09 Mayo de 2021 08:00
En diálogo con la BBC en 1985, la reina Elizabeth II recordó a la que describió como "una de las noches más memorables" de su vida: la que pasó de festejo por las calles de Londres con su hermana Margaret el 8 de mayo de 1945, el día en que se declaró la victoria de los Aliados en los combates europeos de la Segunda Guerra Mundial.
Esa fue única vez que la reina (en aquel entonces una princesa de 19 años) se mezcló de incógnito entre sus súbditos junto a su hermana de 14. Ambas, con el permiso de su padre, el rey George VI, salieron a celebrar junto al pueblo.
La única condición fue que salieran acompañadas, y así, se fueron escoltadas por su prima Margaret Rhodes, la dama de honor Jean Woodroffe, el amigo íntimo de Elizabeth Lord Porchester, y el asistente del rey Peter Townsend, quien luego sería el gran amor de Margaret.
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"Cruzamos la explanada del palacio de Buckingham y llegamos a las rejas y allí estaban estas masas y masas de personas", recordó Rhodes años después. "Había un espíritu general de 'Queremos ver al rey y a la reina', al que todos nos unimos frenéticamente. Cuál fue nuestra sorpresa cuando, cinco o 10 minutos después, las ventanas se abrieron y salieron al balcón. Fue como un escape maravilloso para las chicas. No creo que hubieran salido nunca entre millones de personas. Fue pura libertad, como ser una persona normal", agregó."No recuerdo a quién se le ocurrió la idea", describió Woodroffe y sumó: "Salimos por una de las puertas traseras del Palacio de Buckingham y nos dirigimos a la izquierda del centro comercial. Había mucha gente cantando y gritando".
En su diálogo con la BBC, la reina Elizabeth expresó que les "aterraba" que las reconocieran así que trató de taparse parte del rostro con la gorra de su uniforme de servicio. "Un oficial de Granaderos de nuestro grupo de unas 16 personas dijo que se negó a ser visto en compañía de otro oficial vestido de manera inapropiada. Así que tuve que ponerme la gorra adecuadamente", añadió.
"Filas de personas desconocidas unían sus brazos y caminaban por Whitehall, nosotros avanzamos en una ola de felicidad y alivio", agregó y contó: "También recuerdo que alguien en nuestro grupo se intercambió sombreros con un marinero holandés; el pobre hombre tuvo que venirse con nosotros para recuperar su sombrero".
Rhodes relató que el grupo en el que se encontraban las princesas decidió entrar al lujoso hotel Ritz a bailar: "El Ritz siempre ha sido tan estirado y formal, y animamos a los invitados que estaban dentro", continuó. "No creo que se dieran cuenta de quién estaba en la fiesta, creo que pensaron que éramos solo unos jóvenes borrachos. Recuerdo que las ancianas parecían levemente sorprendidas".
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Según Woodroffe, en las calles la alegría desembocaba en descontrol. "Había personas besándose y abrazándose, e incluso haciendo el amor. Me sorprendió, nunca había visto que pasaran ese tipo de cosas en público antes", rememoró."Cuando volvimos al palacio, el rey y la reina estaban allí. No estábamos agotados después de todo. Estábamos encantados de haber formado parte de ello", concluyó la dama de honor.