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Furiosa por la entrevista con Lanata, Dylan Farrow aniquiló a Woody Allen

El actor y director volvió a desestimar la denuncia que realizó su hija por abuso durante el mano a mano con el periodista argentino.

06 Junio de 2018 06:20
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El mano a mano de Jorge Lanata con Woody Allen en Nueva York fue emitido el domingo por El Trece para competir de modo directo con la ceremonia de los Martín Fierro, que este año fueron emitidos por Telefe.

Woody Allen y Jorge Lanata en el mano a mano especial de PPT.

Durante el encuentro, el actor y director cinematográfico desestimó una vez más la denuncia por abuso sexual que realizó su hija, Dylan Farrow. “Te sentís angustiado cuando te han investigado y encontrado completamente inocente y de repente regresa”, lanzó Allen, en alusión a la fuerza que cobró la acusación de su hija en el marco del movimiento “Me too”.

En la entrevista, Allen también negó las acusaciones y aseguró que fueron en el marco de su conflictivo divorcio con Mia Farrow. “Personas que han sido acusadas por 20, 50, 100 mujeres de abuso. Y yo, que fui acusado una vez por una mujer en un caso de custodia de menores que fue analizado y demostrado ser falso, me agrupan con estas personas”.

Dylan junto a su madre, Mia Farrow.

Atenta a las palabras del actor, Dylan recogió el guante y lo aniquiló desde Twitter. “Todas las pasayadas recientes de Woody Allen demuestran su desesperación por salvar una carrera que ahora vacila. Sus verdaderos sentimientos sobre (Harvey) Weinstein y el movimiento #MeToo se hicieron evidentes en su reacción inicial y su defensa”.

En efecto, Allen fue uno de los pocos representantes de Hollywood que respaldaron al productor cuando comenzaron las decenas de denuncias por acoso en su contra. "Espero que las víctimas puedan encontrar algún alivio (tras las denuncias), pero tampoco quiero que esto genere una suerte de cacería de brujas, con atmósfera de Salem, donde todos los hombres que le guiñan un ojo a una mujer de repente tienen que llamar a un abogado para defenderse. Eso tampoco está bien”.

"Todo lo que dice ahora no es más que una estrategia de relaciones públicas en un intento de socavar la credibilidad de las acusaciones en su contra. Ahora somos más sabios y sabemos a qué cosas los hombres poderosos recurrirán para degradar y silenciar a sus víctimas", remató Dylan.

La denuncia por abuso sexual de su hija, Dylan

Dylan O'Sullivan Farrow fue adoptada por la actriz Mia Farrow en julio de 1985 cuando tenía sólo dos semanas de edad. La rubia llevaba seis años en pareja con el director cinematográfico y era su indiscutida musa en la pantalla grande. Recién en diciembre de 1991, Allen firmó los papeles y la “co adoptó”.

Dylan en brazos de su padre y junto a su madre, Mía Farrow.

El matrimonio de Allen y Farrow se dinamitó después de que la actriz se enterara que el actor mantenía un affaire con Soon-Yi, otra de sus hijas adoptivas, quien por entonces tenía 21 años. La separación le permitió a Dylan hablar por primera vez y revelarle a su madre que había sido abusada sexualmente por parte de su padre desde que tenía siete años.

Allen comenzó su relación con su hija adoptiva Soon-Yi cuando ella era menor de edad.

Farrow inició de inmediato acciones legales, aunque perdió la batalla. En 1993, el director del Hospital General de New Heaven se puso del lado del director y aseguró que, según las pericias, la nena “había inventado la historia”.

Según Dylan, los abusos comenzaron cuando tenía siete años.

Más de veinte años después, Dylan decidió publicar una carta en el diario New York Times contando su historia. Sus palabras conmocionaron al mundo, aunque pasaron desapercibidas para gran parte de la industria de Hollywood.

Las desgarradoras revelaciones del ataque

"¿Qué película de Woody Allen es su favorita? Antes de responder, les contaré algo que deben saber: cuando yo tenía siete años, Woody Allen me agarró de la mano y me llevó a un ático sombrío, casi un armario, que había en la segunda planta de nuestra casa. Me dijo que me tumbara boca abajo y jugara con el tren eléctrico de mi hermano. Y entonces me agredió sexualmente. No dejó de hablar mientras tanto, de susurrar que era una buena niña y que aquello era un secreto entre los dos, de prometer que íbamos a ir a París y yo iba a ser una estrella en sus películas. Recuerdo mirar fijamente el tren, no perderlo de vista mientras daba vueltas por el ático. Todavía hoy, me resulta difícil contemplar trenes de juguete”.

Dylan siempre destacó el apoyo que recibió de su madre.

“Desde que tengo memoria, mi padre siempre me había hecho cosas que no me gustaban. No me gustaba con cuánta frecuencia me apartaba de mi madre, mis hermanos y mis amigos para estar los dos a solas. No me gustaba que me metiera su dedo pulgar en la boca. No me gustaba tener que meterme en la cama con él, bajo las sábanas, cuando él estaba en calzoncillos. No me gustaba cuando colocaba la cabeza en mi regazo desnudo y respiraba hondo. Me escondía bajo las camas o me encerraba en el cuarto de baño para evitar esas situaciones, pero él siempre me encontraba. Ocurría tantas veces, como si tal cosa, ocultándoselo con tanta habilidad a una madre que me habría protegido si se hubiera enterado, que yo creía que era lo normal. Creía que así era como los padres mimaban a sus hijas. Sin embargo, lo que me hizo en el ático me pareció distinto. Ya no pude seguir guardando el secreto”.

