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"Siempre me jodió lo de la grieta"

Fabián Vena, entre la filosofía y el escenario: "El teatro es tan identitario como el asado o el fútbol"

En diálogo con BigBang, el actor y director reflexionó sobre la cultura teatral, la identidad y el poder de las preguntas.

por Alejo Paredes

11 Abril de 2025 12:47
Fabián Vena, entre la filosofía y el escenario: "El teatro cobija todo"
Fabián Vena, entre la filosofía y el escenario: "El teatro cobija todo"

Por estos días, Fabián Vena no solo vuelve al escenario, sino también a una de sus zonas de mayor disfrute creativo: el pensamiento. A partir del 26 de abril, en el Teatro El Picadero, retoma funciones de ¿Quién soy yo?, un espectáculo singular que mezcla filosofía, teatro, música, humor y emoción. Es un unipersonal que, aunque cargado de elementos y complejidades, se sostiene por su sola presencia escénica, pero también por un trabajo colectivo intenso, que se despliega desde lo escenográfico hasta lo conceptual. La obra -con dramaturgia de Carlos La Casa y Daniel Cúparo- lo muestra en la piel de un profesor expulsado del sistema que da clases clandestinas sobre las grandes preguntas de la humanidad. "Ya voy por el tercer año", cuenta con entusiasmo en diálogo con BigBang

Fabián Vena, maestro, director, compañero de ruta
Fabián Vena, maestro, director, compañero de ruta

Y con el pecho lleno de orgullo, de alguien que ha pasado por todos (o casi todos) los lugares que puede ofrecer la actuación, agrega:  "Y me sigue dando un enorme placer. Me gusta mucho cómo se ríe la gente, cómo se conmueve, y cómo después se queda pensando. Es una obra que deja huella". La idea original nació de una conversación con Hugo Midón, un artista clave en su formación. "Me dijo: 'tengo una idea sobre un filósofo que da clases clandestinas'. Ya con eso me atrapó. Y la verdad es que a mí siempre me interesó la filosofía, aunque nunca pude entrar por el lado académico. Me resulta difícil, casi como leer física cuántica. Pero esta obra me acercó desde otro lugar", avisa.

Vena dirige, actúa y moldea cada elemento del espectáculo como una pieza de orfebrería. La puesta en escena propone una suerte de clase teatralizada, dividida en "bolillas", con música original de Pablo Porcelli que acompaña cada tema como si se tratara de una ópera del pensamiento. La escenografía, en permanente transformación, es también metáfora: el saber puede surgir desde cualquier lugar. "La clase se da en un depósito de la Facultad de Medicina, con elementos en desuso. Y con eso, el personaje improvisa. Una radiografía, un esqueleto, una camiseta... La idea es que se puede pensar con cualquier cosa", dice Fabián.

El actor y director vuelve al Picadero para convertir una clase de filosofía clandestina en una experiencia escénica
El actor y director vuelve al Picadero para convertir una clase de filosofía clandestina en una experiencia escénica

Y a modo de ejemplo, con la impronta propia de un actor de su nivel, ejemplifica: "En una farmacia, en un lavadero, donde sea. Eso es la filosofía también". La obra aborda cinco virtudes humanas, que el profesor desarrolla con anécdotas, humor, autorreferencias y teatralidad. "Cada una es una oportunidad para narrar desde lo emocional y desde la pregunta. Porque el teatro y la filosofía se parecen mucho en algo: ninguna de las dos da respuestas. Solo plantean preguntas. Y está buenísimo eso. Las respuestas las tiene que construir cada uno".

Cuando se le preguntó si esta propuesta puede considerarse una forma de resistencia cultural, Vena fue categórico: "Me parece que lo de la resistencia es una definición que queda chica. Porque cuando atacan al teatro, creen que están generando resistencia, pero en realidad están peleando contra algo inquebrantable. La cultura teatral en Argentina es insólita. No sé si hay otro país en el mundo con tantos teatros independientes por barrio, con salas increíbles hasta en los pueblos más pequeños. Es como el fútbol o el asado. Es parte de nuestra identidad. El teatro es nuestra manera de expresarnos, de pensarnos, de emocionarnos".

Ese espíritu, el de lo profundamente argentino, atraviesa toda la obra. ¿Quién soy yo? no es solo una clase ni una performance: es una celebración del pensamiento como acto de libertad. Y también, un acto de amor al teatro como territorio vivo, irreverente, irreemplazable. "En un momento donde la televisión ya no es lo que era, donde el cine está casi tomado por las plataformas, el teatro sigue ahí. Inalterable. Porque es anterior a todo, y porque en su esencia más pura -la de alguien expresándose frente a otro- es imposible de extinguir", sostiene la pareja de Paula Morales. 

