Ricky Pashkus tiene 67 años y tanto dentro como fuera del espectáculo, no hay quien no elogie a este gran exponente del teatro argentino. Su vida, tal vez, se divide en sus tres facetas: como director teatral, coreógrafo y docente. Un hijo enamorado de sus padres, quien contra viento y marea logró cumplir aquella meta que tenía de chico. "Ser muy famoso, como Doris Day", era lo que le decía a su hermano.
Hoy su gran presentación es, sin lugar a dudas, Kinky Boots, la gran obra musical que comueve a todos en Villa Carlos Paz y que actualmente está protagonizada por Federico Bal, Fede Salles y la gran Laurita Esquivel. "No creo que la comedia musical sea el género más difícil, aunque la utopía diga que sí: tenés que actual como un actor, cantar como cantante y bailar como bailarín", resalta en diálogo con BigBang.
Y advierte: "Es decir, tenés que ser Julio Bocca, Julio Cháves y Luciano Pavarotti a la vez . En ese sentido, sí. Pero no todos pueden aspirar a eso. Un actor que hace un Shakespeare....". Repleto de anécdotas, enseñanzas y amor por lo que hace, Ricky presentó hace poco su autobiografía bajo el nombre de "Conservate bueno". "Tiene que ver con el potente, fuerte, expansivo, no temas a la ansiedad, conservate fuerte porque todo lo que no crece, decrece", sostiene.
Allí, relata una vida que lo tiene todo: sainete, comedia y drama. Con sinceridad brutal y humor, Ricky entrelaza recuerdos de infancia, aventuras adolescentes en los márgenes, postales de una Buenos Aires opresiva y peligrosa, con el sorprendente y poco convencional recorrido que lo llevó a convertirse en un destacado coreógrafo, director y maestro de artistas. "Los actores y las actrices, si no son reconocidos por todos parece que hay algo que no ejerce en su profesión", destaca.
Y consultado sobre las cualidades que tiene que tener un actor sobre el escenario para destacarse por sobre el resto, afirma: "Talento, talento para conducir su talento, es decir el don para conducir el don, es decir, disciplina, perseverancia, buena voluntad y estrategia. Pero por sobre todas las cosas, ser personales. Estudiar como loco, pero ojo....que eso no quiera decir que se pongan en neutro, que no existe. Ser fieles a quiénes son".
Durante el recorrido de su niñez, Ricky la define en el libro con una frase que marca el tono que eligió para contar su vida: “A mi infancia la recuerdo como preciosa y triste a la vez. Durante esos años, mi madre lidiaba con un pánico inconfesable de que mi hermano, yo, o ambos, fuéramos homosexuales. Claro que no lo decía abiertamente, era másbien algo que flotaba en el aire. Alcanzaba para poder intuirlo y, por lo tanto, para que duela”.
De esto y mucho más hablamos con el coreógrafo durante una charla íntima donde se trataron diversos temas de su extraordinario recorrido por el espectáculo argentino: del perro de la directora de editorial Planeta que lleva su nombre, pasando por las dolorosas cartas de su mamá que halló tras su fallecimiento y la excéntrica anécdota con el difunto ex presidente Carlos Saúl Menem. ."Cuando leí las cartas me dije ´¿mi madre estaba tan desesperada que escribía cartas al mundo pidiendo ayuda?´. Yo lo sentía. Mi madre, por amor, me dio ese instante tan contradictorio, precioso y, al mismo tiempo, tan triste porque era una confusión compleja de comprender", destacó durante la entrevista.
Cuándo decidiste lanzar tu autobiografía
- En general hablo mucho y en una época escribía muchos mails que no los entendía nadie, porque yo escribo como hablo, muy disléxico. Sabés que yo siempre, cuando no me entienden, me dio "soy disléxico", pero no estoy tan seguro. Si bien mi escritura por mail o por lo que sea es terriblemente desordenada, esto se lo adjudiqué a mi ansiedad. Pero te soy sincero, estoy pensando que se repiten las letras que me confundo y puede que tenga que ver con una dislexia que no reconocí. me gusta hablar, comunicarme, escuchar, leer, la gente que tiene pensamientos personales y que es inteligente. Hay dos o tres cosas que son básicas, y que les reclamo a los jóvenes que es que no se quejen en general, que no repitan frase hechas y estereotipadas porque veo un riesgo en esa repetición, y muchas veces en esas charlas, alumnos y amigos, me decían que tenía que escribir. Hasta que un día, un amigo, Rodrigo Ures, me mandó un chat del mes de septiembre de hace dos años con todo lo que le había dicho yo en un mail a él, las cuales apreciaba. "Tenés que escribir, andá a Planeta", me dice. Yo no me acordaba de ese chat y le dije que él había sido el de la idea.
