En un contexto donde la cultura, el teatro y el feminismo son puestos en tela de juicio con una frecuencia inquietante, Qué de Magnífico Tiene Que Ser Yo regresa a escena con una propuesta que no solo interpela desde el humor y la inteligencia, sino que también funciona como una trinchera de pensamiento y resistencia. Sofía Gala Castiglione, Analía Couceyro y Zoe Di Rienzo, protagonistas de la obra, dialogaron con BigBang y reflexionaron sobre los temas que atraviesan la puesta y su relevancia en la actualidad. "El arte siempre posibilita que se abran las cabezas, por eso también es perseguido", afirmó, contundente, Analía.
La obra se desarrolla enteramente sobre una cama. No es solo un recurso escénico, sino un símbolo: ¿un refugio, una trampa, un espacio de resistencia? Para Sofía Gala, sin dudas es un refugio. "A veces hacemos lo que llamamos un 'bed-in', como John y Yoko, y nos quedamos ahí, haciendo todo desde la cama. Es un lugar de calma, de compartir con mis hijos, mis amigos, de estar sola. No me tira para abajo, me recarga", cuenta.
Pero la cama también es un punto de partida para reflexionar sobre la hiperproductividad cuando se convierte en un mandato, el ocio cuando se se confunde con la pereza y la exigencia constante en movimiento. "Hoy hay una presión por estar todo el tiempo produciendo o consumiendo. Y hay algo muy revolucionario en detenerse, en simplemente existir sin responder a esas lógicas", dice Zoe, a lo que Analía agrega: "Es un espacio de intimidad, donde no estás expuesta, donde podés simplemente ser".
La obra recupera la historia de Zoe Rencini, una mujer del siglo XVII que desafío los mandatos de su época sin salir de su cama. En un presente donde los derechos conquistados parecen cada vez más frágiles, la lucha de las mujeres sigue siendo urgente. "No podemos descansar en que los derechos ya están ganados. Todo puede perderse", advierte Couceyro. Y Castiglione refuerza la idea: "Es impactante cómo, con siglos de diferencia, seguimos teniendo las mismas discusiones. Cambia la forma, pero el fondo sigue intacto".
La puesta también desafía los códigos tradicionales del teatro. Con un espacio escénico fijo, la actuación se vuelve un ejercicio de contención y creatividad. "Más que un límite, la cama es un trampolín", dice Analía. Pero el verdadero desafío es para el espectador: en tiempos donde el consumo cultural es fragmentado y la atención dura segundos, el teatro obliga a la presencia absoluta. "Te obliga a estar en el aquí y ahora, sin distracciones, sin pausa para agarrar el teléfono", destaca.
La cultura, en este momento, es un territorio en disputa. Se la desfinancia, se la minimiza, se la ataca. Pero la resistencia está en escena. "El arte siempre ha sido peligroso para los que no quieren que pienses", sentencia Castiglione. "Por eso se lo persigue, por eso se lo intenta vaciar de contenido, reemplazándolo por un entretenimiento sin profundidad". Y Di Rienzo, concluye: "Nosotras no damos mensajes, señalamos situaciones. Y el público, en ese espacio de desaceleración, puede pensar por sí mismo".
La obra, sus personajes habitan en la cama, un espacio de resistencia, de pensamiento, ¿cómo es en sus vidas personales?
Sofía Gala Castiglione: No, para mí la cama es un re-refugio, yo uso mucho la cama, me gusta mucho, a veces en mi casa hacemos lo que le decimos bed-in, que es lo que hacían Jhon y Joko cuando se casaron, que se fueron a estar en la cama y hacían todo desde ahí, y me re gusta, para mí la cama es como una casita, un lugar donde me gusta habitar, donde me gusta, donde me siento relajada, donde comparto cosas con mis hijos, con mis amigos, sola, en soledad, en mi caso la cama no es un lugar que me tire para abajo, sino todo lo contrario.
¿Les resonó a nivel personal esta propuesta de hacer un espectáculo desde la cama? ¿Les pareció atractiva?
Analía Couceyro: Sí, yo creo que nos resonó y nos pareció atractiva a todas, es algo que ya hemos hablado, que tiene que ver con la idea de la hiperproductividad y que entonces tiene que ver con poder detenerse y no estar todo el tiempo produciéndose, algo que creo que nos afecta a todas las personas hoy en día.
