Fue uno de los episodios más tristes e impactantes en la vida de Diego Armando Maradona. Luego de una noche de excesos, el pibe de oro estuvo a punto de dejar este mundo a los 40 años de edad. Lo salvaron los médicos y la capacidad de supervivencia de un físico golpeado que superó todos los límites.
Tal es así, que la biopic autorizada del astro futbolístico comienza narrando los hechos del 4 de enero del año 2000. El 10 estaba alojado en la chacra del empresario Pablo Cosentino, ubicada en el balneario José Ignacio de Punta del Este, cuando su cuerpo dejó de funcionar. El gran testigo fue Guillermo Coppola (73), que invitado a Los Ángeles de la Mañana rememoró el episodio y volvió a poner los pelos de punta de toda la audiencia.
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"Lo que pasó con él en Uruguay fue diez veces peor que lo que se vio en la serie. Diego no estaba vivo. Estaba liquidado", comenzó diciendo quien era en ese entonces su representante.
La muerte puede esperar
Aquella madrugada, al ver que Maradona no reaccionaba, Coppola contó que llamó al médico en estado de pánico. "Estaba en la cama recostado y me asusté. Le puse una toalla mojada en la cara y no veía ninguna reacción". Y agregó: “A los médicos les dije todo lo que pasó la noche anterior”.
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Luego del llamado telefónico, el representante de pelo blanco subió a Pelusa al auto como pudo y lo llevó hasta el Sanatorio Cantegril de Punta del Este, donde lo aguardaba una camilla y los médicos que le salvaron la vida.
Años después, en diálogo con Infobae, el profesional que lo atendió, Jorge Romero, contó los pormenores y el diagnóstico de aquel episodio: “Diego tenía una crisis hipertensiva y una arritmia ventricular. Además, dejaba de respirar durante lapsos de cinco o seis segundos. Estaba muy grave en serio. ¡Se estaba muriendo!”.
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Finalmente, decidieron trasladar al enfermo a Buenos Aires, donde estuvo internado durante 23 días en el cuarto piso del hospital FLENI de Belgrano. Todavía no era el momento de irse.