Empecé a sentir la necesidad, obviamente en pandemia, que fue un motivo, una acción o una actividad. Ya pasada la pandemia, me acerqué a Planeta y Adriana Fernández, que es la que maneja todo lo que es la editorial Planeta en la Argentina, le dije "tengo este proyecto" y me miraba. "Perdoname, te puede decir algo", me dice. Ahí pensé que la estaba pifiando mal. Y entonces me dice: "Tengo un perro. ¿Sabés cómo se llama? ¡Pashkus!". Me contó que ella me conocía mucho, pero que el nombre lo había puesto su hijo, quien no me conocía. El chico le pidió un perro a la directora de editorial Planeta, ella se lo trajo y le preguntó cómo lo querés llamar "Pashkus" y cuando le preguntó el porqué, el nene le dijo: "Dijeron eso en televisión y es nombre de perro". Y es genial porque me pareció algo tan impresionante, aunque a la gente no le impresiona tanto como me impresionó a mi ese momento que haya un perro que se llame "Pashkus".
¿Recorrés todas las etapas de tu vida?
- Empecé a grabar capítulos en esta mezcla que sería mi mundo, llamémoslo, pedagógico, que tiene que ver con todo lo que es mis encuentros con los jóvenes desde siempre. Hay un recorrido que es un poco biografía, anéctodas, hablar de Francella, Pinti, de (Eleonora) Cassano, Julio Chávez, de Cecilia Roth, de gente que conozco desde hace unos 15 o 20 años. Y lo mezclo con mi experiencia docente, mi experiencia como alumno, la creación de de proyectos educativos y lo mezclo con momentos bisagras para mi, como el G-20, la celebración de los 10 años de la democracia cuando me llama Menem, y Sofovich me dice "armá la democracia".
Y cuento anécdotas. Para contarte, entraba Menem y mi mamá lo quería tocar para demostrarme que yo no me había ocupado bien de la seguridad del presidente. ¡Y mi trabajo no era ese! No había celulares en ese momento, pero mi mamá lo agarra a Menem y mirándome, me dice: "Sos un boludo, cualquiera lo puede atacar". O la apertura de la Copa América en La Plata. El día que llegamos al Estadio único de La Plata, se inauguraba la Copa América, y yo tenía que practicar con más de cien bailarines. "No se puede", me dicen porque el pasto tenía que salir absolutamente intacto. "Cómo voy a hacer una apertura si nunca la ensayé en el lugar", les dije. Hoy ya no me puedo enojar, pero en esa época me pude enojar y no me escracharon. Alquilaron otra cancha, pero yo les dije que tenái que ser esa. entonces compraron todo un piso de plástico y estas son cosas que contar, sumadas a la experiencia, a los espectáculos y a las grandes figuras que nos acompañaron.
Me dijiste detrás de cámara que el título tenía toda una historia detrás....
- Conservate bueno. Tiene dos miradas. La primera es que en inglés se dice Keep well y que en castellano sería "cuidate". Pero un filosofo al que yo admiro muchísimo, que se llama Baruch Spinoza, que habla de la potencia. Hay una frase, que no la dice exactamente así, pero yo todos mis mails los firmé durante décadas con "Conservate bueno" porque en su trabajo epistolar, Epinoza siempre firmaba con el "Conservate nuevo". Dicho en mis palabras, porque no quiero hacerlo responsable a él de cualquier estupidez que yo diga, el "Conservate nuevo" tiene que ver con el potente, fuerte, expansivo, no temas a la ansiedad, conservate fuerte porque todo lo que no crece, decrece. Hacer la plancha no es posible. La vida obliga a que el hambre sea continuo, constante y que a pesar de lo atosigante que es vivir en continuo y perpetuo sometimiento a la expansión y crecimiento, es la mejor opción para salir fortalecidos.
