El 30 de abril de 2013, la vida de Máxima Zorreguieta sufrió otro inconmensurable cambio: la por entonces princesa de Orange fue coronada junto a su marido, Guillermo. Y, aunque su agenda laboral se triplicó, la reina y su familia disfrutan desde hace tres años y 134 días de lujos con los que pocos pueden siquiera soñar. Los excéntricos lujos de los siete palacios de la ex chica de Recoleta.
La pareja se instaló en la mansión de 600 metros cuadrados al año de su boda.
En febrero de 2003, después de festejar su primer aniversario de casados, Máxima y Guillermo se instalaron en la Villa Eikenhorst, una exclusiva propiedad de 600 metros cuadrados y 50 habitaciones ubicada en la ciudad de Wassenaar, a sólo 43 kilómetros de Amsterdam. Viven ahí desde entonces, pese a su cambio nobiliario.
¿El motivo? Quieren mantener la relativa vida normal que llevan allí sus tres hijas: Catalina Amalia (12), Alexandra (11) y Ariadna (9). La más grande, heredera al trono de Holanda, todavía puede ir en bicicleta a su escuela, aunque acompañada por sus guardaespaldas, claro. Para conocer cómo viven las princecistas criollas, hacé click acá.
El nidito real fue construido en 1985 y se encuentra rodeada de 451 hectáreas de bosques. Tiene jardines especiales, un lago, una pileta y una inmensa galería. Como toque personal, Máxima mandó a techar la terraza para poder plantar flores típicas de la Argentina. Siete mujeres trabajan a diario para mantener impecable a la reina y a sus hijas.
Máxima mandó a techar la terraza para poder plantar flores argentinas.
En unos años, cuando la mayor cumpla 18, la familia se instalará en el majestuoso “Palacio Real” de 22 mil metros cuadrados está ubicado en el corazón de Amsterdam, frente a la plaza la Dam. Está construido sobre 13.659 pilares de madera y sobre la cima se posa una escultura de Atlas sosteniendo un globo terráqueo de más de mil kilos.
La familia real se instalará en seis años, cuando Amalia sea mayor de edad, en Amsterdam.
La familia real, hasta ahora, sólo recibe allí a los invitados más prestigiosos de su agenda y oficia, año a año, una ceremonia especial por el año nuevo. La reina anterior, Beatriz, abandonó el palacio en febrero del 2014 para instalarse en el Castillo de Drakensteyn.
El Castillo de Drakensteyn en el que ahora vive la anterior reina, Beatriz.
Aunque la suegra de Máxima adquirió la propiedad en 1959 con su patrimonio personal y antes de convertirse en reina, Guillermo la heredó junto a su título nobiliario. Es decir que, tras abandonar el trono, Beatriz “vive de prestada” en el castillo ubicado en la ciudad de Baarn, a 38 kilómetros de la catedral.
La suegra de Máxima compró la propiedad en 1959.
Con un jardín de casi diez hectáreas y rodeada de bosques, la mansión principal en la que creció el actual rey tiene una característica llamativa: está rodeada por un lago artificial y se puede acceder sólo desde un puente. Tiene establos, una amplia biblioteca y un comedor especialmente diseñado para recibir figuras diplomáticas.
Los jardines barrocos del palacio Het Loo son uno de sus principales atractivos.
Pero en caso de que Máxima no quiera pasar el fin de semana junto a su suegra, la egresada del Northlands también puede hospedarse en el palacio Het Loo ubicado en la provincia de Gelderland. Los impresionantes jardines barrocos y las caballerizas reales son uno de los principales atractivos turísticos del lugar, que abre sus puertas sólo cuando Máxima y su familia no se encuentran allí.
Habitaciones cargadas y mucho oro.
Construido en 1685, el castillo ofició de residencia de verano para la familia real holandesa por siglos. Pero, según los medios europeos, la familia prefiere pasar las épocas de calor en otros países y es duramente criticada por sus constantes viajes al extranjero, en especial a la Argentina.
Palacio Noordeinde, en donde Máxima y Guillermo tienen sus oficinas.
Pero no todo es viajes y placer en la vida de la holando-argentina. El matrimonio real tiene sus oficinas en el Palacio Noordeinde, ubicado en la ciudad de The Hague, a 63 kilómetros de la capital y sólo 20 de su residencia oficial.
Allí guardan, también, todos los carruajes reales.
Y, al igual que el resto de las propiedades, sus puertas se abren cuando los monarcas no se encuentran allí por la suma de seis euros. Barato si se tiene en cuenta que en 2014 el matrimonio debió invertir 146 millones de dólares para mantener sus castillos.
Si la familia tiene ganas de montar a caballo, también puede instalarse por unos días en el Palacio de Soestdijk, una casa de campo oficial que permanece inhabitada desde 2004.
Los últimos que vivieron allí fue la princesa Juliana, quien reinó Holanda hasta 1980, y el príncipe Bernhard. Máxima la refaccionó en 2006, pero nunca fueron.