por Alejo Paredes
27 Noviembre de 2022 08:00Si de teatro musical hablamos, la calle Corrientes es la mayor referencia en Latinoamérica como lo es Broadway en el mundo, siendo considerado el distrito teatral más importante de la región: sus salas ubicadas a lo largo de la avenida generaban, anualmente, antes de la pandemia de coronavirus, miles millones con la venta de entradas a los espectadores. Pero luego de la reapertura de los teatros con el aforo del 100% de su capacidad tras casi dos años de pandemia, la avenida Corrientes comenzó a vivir una etapa de transformación: el público comenzó a circular de manera masiva -tal y como lo hacía años atrás- y empezó a elegir una vez más al teatro por encima de otras opciones, como el cine.
Dentro de la industria teatral y cultural argentina, Maximiliano Córdoba se presenta desde hace años como un hacedor incansable. Sus primeros pasos en el medio fueron nada más, ni nada menos que de la mano de Alejandro Romay , el histórico fundador del Grupo Televisa, ocupando el rol de asistente de producción en sus fastuosos espectáculos. Esto le permitió formar parte de los musicales más importantes realizados en nuestro país donde adquirió muchísima experiencia. "Se volvió más segura calle Corrientes y creo que los más chicos, de 30 para abajo, están como saliendo más. Están siendo más habitué del teatro y hay como un renacer", sostiene Maxi.
El prestigioso productor, uno de los más importantes a nivel teatral que ostenta el país en estos momentos, comenzó a trabajar en 2011 con Javier Faroni donde pudo desempeñarse como coordinador de producción. A su cargo tuvo decenas de obras de texto y de comedias musicales, pero el salto lo dio en 2014 cuando tomó la decisión de expandirse a nivel internacional. "Una campaña publicitaria bien puesta no baja de los dos o tres millones de pesos para decir ´estoy más o menos visible´ y una campaña para redes son un millón más. Producir un espectáculo en calle Corrientes de calidad ronda los $30.000.000", resalta en diálogo con BigBang.
En marzo del 2020, con el devenir de la pandemia, la industria del espectáculo sufrió un golpe devastador que alarmó a todos. Cerrar los teatros durante tanto tiempo fue una grave consecuencia que paralizó al mundo del entretenimiento. Pese a todo, el teatro no solo logró sobrevivir, sino que comenzó a ser visitado una vez más por un importante número de personas. Por eso, Maxi no lo duda y en diálogo con este portal afirma: "El teatro es el único rubro que para mi no va a morir. Por ejemplo, el cine en algún momento va a morir pero al vivo, no lo vas a poder vencer. No hay algo que le compita porque no existe, por eso es milenario el teatro", detalló.
En diálogo con BigBang, el productor habló de todo: su vida, cómo arrancó en esta profesión, la mano de Alejandro Romay, el renacer de la Calle Corrientes, si se gana plata produciendo teatro en la Argentina y el consejo que le dio Pepe Cibrián. "Yo no compartía la pasión que tenían mis compañeros por Pepe. Me acuerdo que llegaba con los perros y decía ´hoy tomé sol´. Y la gente moría porque Pepe había tomado sol. De alguna manera hay que compartir esa locura, que es una locura linda, pero que es personal. Yo quería ponerme a laburar, la clase había empezado y hacía 15 minutos que estábamos diciendo huevadas. ¡Y yo quería laburar!", dijo, entre risas.
La entrevista competa con Maximiliano Córdoba
¿Cuándo te diste cuenta que la producción teatral era lo tuyo?- Este camino inicia por casualidad, te podría decir, pero más que nada por curiosidad. Desde muy chiquito empecé a estudiar teatro por timidez y un día, durante una muestra me di cuenta que me encantaba ese mundo, pero todo lo que tenía que ver con la organización. No tenía el mismo placer que sentían mis compañeros en el momento de exposición. La primera vez que fui al teatro tenía 15 años y literalmente me sentí en mi casa. O sea, me causa risa cuando escucho comentarios de ese estilo pero me pasó eso. Estaba comenzando la secundaria y no entendía qué quería hacer y para dónde ir. El mundo me pedía que hiciera cosas que me den seguridad pero al ver la obra me fasciné con los olores. Ese olor a humedad, butaca y descubrí que todo eso, que era mi primera vez, se me hacía muy placentero, que yo era parte de ahí. Ahí comenzó mi descubrimiento.
¿Intentaste estudias con Pepe Cibrián?