Hay una frase en el libro donde afirmas que tuviste una niñez "preciosa, pero triste". ¿Es la dualidad de la vida?
- Es verdad, es la dualidad. Cuando yo digo preciosa, pero triste digo que yo soy una persona "triste", pero no se nota mucho porque soy hiperquinético o efusivo. De chico estaba muy en contacto con una emotividad dolorosa y triste. Y digo preciosa porque mis padres fueron lo mejor, no me faltó nunca nada y me dieron mucho amor. me emociona siempre recordarlos. Triste y lo sintetizo, hoy es más fácil hablar de lo que es o no un bulliying. En ese momento la homosexualidad, no los primeros años de mi infancia, pero el pánico que tenía mi familia desde muy chico por alguna intuición de que yo fuera homosexual era tan terrible que mi madre escribía cartas.....cuando mi madre muere, yo descubrí algunas cartas que ella escribía a Asociaciones que hoy se llamarían LGBT, aunque esa palabra en esa época no existían, gritando por auxilio porque tenía dos hijos homosexuales.
Cuando leí las cartas me dije "¿mi madre estaba tan desesperada que escribía cartas al mundo pidiendo ayuda?". Yo lo sentía. De chico fui al colegio, y la gente decidirá si es la parte preciosa o triste de mi vida, y un día la llaman del gabinete psicopedagógico, los cuales detesto, y yo no me daba cuenta porque tenía 8 o 9 años. Pero sí me daba cuenta del aroma de lo que se estaba diciendo. Lo que escuchaba era "su hijo es demasiado buenito"; "tiene demasiadas buenas notas"....Yo creí que se referían un poco a que a mi no me gustaban los deportes, pero enseguida, aunque no lo supe decodificar, me di cuenta que ese "buenito" era "su hijo es gay" en un idioma codificado.
Esa palabra no existía en esa época...era "su hijo es homosexual o mariquita". Algo de eso mi madre entendió, pero no se hizo cargo de esa comprensión y entendió lo de "buenito". Entonces me dijo "Ricky, a partir de ahora necesito que te saques malas notas y cada vez que te saques malas notas te vamos a dar un regalo. ¿Qué querés?". Y yo pedí unas lapiceras carísimas para chicos que se portaban bien. Entonces cada vez que yo traía una mala nota me regalaba una lapicera Tintenkuli que era un regalo que a un chico de "buenito" le puede gustar nomás. Esa paradoja, esa contradicción, es el regalo que a mi la vida me dio. Mi madre, por amor, me dio ese instante tan contradictorio, precioso y, al mismo tiempo, tan triste porque porque era una confusión compleja de comprender. Y no reclamo nada en lo más mínimo. Por eso digo, fue precioso porque querían resolver un problema que no tiene solución.
Con cuál actor te quedarías si tuvieras que elegir
- Mi hermano de la vida es Julio Cháves, en el libro cuento cómo lo conocí. En el año 75´, Julio Cháves, Cecilia Roth y yo estábamos esperando, mirándonos sin conocernos, porque éramos los elegidos entre mil para entrar a una audición. Julio Cháves es el número uno por mi vida e historia, pero Julio Bocca; Guillermo Francella, Eleonora Cassano; Cecilia Rossetto; Karina K, Enrique Pinti; y te podría seguir nombrando: Martín Bossi y Fernando Dente. ¡Tato Bores!
Comienzo, no te diría lo primero, pero casi las primeras cosas que hago es estar con Tato. Hay gente que no lo conoce, pero hay un video que habla de "la jueza Barú Budú Budía", que era la jueza María Romilda Servini, y en ese momento se nos informó que había prohibido ser nombrada, aunque después se descubrió que no fue así. Entonces todos juntos, desde Fito Páez, Charly García, Victor Hugo, Magdalena Ruiz Guiñazú, Fernando Bravo, decían "la jueza Barú Budú Budía" y era un acto de revolución, y estuve ahí. En cada caso, tuve la fortuna de haber conocido a grandes próceres del arte.