¿Quién soy yo? Una pregunta que no caduca
¿Quién soy yo? Una pregunta que no caduca

Lo cierto es que a pesar de su presente sobre el escenario, Fabián Vena supo ser, sin dudas, un nombre propio de la televisión argentina. Lo fue, lo es y lo será. Pero no vive del recuerdo. Tampoco lo niega. "El atrás siempre está, vuelve como una experiencia piola. Uno no vuelve por nostalgia, vuelve para seguir creciendo", reflexiona, con esa voz profunda que tantas veces pobló las ficciones de los noventa y dos mil. Hoy, sin embargo, la tele no es lo que era. Y él lo sabe mejor que nadie. "Mis hijos no saben lo que es un televisor. Cuando yo hacía televisión, había cuatro canales. Hoy, cada persona en el mundo puede tener el suyo", apunta, sin dramatismo ni romanticismo, solo con la claridad de quien observa los cambios sin resistirse. "No siento ni nostalgia ni alivio. Aceptación activa, si querés. Preguntarse '¿por dónde es ahora?' y seguir".

El teatro como misa y como acto de fe
El teatro como misa y como acto de fe

Alejado ya de aquella época dorada de la pantalla chica, sostiene que "el teatro es el arte más popular que existe". "No hace falta saber para ir. Una vez que entrás, no salís más. Es como una misa artística", describe, con el fervor de quien cree profundamente en el hecho escénico como experiencia vital. Vena habla del teatro como quien habla de un amor maduro y eterno. Lo ama desde los 12 años y no lo soltó jamás. Lo enseña, lo dirige, lo interpreta. "Hay una especie de acto único cada noche. La gira, por ejemplo, te da eso: una función que es estreno y despedida al mismo tiempo. Terminás, y te vas 200 kilómetros más lejos", remarca.

Y añade: "Eso no lo podés reproducir. No se transfiere. Se vive". Y lo vive con intensidad. Con ese vértigo que, según confiesa, aún lo agarra segundos antes de salir al escenario. "Si alguna vez pierdo ese nervio, ese peligro, entonces será el momento de despedirme. Pero mientras esté, voy a seguir creando". En El Debate , una de las obras más resonantes del último año, se metió en la piel de José Ignacio Rucci. Un personaje espinoso, icónico, que cargaba el peso simbólico de una Argentina convulsionada. ¿Cómo se prepara un actor para ese desafío? "Si lo pensaba mucho, me quedaba quietito en casa", confesó entre risas. 

Y con calma, sumó: "No me mueve el personaje solo, me mueve el proyecto. ¿Qué queremos contar? ¿Qué queremos decirle a la gente?". Y lo que dijeron fue mucho. En una época donde las grietas parecen indisimulables, y obviamente tan pesadas como insufribles, la obra logró emocionar y hacer reflexionar incluso a públicos con ideas opuestas. "Siempre me jodió lo de la grieta. Es una estrategia de comunicación espantosa. El teatro tiene que tender puentes, buscar empatía, no diferenciarse por las diferencias". Y concluye, con lucidez: "Dentro de unos años, nos vamos a dar cuenta de que estábamos mucho más cerca de lo que creíamos".

Fabián Vena: "El teatro es tan identitario como el asado o el fútbol"
Fabián Vena: "El teatro es tan identitario como el asado o el fútbol"

En su rol de director, Vena no se aleja del actor que es. "Conozco mucho a esos bichos", bromea, con cariño. "El actor hasta te hace la puesta. Conoce el texto mejor que nadie. Y su imaginación es su lugar sagrado. No podés meterte ahí. Pero sí podés estimularlo, fortalecerlo, ayudar". Para él, el teatro es un arte colectivo, profundamente democrático. "Sin el boletero, no hay función. Sin el que te pone la pincha, salís desnudo. Todos somos necesarios. El teatro es solidaridad pura". Y aunque su unipersonal se titula Quién soy yo , Fabián Vena no pretende tener la respuesta. Prefiere las preguntas, las que inquietan, las que mueven, las que incomodan. "El mejor trabajo siempre va a ser el siguiente. Es un oficio que se construye sobre la evolución constante". Lo inspira el deseo, la necesidad, la urgencia. Lo impulsa la convicción de que siempre hay algo más que decir, que contar, que compartir. "Mientras haya riesgo, mientras haya pasión, mientras haya teatro, voy a seguir creando".

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