclosure o Migos. Y como ocurre en la serie, transcurría en una isla privada de las Bahamas.
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Sin embargo, cuando los invitados llegaron a la isla tropical, se encontraron con un escenario a medio construir y unas precarias carpas de las que no había para todos. Además, la supuesta exquisita experiencia gastronómica se convirtió en dos pedazos de pan, un poco de queso fundido y una ensalada. Como si no fuera suficiente, encima una fuerte tormenta hizo que el evento se convirtiese en un sálvese quien pueda.
Los escenarios donde se grabó
Para las escenas de la playa y los acantilados, el equipo se trasladó a la isla de Lanzarote, una de las islas Canarias frente a la costa de África Occidental administradas por España. En cambio, para la parte de las casas en las que residen los protagonistas, se ha recurrido a un escenario real que se ubica en Teruel, una ciudad de la comunidad autónoma de Aragón, al este de España.Una de las localizaciones de la serie se sitúa en la comarca del Matarraña, concretamente en las espectaculares Solo Houses de Cretas. Allí se ubica el excéntrico centro donde ocurre la trama de esta producción audiovisual.