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En cuarentena: Edu Schmidt, ex Árbol, acompaña su nuevo álbum con delivery de cocina judía

El músico lanzó su disco "Croto" al mismo tiempo que su emprendimiento de comida judía a domicilio, Shleper. 

por Natalia Torres

07 Junio de 2020 13:20
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"Vamos a invadir el mundo de knishes", promete Edu Schmidt. Cantante y violinista, ex integrante de Árbol, acaba de lanzar su cuarto álbum solista pero en cuarentena encontró un nuevo canal creativo: la cocina. 

Así nació Shleper, un emprendimiento de cocina judía con delivery donde, en sociedad con su novia Luján, el músico pone a trabajar su aprendizaje formal en gastronomía para sacar del horno knishes de papa, pletzalej con pastrón, falafel, hummus, y también dulzuras típicas como strudel o leicaj.

A su manera, además, Shleper es la otra cara de Croto, el disco que Edu editó una semana atrás: no por nada ambos nombres significan lo mismo en distintos idiomas.

"En la cuarentena mi actividad musical se frenó bastante excepto la parte pedagógica y la preparación de la salida del disco. Y me di cuenta de que me levantaba con más ganas de cocinar y probar alguna receta que de grabar o tocar el violín", le cuenta a BigBang

Al mismo tiempo el aislamiento trajo, a través del ida y vuelta de mensajes de WhatsApp entre Edu y sus padres, los secretos de la "mamele" para preparar recetas judías. "El disco se terminó, quise hacer la presentación regálándole comida a la prensa como una especie de souvenir y se juntaron las dos ideas", ilustra. 

"Nos vaya como nos vaya es un éxito porque me sirvió para estar haciendo algo en la cuarentena. Me levanto contento, obsesionado por los knishes que tengo que entregar al mediodía", agrega. "Estaba acostándome tarde, sin nada que hacer, no tenía una motivación especial para arrancar cada día y estuve bajoneado. Podríamos decir que la cocina me salvó".

Placer y servicio

La cocina judía siempre despertó curiosidad entre el público ajeno a su cultura, y es esa ansia de explorar la que Edu busca alimentar con Shleper. 

"Si bien somos un país de inmigrantes, creo que la comida judía sigue siendo exótica. Cuando era chiquito venían amiguitos a mi casa a comer cosas que a veces a mi no me gustaban, como la matzá, que son básicamente galletas con sabor a nada. A ellos les encantaba porque era raro, a mi me parecía fea al lado del pan", recuerda. 

Esa infancia también plantó la semilla desde la que terminó creciendo Shleper: Edu vivió en una casa donde cocinar y disfrutar la comida eran dos motores vitales que terminaron uniendo en su mente para siempre las nociones de "comer" y "placer". 

"Si no sentís algo especial comiendo es muy difícil transmitirlo al cocinar", advierte. "En las épocas en las que tuve que seguir algún tipo de dieta me costaba cocinar y concentrarme en los sabores".

Al mismo tiempo, hay también algo de la vivencia musical que se emparenta con la cocina haciendo que la transición entre ambos universos sea natural. En ambos caminos, según Edu, está la manera "de servir al otro, de pasar  tiempo preparando algo para que el otro disfrute un ratito, en un acto artístico efímero".

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