La oferta teatral de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) siempre se caracterizó por su pluralidad y abundancia. La obra El árbol más hermoso del mundo, escrita y dirigida por Francisco Lumerman, suma a esos dos ítems uno otros muy particulares: dos protagonistas internacionales de primer nivel y un abordaje poético y sensible de una problemática cada vez más importante para toda la humanidad: el extractivismo y el cuidado del medio ambiente y la ecología.
Es que quienes protagonizaron durante todo marzo la pieza que vuelve en mayo al teatro Moscú de Juan Ramírez de Velasco 535, son nada más y nada menos que Ana María Orozco, archiconocida en la Argentina por ponerse en la piel de "Betty la Fea", y Salvador del Solar, probablemente uno de los intérpretes peruanos con mayor experiencia en teatro, cine y televisión. Ambos, brillan con dos personajes que logran contar una historia emocionante en el marco de una escenografía que, con su perfil minimalista, no evita el sumergimiento de las y los espectadores, en una nutrida selva que podría ubicarse en cualquier lugar de Latinoamérica.
Es que, en la región, la cuestión ecológica y alrededor de la mirada extractivista sobre la naturaleza, es una discusión que está en agenda y seguirá allí hasta dentro de muchísimos años. En la pieza teatral, justamente, se juntan a Colombia, Perú y la Argentina, tres potencias continentales que sufren día a día la depredación capitalista sobre los recursos naturales. Esa que no mira al costado ni hacia atrás, cuando puede mejorar su ganancia.
BigBang dialogó con ambos protagonistas sobre las sensaciones que les despertó la obra y también sobre la realidad política argentina, con un presidente como Javier Milei, quien desfinanció de forma imprudente la cultura y atacó de forma directa a artistas como Lali Espósito y María Becerra.
Ana María Orozco, de conquistar los corazones argentinos en la televisión a despertar consciencia ecológica desde las tablas
Tras terminar la obra se te acercaron fanáticas que te recordaron por tu papel en "Betty la Fea", ¿qué te genera que el afecto por vos siga vigente tras 25 años del estreno?
- Es algo lindísimo. O sea, todavía no entiendo bien cómo es que ha pasado todo esto o por qué, ya que me sorprende. Pero la verdad es que lo agradezco mucho porque recibo cariño, amor. Y eso es como un regalo. Todos los días me agradecen y es muy bonito, me conmueve. Y lo agradezco mucho, obvio.
En redes sociales definís a la Argentina como tu segunda casa y, además, tenés dos hijas nacidas aquí. La obra toca muchos temas muy vigentes del país, como la ecología y el extractivismo, ¿cómo respondió el público ante la propuesta?
- Impresionante. Es de lo que más conmueve y es muy actual. Fran empezó a escribirla hace dos o tres años, más o menos. Sin embargo, coincide con que es un tema tan vigente e importante, con los incendios forestales, que tenemos que reaccionar de alguna manera a lo que acaba de pasar y sigue pasando acá, en Colombia, o Estados Unidos. No para y asusta. Es algo que no sabemos si va a ser cada vez peor. La obra habla de esto que es tan importante, tan actual, tan necesario.
La obra está compuesta por vos que sos colombiana, Salvador que es del Perú y Fran, que es argentino. Tres países atacados por la depredación del medioambiente. ¿Qué efecto tiene esta sinergia que se logra entre tres países tan importantes de Latinoamérica en un tema tan delicado?
- Se dio sin pensarlo tanto. Como que necesitamos hablar de eso. Además creo que no solamente es un tema de nuestros países, algo más universal, me parece. Y esta vulnerabilidad del hombre con la naturaleza, de nosotros mismos hacia a la naturaleza, de la naturaleza hacia nosotros. Es algo que no terminamos de comprender profundamente. Claro, están los grandes intereses económicos, las empresas. Es verdad que en nuestros países está un poco más complicada esa cuestión, porque no hay protección suficiente o leyes que de verdad cuiden la naturaleza. Me parece pues un lujo poder hablar de este tema en la obra y que lo podamos tratar, además, de una manera tan artística y poética.
