22 Abril de 2020 11:59
El actor, locutor, escritor y humorista Marcos Mundstock murió este miércoles a los 77 años tras pelear contra una enfermedad que lo había alejado de los escenarios y las giras de Les Luthiers durante el último año y medio. El grupo lo despidió con un emotivo comunicado donde remarcan que “pensar hoy en partidas o ausencias resulta demasiado triste”. “Hoy preferimos evocar todo lo que Marcos nos brindó y conservaremos con nosotros para siempre”.
Mundstock fue una de las voces más distintivas de la escena humorística de la Argentina en los últimos cincuenta años. Su voz, su risa y su ocurrencia fueron sólo algunas de las características que marcaron su extensísima carrera, que no sólo incluyó a Les Luthiers, sino también su actuación en decenas de películas, la última de ellas en El cuento de las comadrejas, un exitoso filme de Juan José Campanella que protagonizó junto a Luis Brandoni, Graciela Borges y Oscar Martínez.
Tras conocerse su muerte este miércoles por la mañana, sus compañeros y amigos de Les Luthiers emitieron un comunicado donde relataron que la muerte de Mundstock se produjo luego de más de un año de lucha contra una enfermedad que en los últimos tiempos se había tornado irreversible. “De ahora en más cada uno de nosotros deberá a transitar el doloroso camino de aprender a convivir con su ausencia”, señalaron.
“Nos quedará el recuerdo de su voz, única e inconfundible. Y de su presencia sobre el escenario, con su carpeta roja y frente al micrófono, que cautivaba al público antes de decir una palabra”, agregaron. Sólo un gesto de Mundstock bastaba para hacer descostillar de risa a miles de espectadores. Una ceja levantada, la cara de confusión o la boca abierta eran motivo para que, aún sin emitir ni un sonido, los teatros se rindieran a sus pies.
Mundstock fue uno de los fundadores de Les Luthiers, tal vez uno de los mejores grupos humorísticos de la Argentina, que con ironía y a partir de la creación de insólitos instrumentos musicales cautivaron a millones de espectadores desde fines de la década del 60. De aquella primera formación sólo queda vivo Jorge Maronna. Gerardo Masana falleció en 1973 y Daniel Rabinovich, otro inconfundible y muy querido actor, murió en 2015. El año pasado y esta temporada, como Mundstock había anunciado que se retiraría un tiempo para tratar su enfermedad, estaba siendo reemplazado por Roberto Antier.
En su extensa carrera, además, trabajó en una decena de películas. Además de El cuento de las comadrejas, tuvo participaciones en No sos vos, soy yo, donde interpretó a un psicoanalista; en Torrente 3, donde hizo un cameo, y hasta interpretó a un personaje de Ratatouille, la película infantil, en la versión doblada para la Argentina.
Pero por sobre todas las cosas, Mudnstock era un hombre de risa. Detrás de un gesto serio - aún más serio por vestir de smoking en las funciones - había un hombre que le rendía culto al sentido del humor. El periódico español El País estimaba en base a un curioso cálculo que el humorista había provocado alrededor de 4.400 millones de risas, si se tiene en cuenta que en más de 50 años de carrera Les Luthiers ofreció unas 7.600 presentaciones, con más de 10 millones de espectadores que se reían, en promedio, 444 veces por espectáculo.
Una de sus últimas presentaciones en público fue a través de un mensaje grabado que se emitió en el Congreso Internacional de la Lengua realizado el año pasado en la provincia de Córdoba. Allí abordó, como no podía ser de otra forma, algunas cuestiones semánticas y lingüísticas. Con un divertido monólogo (o biólogo, como le gustaba decir) propuso una valoración más “estricta” de algunos términos muy utilizados. “Que un 'lo que canta un gallo' equivalga a 'dos santiamenes' y a cuatro 'periquetes'; y que un 'me pareció un siglo' sea igual a la cuarta parte de 'una eternidad' o a un '0,33 por ciento' de 'ya no veo la hora'.
“Nos quedarán grabados los aprendizajes compartidos que hicimos a lo largo de tantos años, los lugares del mundo que descubrimos juntos, la sorpresa cada vez que Les Luthiers daba un nuevo salto y llegaba más y más lejos”, publicaron sus compañeros y amigos. “Nos quedará el recuerdo de sus chistes cotidianos, rápidos y asombrosamente ingeniosos, listos para brindarnos una chispa de alegría en todo momento, en las buenas y en las malas”. “No podemos dejar de agradecer a la vida y sentirnos privilegiados de haber recorrido con él todo este tramo del camino”, cerraron.