Zoe Di Rienzo: Y también detenerse no solamente a producir, sino es detenerse también para dejar de consumir, porque es como que si no estás produciendo es porque estás consumiendo, y tiene que haber un momento donde no estés ni produciendo ni consumiendo, y eso es el espacio que simboliza la cama en algún punto en la obra, en la vida nuestra al menos.
Sofía Gala Castiglione: Sí, y sobre todo el consumo y la productividad para lo de afuera, porque siento que tanto consumo como productividad, más que nada la palabra productividad se convierte en una palabra que pareciera que solo encierra la productividad para el afuera, para el otro, para el engranaje Económico o de lo que sea, pero que tiene que ver con un engranaje en el que uno es parte y no le pertenece, y para mí existe toda una productividad emocional y debida que tiene que ver con el ocio, con compartir tiempo con la gente que querés, con momentos de calma, con momentos, viste cuando te dicen pero en la cama no haces nada, o cuando no estás haciendo esto no estás haciendo nada, y para mí es todo lo contrario, siento que uno nutre su alma justamente cuando tiene el tiempo de poder no hacer nada, no estar trabajando para el otro, o para el otro, y trabajar un poco para uno, ya sea descansando, durmiendo, leyendo un libro, o lo que tengas ganas de hacer, y eso no se toma como algo productivo, me pareciera que no lo es, y yo siento que es como un motor casi de uno. Es muy cierto. Lo que hace que te muevas también, que tu cabeza sea más amplia que ir a trabajar, que ser un soldado del sistema.
Analía Couceyro: Sí, es un espacio de intimidad también, estás con vos misma, aunque sea con otras personas, y eso implica no estar expuesta todo el tiempo también.
Zoe Di Rienzo: Y la cama también tiene otro tiempo, que cuando estás en la calle ese tiempo es más vertiginoso, en la cama está el tiempo del silencio, y hay un tiempo de reflexión que estamos dejando de lado, que me parece que hay que retomar ese espacio en silencio para con uno mismo.
La obra juega con la historia de Zoe, una mujer que desafió los mandatos de su época, ¿qué tan vigente creen ustedes que sigue siendo esta lucha?
Analía Couceyro: Bueno, absolutamente vigente cada vez más. Hoy más que nunca. Hoy más que nunca, Hay algo donde también en la obra se habla de cómo se dan por sentados que los derechos que se consiguieron ya están, y me parece que hoy en día es súper actual la reflexión sobre cómo hay que estar todo el tiempo, no se puede dormir, no se puede descansar justamente en que se consiguieron derechos porque todo puede perderse.
Sofía Gala Castiglione: Sí, y es muy loco porque en la contraposición de esta Zoe del 1500 y de la Zoe de ahora, las dos deciden hacer lo mismo y en algún punto para sus personas es igual de revolucionario. Digo, como que hay algo que siempre estamos hablando de las mismas cosas, como que pareciera que hay algo de esto que cambia algo de la forma, se adapta o se acomoda, pero hay algo del fondo que no termina de hacer ese clic y no termina de suceder. Entonces siempre, pase lo que pase, pasan los siglos, quedan los artistas. Pasa esto, pasa lo otro, pasa lo otro. Siempre quedan las mismas preguntas y siempre quedan los mismos temas. Siempre quedan los temas de fondo que realmente no se terminan de resolver.
¿Es un desafío para ustedes como actrices que todo se desarrolle en un solo espacio?
Analía Couceyro: Yo creo que es un desafío y al mismo tiempo es una contención. Más que un corset desde el cual no nos podemos mover, también es eso, un colchón. Porque también es un colchón desde el cual podemos saltar y divertirnos y jugar.
¿La obra puede invitar a reflexionar? ¿Qué pretenden dejarles al público una vez que terminen de verla?
Sofía Gala Castiglione: Yo creo que lo que tiene de bueno es que justamente es una obra divertida, es una obra entretenida, pero también es una obra inteligente. Yo siento que está buenísimo el entretenimiento, pero siento que es importante el contenido. Porque siento que el entretenimiento, solo con esta excusa de yo quiero ir a reírme, yo me quiero ir a divertir, que está buenísimo y es re válido, también se pierde algo fundamental que es lo que te trasciende, lo que te deja pensando que no necesariamente tiene que ser algo duro, o tiene que ser una bajada en línea directa, que te deje tipo, que no sabes si sos culpable y si fuiste al lugar para que te insulten, o te bardeen, o para ver algo que te gusta. No, creo que lo que tiene de bueno esta obra es que te deja, se hace un montón de preguntas, no baja línea, no está tratando de dar ningún mensaje más que, che loco, pongámonos a pensar en todas estas cosas que están sucediendo y que vienen sucediendo desde siempre, desde el humor, desde reírnos de nosotras mismas, hasta reírnos de todo y de lo que pasa, y también planteándolo seriamente. Y me parece que ahí es donde se conjuga por lo menos un lindo hecho artístico y cultural, donde vos podés ir y pasar un buen momento y también salís trascendido, salís modificado, porque si no todo es una baba de nada, de sin profundidad, en 2D.