La cultura en Argentina viene siendo un poco golpeada desde las instituciones últimamente, más allá de la quita de subsidios y de cuestiones de financiamiento. El presidente Javier Milei atacó a artistas como Lali Espósito, ¿te preocupa como artista que la institucionalidad golpee directamente a tus compañeros?
- En términos de cultura, aquí no necesitan a nadie. O sea, es como que tienen algo tan potente y tan sólido. Los admiramos muchísimo en todo el mundo, no sólo en Latinoamérica. ¡Y de toda la vida! Yo he crecido viendo cine argentino, escuchando música, leyendo muchos escritores buenísimos. Y todos estos años de haber vivido acá me han enriquecido mucho.
Soy una gran admiradora de la cultura argentina y me da una tristeza enorme lo que está pasando porque, bueno, llevo 20 años acá, entonces he podido ver muchas cosas. Espero y confío en que esto no pase a mayores y que no sea nada definitivo. Siento que el pueblo argentino es muy fuerte. Han pasado muchas cosas y tienen como una fortaleza que interesa y a nivel cultural, una raíz muy profunda. Quiero creer que esto es un paréntesis raro. No sé.
Mientras ensayaban esta obra se incendiaba el sur argentino. ¿Qué efecto tuvo en ustedes?
- Nos pareció muy oportuno y nos sorprendió porque se terminó de escribir el año pasado, pero ya toda esta idea estaba en el aire. Son esas coincidencias que tienen una sincronicidad increíble, ¿no?Fue muy oportuno y nos emociona también porque estamos hablando de algo que está pasando en este mismo momento. Creo que a través del arte se pueden hacer y contar muchas cosas, y de una manera poética. De pronto se puede traer un poco de conciencia. En eso la cultura tiene un rol tan importante y puede generar grandes cambios. Más allá de eso lo que está pasando me da una pena enorme.
¿Cómo sigue el árbol más hermoso del mundo?
- Este fin de semana terminamos acá y nos vamos para Perú todo abril y luego regresamos en mayo.
Salvador del Solar, de ministro de Cultura de Perú a cumplir el sueño de actuar en la Argentina
En una Latinoamérica donde las cuestiones del medioambiente están muy vigentes y tu papel, justamente, es de una persona que ama más a los árboles que a los humanos.
- Es un trabajo del cual me siento muy agradecido de ser parte. Comenzamos a explorar con Fran Lumerman hace más o menos tres años. Es muy lindo escuchar que se sienta la actualidad de la obra a pesar de que se viene trabajando con tanto tiempo. Y es muy triste, al mismo tiempo, constatar que esa actualidad tiene que ver con la falta de conciencia. Si hay una historia que contar, si todavía existimos de aquí a un siglo, va a ser un periodo que se va a estudiar con mucha dificultad para entender por qué no reaccionábamos. No sé cómo explicarán las y los profesores de historia del futuro, el hecho de que teniendo la información, sabiendo lo que está pasando no hayamos sido, al menos todavía, capaces de reaccionar y tener un cambio verdaderamente drástico en nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza.
¿Qué rol creés que puede tener el arte para concientizar alrededor de estas temáticas?
- El más importante, y el que ha tenido a lo largo de su historia. No somos humanidad sin el arte, no somos humanidad específicamente sin la práctica de compartir historias que nos permitan ofrecernos un espejo. Muchas veces la ficción tiene un contenido de realidad más concentrado y capaz de provocar lo que los griegos llamaban la catarsis. Con el avance de la tecnología digital, que tantas ventajas nos da, también tengo la impresión de que el teatro, así como otras actividades que nos reúnen presencialmente, nos devuelve una sensación que sentimos que en la cotidianidad se nos está escapando. Estamos muy mediados por una cantidad de cosas, no solo la tecnología, sino también ideas, a veces hostilidades frente a otras ideas o a otros grupos y el encuentro en el mismo espacio público, actores, obra música, silencios, nos ofrece algo renovador.
