El cruce de las Ravigniani y Niceto Vega, en pleno corazón de Palermo, estaba colmado de fanáticos enardecidos. No se trata de una exageración ni de un partido de fútbol: es lo que causó el fenómeno de Gran Hermano. La casa latió durante 155 días y en la gala de la final se podía sentir el acelere de los latidos.
La clave de lo que se vivió anoche era el público: la mayoría de los presentes promediaban los veintitantos y su fanatismo los conducía a no parar de sacudir carteles, mover sus banderas y hasta rogarle al personal de seguridad que los deje entrar al estudio pese a que los lugares disponibles ya estaban agotados. Con vinchas y remeras cada uno apoyó a su favorito.
La calle repleta de fanáticos que esperaron hasta la madrugada poder ver al ganador.
En la entrada del estudio mayor de Endemol había una gran cantidad de vallas y personal de seguridad. Una pantalla gigante transmitía lo que sucedía dentro de la casa y del estudio, para que todos puedan ver la gala. Una larga alfombra roja sobresalía de la puerta y caminando por ella se podía llegar al escenario donde Francisco se celebró su victoria horas más tarde. Los alaridos, gritos y cánticos eran el sonido ambiente. Aún el programa no había comenzado pero la fiebre por conocer el ganador aumentaba minuto a minuto.
Los ex participantes alistados para ingresar al estudio en orden de eliminación. Nadie con su vestido negro.
Los ex participantes esperaban detrás de un cortinado. Súper lookeados y con ganas de vivir el “amor y odio” de la gente por última vez en una gala. Ordenados por fecha de eliminación, los hermanitos también tomaron partido por su finalista preferido. Sea por amistad o estrategia, cada uno bailaba, cantada y hablaba con el público durante la previa.
A los costados del escenario principal se encontraba abarrotada la prensa. Cámaras de fotos, video y cronistas de todos los medios y sitios Web. Se vivía un clima de tensión, adrenalina y ansiedad.
El abrazo de Mariano con Rial ante su salida. Hubo emoción para todos y todas.
El show comenzó a las 21:40 y el tiempo se desvanecía como arena en las manos. El acelerado ritmo del programa hizo correr a más de un productor para contener distintas situaciones: enojos de familiares de los finalistas con críticas desde el público; llantos y personas a punto de desmayarse. Incluso en cada corte se vivía una lucha entre fans y staff. Todos querían sacarse fotos con los ex jugadores y pedir autógrafos. Una revolución televisiva.
Belén fue la segunda finalista en salir de la casa y sedujo con su look. Rial la saludó efusivamente.
En el piso cada integrante del equipo de GH debía hablar casi en susurro porque los fans estaban atentos a todo. Incluso observaban los movimientos de los familiares de los finalistas para intentar detectar alguna información sobre los resultados.
Antes de que Belén sea eliminada, su madre y hermanas se ubicaron para esperar el momento de su salida detrás de la pantalla de led. Y ese simple movimiento hizo que disminuyan los nervios de las seguidoras de Matías Schrank, el subcampeón del reality.
Cada video de repaso de lo que se vio durante cinco meses en el reality emocionaba y movilizaba a todos. El propio conductor, Jorge Rial se mostró nostálgico con su equipo y los abrazó y agradeció el éxito.
Matías agradeció el amor de su público y se abrazó con Rial cuando salió de la casa.
Pero pese a que Roberto, padre del misionero, era testigo de los ingresos de los votos. las Plagas (sus fans) estaban enojadas por la derrota y comenzaron a gritar que “había acomodo”. Todas las representantes del club de fans de distintos puntos del país viajaron especialmente para ver al joven de 20 años que salió subcampeón.
Jorge y los tres finalistas. Otro momento clave de la gala final.
El enojo se debió a que sus votos no alcanzaron a superar los que obtuvo Francisco. En los cortes se organizaban a mandar mensajes de texto para intentar hacerlo ganar pero no resultó. Incluso, mantenían diálogo con Maypi para que la morocha utilice las redes sociales y genere más votos para el misionero. “Me quedé sin batería”, les gritó la ex de Nicolás y la tribuna lo lamentó con dolor.
En los cortes, Jorge conversaba con sus hijas, que siguieron la gala minuto a minuto desde la primera fila.
Cuando se anunció el resultado que no esperaban, el staff de la producción de Gran Hermano debió controlar que ninguna fan ingrese al escenario debido a que las enojó la derrota de su ídolo.
Una gala intensa de comienza a fin.
Luego llegó el Gran Hermano, Francisco, quién se encargó de apagar la luz de la casa y todo fue una fiesta, clara que para los que lo bancaron. Fernando, Romina, Brian, Eloy y Nicolás saltaron de sus lugares para abrazarlo y celebrar.
Barby y Elenita en la primera fila alentaron al campeón. Lo alentaron toda la noche.
La hija de Francisco, Elena, estuvo presente en la gala. Cuidada por su madre y su abuela, la beba era elogiada por todos. Francisco, antes de retirarse del escenario, la tomó de los brazos y la mostró a sus fans quienes aplaudieron la mejor postal de la noche.
Se celebró y el programa terminó con la mitad del estudio saltando y la otra al borde de las lágrimas. Era lo más similar a un River - Boca, donde uno de los dos hizo una goleada.