- Mis parientes son decoradores de interiores y le habían decorado la casa a Pepito Cibrián. Como pegaron onda, me recomendaron a Pepe que daba clases en el teatro del Globo. Entonces comencé a tomar clases para descubrir un poco eso. Me fascinaba descubrir el mundo de esa gente con cero complejos, con una mente mucho más libre a nivel artístico. Estudiábamos danza, actuación y demás. Y yo estaba mucho más atento a lo que pasaba en detrás de escena. Ese mundo me resultó más interesante y me llamaba mucho más la atención. Me dí cuenta que la exposición no me daba placer, pero sí lo hacía generar esas herramientas para que eso se lleve a cabo. De ahí, Pepe me recomendó a un productor de (Alejandro) Romay porque en una charla me dice "vos no estás cómodo acá arriba" y cuando yo le dije que me gustaba esto y lo otro, me respondió con una pregunta "¿Pero vos querés laburar de esto?".
Al margen de eso, yo no compartía la pasión que tenían mis compañeros por Pepe. Me acuerdo que llegaba con los perros y decía "hoy tomé sol". Y la gente moría porque Pepe había tomado sol. De alguna manera hay que compartir esa locura, que es una locura linda, pero que es personal. Yo quería ponerme a laburar, la clase había empezado y hacía 15 minutos que estábamos diciendo huevadas. ¡Y yo quería laburar! Ahí me di cuenta que no era mi camino y Pepe también se di cuenta a su manera. Mandé un curriculum al teatro Broadway que era de Romay, me entrevisté, le conté todo esto y me contrataron como utilero y asistente de producción de una obra. En esa camada estaban Elena Roger, Diego Reinhold, Hugo Ávila, entre muchos otros. Todos bailarines de primera línea. Yo estaba deslumbrado por la capacidad que tenían porque además eran obras de gran despliegue a nivel producción.
¿Cómo recordás a Romay?
- Lo que me pasaba con Romay, que lo conocía de verlo en la televisión, fue que significó un salto rotundo. La historia de vida de Alejandro me gustaba mucho, un tipo que se había generado de la nada y no viene de una familia de millonarios. Creó todo, el canal, fue muy emprendedor y muy mágico. Sabía los nombres y las familias de cada persona que trabajaba ahí. Para él, eran grupos familiares los que trabajaban ahí y eso me generaba mucha empatía, el ver que el dueño de todo llegaba, saludaba y sabía tu nombre. Te generaba un vínculo familiar.
Yo me quedaba fuera de hora mirando cómo laburaba el maquinista,. el operador de sonido o el tipo que diseñaba las luces. El teatro no tiene, o tenía, un techo. Podés disparar para un montón de áreas y te da la oportunidad de vincularte con un montón de áreas. El mundo cambió, cuando empecé no había escuelas de producción teatral y hoy tenés muy buenos profesores o escuelas.
Yo aprendí haciendo, me hice productor de gira con (Javier) Faroni, que un día me dijo "Subite a un micro y llevate la compañía". Aprendí a la marcha. Siempre fui muy mandado a experimentar. Empecé a producir como promotor obras en el exterior, en países a los que nunca había viajado. Para mi hay un ABC para promocionar: necesito una sala, medios de comunicación, hotelería y comida. Me armaba un listado, viajaba cuatro días y daba entrevistas. Así arranqué en cada país y hoy programo en 14 países, incluyendo España. El público cambia todos los años y la manera de llegar es diferente. Eso me da la satisfacción de seguir sorprendiéndome.
Lo único que siempre tuve claro es que nunca me quería quedar en un solo lugar. Me aburro muy rápido. Era utilero y estaba pensando cómo podía hacer para llegar a hacer la producción del show.
¿Se gana plata en argentina produciendo teatro?
-Sí, se gana plata, pero tenés que pegarla. El teatro no está diseñado para hacerte millonario. Si vos tenés plata y querés duplicar tu inversión, yo no sé si te recomendaría que hicieras teatro. La realidad es que no sé hacer otra cosa, mi único trabajo toda la vida fue producir, generar y exportar teatro. La Argentina es un buen mercado, hay que tener en cuenta muy bien los números, hay que entender que es una movida financiera lo que uno está haciendo y saber cuál es la media que se maneja por temporada. Por ejemplo, se está manejando un 30 o un 40% de sala y esos son mis números, con esos tengo que partir, eso es lo que puedo invertir y eso es el poder de recupero que tengo para intentar reducir el riesgo.
La realidad es que no hay nada cantado y hay obras que son un fenómeno. Incluso, yo he hecho grandes éxitos como grandes fracasos con el mismo equipo creativo. Tiene que ver también con la magia de producir. Hay caballitos ganadores, pero son muy poquitos. Tenés un Suar, tenés un Darín o un montón de mujeres que son muy talentosas como Érica Rivas, pero son muy pocas. Y también han hecho grandes fracasos. No te garantizan cien por ciento el éxito.
¿Cuánto cuesta una inversión?