El arte, la cultura en general, es fundamental para ser sociedad y eso es algo que que no podemos perder de vista y que en muchos lugares vemos que por visiones o ideologías políticas, se piensa que la cultura está en uno de los bandos, cuando cuando querer cortar la cultura es como querer cortarnos las piernas. Hay que tener altura, humanidad. La política siempre nos va a llevar en una dirección y en la otra, lo que no podemos dejar de lado es nuestra humanidad que es inexplicable sin la cultura.
El teatro argentino es muy popular a nivel mundial y sos un actor que tiene 35 años de trayectoria, por lo menos, ¿cómo fue esta cuestión de estar en las tablas en la Argentina?
- Muy especial. Yo soy un admirador del teatro y el cine argentino. Obviamente no soy el único. Puede sonar exagerado, pero, la verdad, a mí no me lo parece: considero que es patrimonio de la humanidad. Uno viene y se encuentra con el teatro que se produce aquí, el teatro grande y comercial, el teatro independiente, el off, el de los barrios, y se encuentra con una tradición viva. Dos palabras que no se combinan usualmente en muchas otras latitudes. Puede haber algo vivo, que no pertenece a una tradición, puede haber una tradición que quizás ya no sea tan viva. Acá se encuentra una con la otra. La palabra tradición, además, significa dar de mano en mano. Uno nota, siente generaciones que han mamado de generaciones previas que esa conexión existe y nos renueva. Entonces, como público soy un agradecido, aficionado, admirador de lo que se produce acá como actor. Tener ahora la oportunidad de estar aquí, es de verdad una alegría muy especial.
En tu país fuiste ministro de Cultura y recién hablaste de que la cultura y la política no tendrían que vincularse de la manera que se vinculan y que no tendría que ser de ningún bando.
- Shakespeare muchas veces para hablar de un problema que tenía en su propia sociedad, ponía sus obras en Verona o en Dinamarca. Veamos lo que está pasando con el Kennedy Center en Washington, en los Estados Unidos. Desde por lo menos finales de los '80 que ningún poder ejecutivo intervenía en cómo organizaba su oferta cultural. El gobierno actual ha entrado, ha sacado a todos los directores, y no se trata de que lo pueda hacer legalmente, se trata de hay muchas cosas que nos dividen hoy por hoy.
Vivimos un tiempo de polarización y fragmentación. Entre las cosas que nos unen -no es la única-, pero entre las cosas fundamentales que nos unen, está la cultura. Tenemos que ser especialmente cuidadosos, porque donde pensemos que estamos haciendo un gesto político nos estamos mutilando. Hay que preservar la cultura como un lugar de encuentro, como un lugar de volver a vernos, de incomodarnos. Como un lugar para decir cosas que en otros lugares no vas a encontrar, pero siempre bajo la conciencia de que es algo nuestro.
¿Qué te generan los ataques directos a la cultura por parte de Javier Milei?
- No solamente me parece triste en general, ya sea aquí o en cualquier otro país. Es peligroso, también, que personas con mucho poder lo hagan, porque además es un poder que no les pertenece a ellos, sino a la investidura que tienen. Que desde esa investidura utilicen el índice para señalar es muy peligroso. Es tan peligroso como recomendar cosas que no deberían estar recomendando tampoco.
El puesto trae una responsabilidad enorme, y no está bien señalar a personas que piensan distinto, que incluso critican, que pueden criticar incluso de una manera destemplada, si fuera el caso. Se supone que un defensor de la libertad tiene que defender la libertad de expresión también, ¿no? Y creo que toda autoridad tiene derecho a su opinión, pero tiene una responsabilidad más grande que el resto.