16 Febrero de 2020 11:58
El martes 22 de junio de 1982, Lady Di rompió con todas las tradiciones y marcó un antes y un después que, sin saberlo, condicionaría a las futuras "mamás reales". Contra la voluntad de la propia Reina Elizabeth II, la por entonces princesa de Gales dio batalla para poder dar a luz en un hospital. Ganó la pulseada y el príncipe William se convirtió en el primer heredero al trono británico en nacer en la exclusiva ala Lindo del hospital Saint Mary de Londres. Kate Middleton siguió sus pasos, Meghan Markle se rebeló por completo. La rebeldía de Diana que se convirtió en el karma de sus nueras.
De marcado perfil bajo y hasta por momentos excesivo hermetismo, Middleton se convirtió en uno de los rostros más visibles de la Corona tras su casamiento con el príncipe William. Sin embargo, la duquesa y futura reina logró mantener el interés hacia su persona, sin exponer en ningún momento información de su vida privada. Sus entrevistas son poco usuales, mientras que sus apariciones públicas son controladas al extremo. Sin embargo, en las últimas horas accedió a un mano a mano con la periodista Giovanna Fletcher y habló por primera vez de sus tres embarazos.
La duquesa eligió el podcast "Mamá feliz, bebé feliz" para dar su primera nota después de la sorpresiva renuncia de su cuñado, el príncipe Harry a la Familia Real. De acuerdo a los medios ingleses, fue la única condición que puso: que nadie le preguntara por el hijo menor de Lady Di y mucho menos sobre su concuñada, Meghan Markle. Sin embargo, habló con honestidad a la hora de recordar las tres oportunidades en las que tuvo que presentar a sus hijos al mundo y la tensión que sintió en ese momento.
"No voy a mentir, estaba aterrada", reconoció la duquesa, con una inusual honestidad. "William y yo éramos muy conscientes de que esto era algo (por los nacimientos de sus hijos) por lo que todos estaban entusiasmados, ustedes saben que estamos enormemente agradecidos por el apoyo que el público nos ha mostrado y, de hecho, para que podamos compartir esa alegría y aprecio con el público, sentí que era algo realmente importante".
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Antagónica fue la posición que tuvo Meghan a la hora de dar a luz a su primogénito, Archie. La duquesa no sólo quiso tener el parto en su casa, sino que además se negó a presentar al bebé a las pocas horas de su nacimiento, tal como lo hicieron Kate y Diana. Finalmente, una complicación de última hora obligó a la mujer de Harry a dar a luz en un hospital de Gales, pero sí cumplió con su promesa de no mostrarse en público por obligación.
"La primera vez que lo tuve en brazos a George fue maravillosa. No sabíamos el sexo, nos enteramos en el momento. Me acuerdo de llegar a mi casa con el bebé y pensar: '¿Voy a poder con todo esto?'. Los miedos que atraviesan todas las madres. Ningún embarazo es idéntico, ningún parto es idéntico y ningún bebé es idéntico. Siempre estás aprendiendo".
La duquesa recordó que pasó sólo una noche en el hospital tras el nacimiento de George. "Me acuerdo de que hacía muchísimo calor. La realidad es que lo único que quería era que me dieran el alta, para poder volver a la normalidad de mi casa. Muchos vieron a William poner el huevito en la camioneta y la realidad es que es cierto que lo practicó un poco. Estábamos muy nerviosos. Cuando nos subimos al auto, sentía que estaba volviendo, pero con un bebé. Cuando llegamos a casa, lo dejé en el sillón, lo miraba y me daba miedo tocarlo. No sabía qué hacer".
"Meghan sentía una gran presión por aparecer impecable y creía que no era lo normal. Las imágenes de Kate siempre fueron muy criticadas porque forzaba el modelo de que la mujer tiene que dar a luz como si nada hubiera sucedido. Por eso se tomó casi cuatro días y presentó a su bebé en un salón del castillo en el que se casó, habló poco y regresó a la reclusión junto a su marido", precisaron en su momento fuentes cercanas a la duquesa.
Es importante entender cómo impacta en la mujer el embarazo. Por momentos es algo abrumador"
En la entrevista, Kate optó por no hablar de Meghan, pero sí se refirió a todos los estados de ánimo que atravesó en sus embarazos: "Es importante entender cómo impacta en la mujer todo el proceso. Es abrumador por momentos. Cuando hablamos de salud mental, hablamos de eso. También es importante crear un ambiente acogedor para el bebé. Siempre está la presión de ser 'padres perfectos', pero tenemos que entender que pasa por otro lado".
"Subestimé totalmente el impacto que tendría un hijo en nosotros, en nuestra vida familiar", reconoció en alusión a la llegada de su primer hijo, George. "Ninguna planificación puede prepararte para ese momento. Nos tomó un poco de tiempo acostumbrarnos y volver a ponernos en marcha, pero supongo que esa es la belleza de tener un bebé recién nacido: te lleva a tus lugares más difíciles y desconocidos, en los que realmente ni siquiera habías pensado".
La duquesa también se refirió a la crianza de sus hijos, en especial la de su hijo mayor, tercero en sucesión al trono británico. "Tuve una infancia muy hermosa y simple. Cuando fui mamá entendí todo lo que mis padres habían sacrificado por mí y por mis hermanos. Intento que mis hijos tengan una vida simple, pese a que todo es mucho más complicado en la actualidad. Poder compartir momentos simples con ellos es algo importante para mí".
"Muchas veces me da culpa dejar a mis hijos por el trabajo. Una vez, un hombre muy sabio me dijo: 'Somos más animales de lo que creemos y necesitamos más ser una manada de lo que imaginamos'. Por eso, para mí es importante poder tener a un equipo de personas que me ayuden y saber que cuando los dejo están en buenas manos".
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La duquesa también confesó que hizo hipnosis durante sus embarazos para "estar bien psicológicamente". "Mi primer embarazo fue duro, porque sufría de náuseas matutinas. Fue un desafío para mí y para quienes me rodeaban. Me veían sufriendo y no podían ayudarme. Pese a que no podía comer lo que debería, mi cuerpo logró crear vida y eso me resulta fascinante".
"Traté muchas cosas para sentirme mejor y el hipnobirthing fue enormemente poderoso. Siempre llegué contenta al parto, porque era un acontecimiento que sabía que iba a tener un final. Vi el poder de la meditación y la respiración profunda cuando estaba realmente descompuesta. Me ayudó a entender que el malestar era algo que podía controlar".