- Regreso en Patagonia (uno de sus productos actuales junto a "La Granja de Zenón") sale toda la línea (risas), es un monstruo. Tengo gente que viaja muy seguido, que ve espectáculos en Las Vegas y que no tiene nada que enviarle. Es relativo porque tiene que ver el tipo de teatro donde vas a ir a parar, la cantidad de días y el tipo de elenco que querés armar.
Una campaña publicitaria bien puesta, que es uno de los puntos fundamentales, hoy no baja de los dos o tres millones de pesos para decir estoy más o menos visible y una campaña para redes son un millón más. Estamos hablando de cuatro millones de pesos por una temporada, mínima, de tres meses. Después tenés que agregar la apuesta y la escenografía. Yo creo que en tres meses tenés que invertir 100 mil dólares para hacer algo bueno. Hay obras que no necesitan un apoyo visual como lo tiene Regreso en Patagonia, por ejemplo. Es muy relativo y creo que entre 50 y 100 mil dólares es lo que se utiliza en la temporada.
Producir un espectáculo en calle Corrientes de calidad, con un número medio de compañía (6 actores categoría A) más rider, escenografía, vestuario, creativos y publicidad, ronda los $30.000.000.
¿Cuánto se tarda en recuperarla?
- La inversión se recupera dependiendo del producto. La Granja de Zenón, por ejemplo, es un producto que se vende muy bien y tratamos de mejorar. Es un producto muy visual, de calidad de exportación y lo hago en mi afán de levantar la vara cada año porque tengo un 40% del público que es el que ya lo vio y el resto es el que se va renovando. Apunto a ganar siempre en mi país, la Granja no es un producto barato, de hecho es más caro que la media que acabo de decir por la cantidad de pantallas, seis meses de material audiovisual que se está preparando, coreografías y se cambian todo lo que es canciones. Pero te puedo decir que recupera y gana durante la temporada de Buenos Aires. Después a la gira le va muy bien, todo lo que es el exterior le va muy bien, pero el negocio está planeado para poder ganar durante la temporada.
Vos no solo producís acá en el país, sino en otras partes del mundo. ¿Económicamente cuál es más rentable? ¿Y en términos de audiencia?
- En audiencia a mi me gusta la Argentina, no hay público más lindo que el argentino, pero te lo digo no desde el fanatismo sino que visito todo lo que es latinoamérica de punta a punta y la mayoría de todos los puestos creativos grosso están cubiertos por argentinos. Somos creativos, estamos dispuestos al cambio constante y ¿qué nos pasa?. Recuerdo una charla que tuve con un empresario español que llegué y me dijo "la pauta publicitaria tiene que ser está". Para mi no era el camino y me dijo que hacía diez años que usaban la misma y que funcionaba muy bien, pero en la última década el mundo cambió. Lo que pasa es que hay países que tienen la suerte de no tener demasiada devaluación y demás, lo que le genera esta estabilidad económica y creativa. Nosotros como argentinos, que en esa ganamos por goleada (risas), nos genera que todo el tiempo tengamos que estar pensando cómo nos reinventamos. Para los países del primer mundo no hace falta eso.
Lo que pasa hoy en la Argentina es que uno antes tenía la posibilidad de ver cuatro espectáculos al mes y hoy solo va a ver dos o uno porque tiene que cuidar más el mango. Por eso hoy tenés esa presión de que si te elige, no tenés y no podés defraudarlo, porque además es un público muy fiel. El cambio del dólar, que creo que fue en junio, que explotó, generó una plancha a nivel mercado que decías "¿ahora qué hacemos?".
Armar un espectáculo como La Granja son doce meses de laburo y al llegar, saber que lo tenés y que estás ahí, la preventa viene bien y de repente se planchó el mundo te obliga a barajar y dar de nuevo. Agarramos toda la campaña y la cambiamos toda: "Vení ya" o Comprá ya". Era un mensaje directo porque teníamos que cambiar el enfoque.
¿A qué creés que se debe este renacer de la Calle Corrientes?
- Se volvió más segura calle Corrientes y creo que los más chicos, de 30 para abajo, están como saliendo más. Están siendo más habitué del teatro y hay como un renacer. El teatro es el único rubro que para mi no va a morir. Por ejemplo, el cine en algún momento va a morir porque el día de mañana te comprás un televisor de 200 pulgadas con un masajeador y te quedás en tu casa viendo las plataformas por streaming. Pero el vivo, no lo vas a poder vencer. No hay algo que le compita porque no existe, por eso es milenario el teatro. Creo en el renacer de la calle Corrientes, pero hay una cosa que es real y que cada vez va a costar ver artistas de media talla en calle Corrientes porque cada uno ahora hace su negocio a través de las redes sociales sentado en un sillón. Haciendo dos posteos, algunos recaudan la que otros se llevan haciendo un mes de teatro. Así, es difícil. Ahora hacen una serie en una semana por Netflix y ganan lo de un año. Es difícil competir.