por Amilcar Nani
09 Diciembre de 2016 11:52
(N de la R: estimado lector/a, si piensa que los youtubers son un fenómeno pasajero o directamente considera que son una manga de vagos que deberían agarrar una pala y buscar un trabajo honesto, esta nota no es para usted. A riesgo de poner en peligro mi estabilidad laboral, salga de aquí, vaya a otro lado, vea que anduvieron diciendo Macri o Pampita por ahí. Ahora bien, si quiere saber qué apasiona a su hijo, a su sobrino, a su primito, a su vecinito y/o a cualquier niño/adolescente, sea usted bienvenido: esta nota habla sobre las nuevas generaciones y es para ellas. Felicitaciones por no resignarse a envejecer).
Si sumáramos el rating que hizo este año Marcelo Tinelli y le sumamos el que hizo Susana Giménez, el que hizo Jorge Rial, Guido Kaczka, Jorge Lanata, Santiago del Moro y la novela de El Trece, la cantidad total de personas no sería siquiera la mitad de los que vieron este año a Fernanfloo en Youtube.
A tan sólo horas de haber llegado a la Argentina, en el lobby de un céntrico hotel porteño, el youtuber de habla hispana sensación en todo el mundo recibió a BigBang antes de su presentación en GEBA el sábado 10 de diciembre en una nueva edición del Club Media Fest, el festival de YouTubers y Social Artists más grande del mundo que se realiza por tercera vez en el país.
Lejos de todo divismo, cargado con cero glamour y dispuesto a la aventura, “Fernan” (como lo llama su ejército de seguidores) dialogó sobre los prejuicios, la lucha eterna de explicar a qué se dedica y sobre la fama y la popularidad, todo en medio del griterío histérico de sus fans, que lo esperan ansiosos en la calle para verlo en vivo y en directo sin necesidad de tener que pedir la clave de wi-fi.
“La gente muchas veces me hace burla y me dice 'Fernan, seguro que tu debes ganar millones pero sigues viviendo en la casa con tus padres'. Y soy así: no siento que tener tantas cosas materiales me va a hacer más feliz. Lo más importante son las relaciones interpersonales: si no tienes personas para compartir esas cosas, no tienes nada”, acusa reflexivo la estrella de Youtube del momento.
Tiene 17 millones de suscriptores en su canal de Youtube
Con 23 años sobre sus hombres y cinco como youtuber, este salvadoreño es la nueva sensación del mundo audiovisual 2.0. Ejemplos sobran: al momento de publicar esta nota, 17 millones de personas siguen día a día sus aventuras en la web; en abril, su canal en youtube fue el que más suscriptores consiguió en todo el mundo (si, si... leyó bien: ¡EN TODO EL MUNDO!), superando a mega estrellas de la talla de Rihanna, Justin Bieber o la mediática Kim Kardashian; y el video “El rap de Fernanfloo” fue el más visto en Argentina durante el primer año de Mauricio Macri en el poder.
Y aún así, difícil que alguien con más de 30 años sepa su nombre, y si lo conoce, seguro que lo critica y hasta lo menosprecia. Pero lo que es más bizarro e insólito, a Fernanfloo no le importa nada pero absolutamente nada la afirmación anterior.
“Como siempre digo, soy un personaje, y con los años me cuesta más y más mantener ese personaje. Los años vienen pasando, y cada vez cuesta más hacer, como decirlo, algunas niñerías. Y al mismo tiempo las termino disfrutando, porque todos tenemos un niño dentro que nos pide hacer locuras, estupideces. Pero cuesta cada vez más entrar en el personaje”, explica con una sonrisa plateada producto de sus brackets la persona detrás del personaje.
La persona detrás del personaje
Luis Fernando, su nombre en la analógica vida real, conoce a su público, sabe cómo llegarles, conoce sus gustos y sus pasiones, y todo lo hizo prescindiendo de medios de comunicación. Ni la televisión, ni la radio, ni los diarios vieron el fenómeno hasta que estuvo consumado.
“Mi target, el público que me sigue, va de los 8 años hasta los 16. Y si no han madurado como yo supongo que les seguiré gustando por fuera de esa franja. Pero la masa que me sigue, niños y adolescentes, es el público que más consume. Desde videojuegos hasta tonterías o bromas”, se describe a sí mismo.