Allen junto a todos los hijos adoptivos de Farrow.

“Cuando le pregunté a mi madre si su padre le había hecho a ella lo que me hacía Woody Allen a mí, no tenía sinceramente ni idea de cuál iba a ser la respuesta. Ni tampoco sabía la tormenta que iba a desencadenar. No sabía que mi padre iba a a utilizar su relación sexual con mi hermana para encubrir los abusos a los que me tenía sometida. No sabía que iba a acusar a mi madre de meterme la idea en la cabeza ni que iba a llamarla mentirosa por defenderme. No sabía que me iban a pedir que contara mi historia una y otra vez, a un médico detrás de otro, para presionarme y comprobar si reconocía que estaba mintiendo, dentro de una batalla legal que yo no podía entender de ninguna manera. En un momento dado, mi madre se sentó conmigo para decirme que que no me pasaría nada si estaba mintiendo, que podía retractarme de todo lo que había dicho. Pero no podía hacerlo, porque era todo verdad. Sin embargo, a una persona poderosa le es muy fácil entorpecer una acusación de abusos sexuales. Enseguida aparecieron expertos que impugnaron mi credibilidad. Médicos dispuestos a usar sus armas psicológicas contra una niña que había sufrido esos abusos”.

La joven denunció que sufrió mucho durante su infancia.

“Después de una vista para decidir la custodia en la que a mi padre se le negó el derecho de visita, mi madre decidió no presentar una demanda penal, pese a que el Estado de Connecticut había llegado a la conclusión de que había “causa probable”. Lo hizo, en palabras del fiscal, por la fragilidad de “la niña víctima”. Woody Allen no fue nunca condenado por ningún delito. El hecho de que hubiera salido indemne me atormentó durante mi infancia y adolescencia. Me sentía terriblemente culpable de pudiera seguir relacionándose con otras niñas. Me aterrorizaba que me tocaran otros hombres. Adquirí un trastorno alimentario. Empecé a cortarme con cuchillas. Y la tortura se agravó aún más por culpa de Hollywood. Todo el mundo, salvo unos pocos (que son mis héroes), hizo la vista gorda. A la mayoría de ellos les resultaba más fácil aceptar la ambigüedad, decir “quién sabe qué sucedió”, fingir que no había pasado nada. Los actores le elogiaban en las ceremonias de premios. Las cadenas de televisión le llevaban a sus programas. Los críticos hablaban de él en las revistas. Cada vez que veía el rostro de quien había abusado de mí -en un cartel, una camiseta, un televisor-, no podía más que disimular mi pánico hasta que encontraba un rincón en que estar a solas para desmoronarme”.

Se la nota triste en todas las fotos familiares.

“Hace unos días, Woody Allen recibió una nueva nominación a un Oscar. Y esta vez, decidí no desmoronarme. Durante mucho tiempo, la aceptación de la que ha disfrutado me ha mantenido en silencio. Me parecía un reproche personal, como si los premios y los aplausos fueran una manera de decirme que me callara y me fuera. Pero varios supervivientes de abusos sexuales que se han puesto en contacto conmigo, para mostrarme su apoyo y compartir sus temores a dar la cara, a que les llamaran mentirosos, a que les dijeran que sus recuerdos no eran reales, me han dado un motivo para romper el silencio, aunque solo sea para que otros sepan que no tienen que permanecer callados”.

Según Allen, fueron todos inventos de Mia por la separación.

“Hoy me considero afortunada. Estoy felizmente casada. Cuento con el respaldo de mis maravillosos hermanos y hermanas. Tengo una madre que supo encontrar en su interior la fortaleza necesaria para salvarnos del caos que había introducido un depredador en nuestro hogar. Sin embargo, sigue habiendo otras personas asustadas, vulnerables, que se esfuerzan para encontrar el valor que les permita decir la verdad. Y el mensaje que les transmite Hollywood es importante”.

“¿Y si hubiera sido tu hija, Cate Blanchett? ¿Louis CK? ¿Alec Baldwin? ¿Y si hubieras sido tú, Emma Stone? ¿O tú, Scarlett Johansson? Diane Keaton, tú me conociste cuando era niña. ¿Te has olvidado de mí? Woody Allen es una prueba viviente de que nuestra sociedad no se porta bien con los supervivientes de abusos y agresiones sexuales.

"Diane Keaton, tú me conociste cuando era niña. ¿Te has olvidado de mí?", se preguntó Dylan.

“Por eso, imagínense a su hija de siete años, imagínense que Woody Allen se la lleva al ático. Imagínense que, durante el resto de su vida, a esa niña le dan náuseas cada vez que oye el nombre de él. Imagínense un mundo que aplaude a su atormentador. ¿Se lo imaginan?".

El remate de la carta es lapidario: "Y ahora, ¿qué película de Woody Allen es su favorita?".