¿La obra es una forma de invitar al público a desacelerar? ¿A repensar el ocio?
Zoe Di Rienzo: Bueno, justamente la obra tiene un timing que es bastante veloz, hay una velocidad también, los temas que van apareciendo y en las maneras que se van abordando, sí se plantea desde el humor, también se plantea un espacio para la reflexión, pero hay que estar atento porque hay mucha información cambiando, donde te vas repreguntando cosas a medida que va sucediendo.
Analía Couceyro: También yo creo que hay algo del teatro hoy en día que es un ámbito que te obliga a desacelerar, te obliga por lo menos a estar presente en una cantidad de tiempo, digo que los consumos culturales son muy fragmentados, entonces la gente está cada vez más habituada a consumir todo por periodos de tiempo muy pequeños, y entonces hay algo donde incluso la gente cuando ve una peli en su casa, la para, agarra el teléfono. Entonces me parece que hay algo del teatro que te obliga de alguna manera a estar conectado en eso solo durante el tiempo que ocurre la obra, y eso me parece que es una experiencia que es novedosa hoy en día.
Da la casualidad que la obra tiene un alto contenido de feminismo y además en el teatro, en un contexto donde tanto la cultura de género como el arte , fueron puestas en tela de juicio últimamente...¿Cómo las agarra a ustedes?
Analía Couceyro: Sí, yo creo que hay algo donde la obra habla de temas que son absolutamente actuales, que podemos decir son actuales incluso hoy más que hace un mes y que hace un año. Lamentablemente, sí, que también tiene que ver con lo que se supone que es, con lo que muchas personas pensábamos que eran temas ya allanados y que eran evoluciones que habían sucedido y que hay que seguir defendiendo.
¿La cultura del género, el feminismo y la salud mental, de la que también habla la obra, son temas de los que se habla lo suficiente?
Sofía Gala Castiglione: Yo creo que es un tema que se desvirtúa mucho y que de esa manera sí se habla mucho, pero no sé si se habla siempre de lo que se tiene que hablar o se apunta donde se tiene que apuntar. Se amplía tanto y hay tantas opiniones y tantos puntos de vista y tantas cosas que se termina deformando y a veces no estamos hablando esencialmente de lo que tenemos que hablar sino que nos vamos por las ramas. Yo creo que pasa mucho eso. Es importante centrarnos en las cosas importantes y en las cosas que puedan llegar a tener algún tipo de solución o cambio. Divagamos mucho y ahí también siento que se pierde el sentido de un montón de cosas. Yo siento que sí, la cultura es resistencia siempre y siento que es un lugar, la cultura abre la cabeza, quita a pensar, a plantearte y a replantearte un montón de cosas. Siempre fue un lugar de resistencia y de lucha, entonces desde ese lado sí hay un peso político, por decirlo de alguna manera, pero no creo que nosotros seamos los encargados.
Analía Couceyro: Sobre todo en la idea de mensaje. El arte siempre posibilita que se abran las cabezas, por eso también es perseguido.
Sofía Gala Castiglione: Y por eso es peligroso para los que no quieren que pienses. Por eso el entretenimiento empieza a ocupar todo lo que tiene que ver con el arte y quita la profundidad para que seamos todas homogéneas, que no nos preguntamos nos estamos riendo del mismo chiste de hace 45 años. Parece que hay algo de eso, de control, y sí, controlar la cultura, y sí, controlar que la gente no piense y no llegue a proyectos y a cosas que te abran justamente la cabeza, sí es un elemento de control.
Zoe Di Rienzo: También sí me parece que uno no lleva un mensaje, sino que uno muchas veces señala situaciones, y me parece más interesante como en el momento en que uno señala situaciones, todo lo que se plantea ahí y hacerlo desde ese lugar. No hay un mensaje para llevar, hay situaciones para revisar en todo caso.