Los youtubers: nuevos chivos expiatorios
Tanto Fernanfloo como el 99% de los youtubers son criticados por su lenguaje, los consideran un mal ejemplo por poner al alcance de todos, especialmente al de los niños, su impronta plagada de “puteadas”, como si en la vida misma los insultos y el lenguaje soez vivieran en la clandestinidad. Pero saberse visto por más de 17 millones de personas crea, aunque más no sea por la fuerza, un sentido de la responsabilidad.
“Cuento con una responsabilidad porque hay muchos niños mirando lo que hago. Me lo cuestiono día a día. Hay cosas que me las guardo, que no las digo, o que en la edición las corto porque veo que no aporta nada bueno a los que me miran. Hay otras veces que pasan, que no estoy con la vara tan alta y las dejo. Pero si las quito todas, dejo de ser el personaje que a mi alguna vez me gustó, con el que me sentí identificado. Pasaría a hacer algo que ya no disfrutaría”, afirma con énfasis, con los argumentos firmes luego de luchar contra la demonización desde que decidió publicar su primer video.
MamaFloo, la última barrera a las estrellas
Y en contra de toda la rebeldía que cualquiera de estos reformulados rockstar levanta como bandera -esa misma que ostentaron aquellos rockeros que destrozaban habitaciones de hoteles-, Fernanfloo confiesa que aún con un ejército de 17 millones detrás suyo, es su mamá la que aún hoy tiene la última palabra si un video sube o no a la web.
“Es la moral de la casa. Hay videos que he hecho y editado, que estaban listos para publicar y no los he subido porque mi mamá me dice 'Eso es muy fuerte, te pasaste'. Es mi último filtro. Y es mucho el material que no se ha llegado a ver sólo porque mi mamá no consideró correcto”, confiesa, para sorpresa de muchos, y enseguida agrega en tono de sorna: “Algún día, cuando me retire, supongo que lo pondré a la venta”.
Mass media 2.0, o como asesinar a la TV sin que se de cuenta
Lo cierto es que a Fernanfloo no le importa ni un poco todos aquellos individuos que aún viven por y para los medios de comunicación tradicionales. Y está bien que así sea: él y los demás youtubers van por los Millennials, esa generación que consume contenido audiovisual cuando quiere y como quiere. Tv a la carta y todo a su manera. Sin embargo, tampoco reniega y siempre está dispuesto a explicar su presente a todos los “viejos”.
“Tenemos nuestro propio canal, que es internet. Yo agarro un juego, y lo practico como de manera alocada, de forma absurda, hasta tonta diría yo. Pero también hay youtubers que hoy en día hablan sobre temas más serios, que tocan temas más controversiales, cosas que si puede dejarle a uno algo en qué pensar. Hay y existen, y ya tienen un público para ellos”.
De esta manera, Fernanfloo explica a BigBang que lo que él genera no es una casualidad, tampoco una moda, mucho menos algo pasajero y efímero como el Pokémon Go. Su función en el mundo 2.0 es entretener (que no es poca cosa) y a los que él entretiene ya adquirieron un modo de consumo que se extiende a temáticas más serias (léase Economía, Política, Salud, Educación, Denuncia Social y todos los etcéteras que se le ocurran y que suenen “políticamente correctos”).
“Somos una comunidad muy autodidacta. Yo aprendí a editar con los tutoriales de youtube. Lo puse en el buscador, vi los videos y aprendí”, sostiene, demostrando que la democratización de la información es un hecho. Sólo hay que tener la voluntad de buscarla y, lo que es más importante, no sentir que lo que aprendés con un video es menos valioso que lo que te enseñan en un instituto.
Idolatrado por toda una generación, Fernanfloo sigue viviendo en su casa de la infancia. Es lo suficientemente exitoso en la web como para ser de esos que pueden vivir de lo que ganan gracias a Youtube. Tanto siendo "Fernan el crack" (cuando le sale todo como un campeón) o "Fernan el Fail" (cuando comete más torpezas que Marley), su influencia es tal que logró que en todos los recreos de todas las escuelas latinoamericanas los niños pasen el tiempo tratando de dejar parada una botellita de plástico cargada con un poco de agua.
(N de la R final: si, si... ahora sabés de dónde sacó tu hijo, tu sobrino, tu primito, tu vecinito y/o niño/adolescente cualquiera que cruzás por la calle esa loca idea llamada “Botella Challenge”).