El nacimiento de Lilibet Diana, la segunda hija de Meghan Markle y el príncipe Harry, fue anunciado por sus padres a través de un escueto comunicado oficial. La formalidad con la que manejaron la noticia impactó también en la Familia Real, en especial en el modo en el que el príncipe William se terminó enterando del nacimiento de su sobrina.
Si bien los medios ingleses habían especulado con una posible reconciliación después de que el hijo menor de Lady Di participara del funeral de su abuelo, el duque de Edimburgo; lo cierto es que la relación entre los hermanos sigue siendo "tensa y distante".
"Harry intenta acercarse a su familia, pero cuando las cosas parecen encausarse, sorprende a todos con una entrevista internacional en la que los acusa de racistas. Es muy difícil para William poder sostener la relación, en especial porque para él los ataques tienen un valor doble: no sólo se trata de su familia, sino que además es la corona que algún día heredará", precisaron fuentes de la Corona.
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Quienes procuran aceitar la relación son nada más y nada menos que Meghan y Kate Middleton. "Los medios buscaron ponerlas en un lugar de rivalidad, pero por fuera de los roces que Meghan reveló en diversas entrevistas, nunca tuvieron una mala relación. Son muy distintas, no son amigas, pero siempre fueron muy educadas entre ellas", indicaron.
En efecto, quien le comunicó a William el nacimiento de Lilibet Diana fue su propia mujer. "Meghan le mandó un mensaje de texto en el que le contó que la beba ya había nacido y que ambas se encontraban en buen estado. Fue Kate la encargada de darle la noticia a William. No hubo diálogo entre los hermanos", aseguraron.