¿Puede un intento de parar la censura convertirse, a su vez, en censura? Algo así es lo que sucedió con el Código Hays, una particular iniciativa de la industria de Hollywood para autolimitarse al momento de tratar el sexo y la violencia, el cual rigió desde 1930 hasta 1968.
La portada de la versión original del Código Hays.
Es que, a principios de los años '20, una serie de escándalos en el mundo del cine y el estreno de varias películas con un enfoque moral arriesgado hizo que varios legisladores presentaran propuestas para que el gobierno estadounidense creara un organismo de control y censura.
Así, Hollywood contraatacó encargándole al obispo presbiteriano Will H. Hays la elaboración de un código de lineamientos para que guionistas y directores encararan con decoro el sexo y la violencia. Los estudios prefirieron autocensurarse en lugar de tener que cumplir con leyes externas potencialmente nocivas para su producción comercial.
Las leyes del absurdo
En el documento, se establecían tratamientos que incurrían en constantes absurdos. Todo acto criminal debía ser representado de manera negativa y su autor castigado en el argumento. Sin embargo, este "karma" no podía ser administrado por la vía del suicidio.
Hasta los dibujos animados sufrieron el código: Betty Boop cambió su vestuario a uno más modesto.
Las películas, así, debían presentar "estándares de vida correctos" -excepto que el argumento necesitara lo contrario- y todos sus personajes debían respetar la ley, la religión y las enseñas patrias estadounidenses.
La desnudez estaba absolutamente prohibida, al igual que las referencias abiertas a cualquier tipo de comportamiento sexual. En todas las escenas románticas, la mujer debía tener al menos un pie en el suelo.
El nacimiento del hijo de Melanie en Lo que el viento se llevó tuvo que ser mostrado en sombras.
Esto incluso alcanzaba a embarazos y partos: la escena donde uno de los personajes de Lo que el Viento se Llevó daba a luz, tuvo que ser representada mediante sombras en una pared.
El consumo de alcohol y drogas tampoco podía ser mostrado excepto que fuera estrictamente necesario para el argumento, mientras que no estaba permitida ninguna referencia a la homosexualidad, las relaciones interraciales o las enfermedades venéreas.
La hora de la libertad
Luego de décadas de reino para el código Hays, la aparición de la televisión y la competencia de los filmes europeos puso a Hollywood bajo el desafío de condiciones de producción más libres.
A eso se le sumó la decisión de la Suprema Corte estadounidense de incluir a las películas dentro de la Primera Enmienda de la Constitución, la cual garantiza la libertad de expresión. De esta manera, las posibles iniciativas gubernamentales para censurar la producción cultural ya no eran una amenaza.
Eso, más la aparición de varios filmes que desafiaban abiertamente el código, determinó que a fines de 1960 finalmente fuera reemplazado por el sistema que rige actualmente, el rating de la MPAA, que determina la existencia de cuatro ratings: G para audiencias generales, M si hay contenido adulto, R para películas sólo aptas para mayores de 17 años y X para las que tienen contenido sexual explícito.