por Leo Morales
28 Mayo de 2023 08:00“Siempre estoy queriendo hacer cosas”, aclara desde el vamos. La filosofía de Imanol Rodríguez lo define de entrada: “hacer la plancha” o permanecer estático mucho tiempo (pese a su extremo perfil bajo mediático) no es precisamente su carta de presentación.
“Soy inquieto y tengo mis momentos de más o menos inspiración. Pero siempre activo”, asume el actor, productor e influencer en ascenso, que de lunes a viernes -de 9 a 11 horas- integra el team estable de “Loft Stream”.
“Estoy bastante a full y es un lindo momento. Disfrutándolo porque hacer lo que a uno le gusta es lo más importante”, dice alineado con su presente teatral, los jueves, viernes y sábados en el Teatro Multiescena, con la comedia “Convivencia Obligada”.
Sea en las tablas, en una mesa familiar -es hijo de Miguel Ángel Rodríguez y nieto de Juan Carlos Altavista- o bajo los nuevos lenguajes del streaming, “Ima” se rige por el humor, “todo lo que está bien en el mundo”.
Y en esa certeza, con la que prácticamente vino al mundo y profundizará en diálogo con BigBang, se encierra su equilibrado presente. “Estar en un escenario, haciendo reír a 20 o 150 personas ya me alcanza. Y en Loft, la plataforma donde fui uno de los primeros convocados por Cande Molfese y Gastón Soffritti, con quien tenía buena onda y hasta hemos ido a la cancha de San Lorenzo juntos, no lo dudé. La apuesta era muy llamativa y me gustó el equipo”.
-¿Te veías en un formato así? Sin tanta estructura y con una dinámica poco tradicional.
-Sí, yo había estado de invitado en LUZU TV, Vorterix y había hecho columnas en Generación Perdida, el programa de “Santi” Maratea. Me siento muy cómodo. Tenés pie a hacer desde cosas cotidianas, más profundas hasta las más banales. Eso de la naturalidad es muy rico para uno y para el público.
-¿Es peligroso también? Porque uno habla sin filtros como si estuviera en casa con amigos, pero al aire.
-Sí, cada uno lo trata como quiere y puede. Yo digo lo que quiero y se me antoja. Obviamente hay cosas que solo en un círculo íntimo diría. Es una línea muy fina que tenés que saber abordar. Un entrenamiento, donde pienso las cosas dos veces muy rápido antes de decirlas.
¿Te pasó que se te enojaran puertas adentro por ventilar situaciones de la intimidad?
-Intento no utilizar mucho el recurso de ventilar porque la autorreferencia no me queda tanto. Sí lo hago, pero siento que otros lo hacen mejor.
-Igual nadie mejor para entenderte que tu pareja, Tati Roust, que es productora de LUZU TV.
-Sí, ella entiende perfectamente cómo funciona la cosa así que desde ese lado, asumo, que está todo bien. Es un entrenamiento diario, que después sale natural. Pasa con los chistes, los remates...
-¿Hay algo en el idioma del humor que te representa?
-A mí me gusta todo tipo de humor. Generalmente el absurdo y de la incomodidad que no es para todo el mundo. Lo irónico también, pero dependiendo quién está del otro lado le puede sonar hiriente. Y, para darle marco, justifica: “Viene también por mi crianza y la familia que tengo, un poco hereditario. (Hijo de Miguel Ángel Rodríguez y nieto de “Minguito”). Después uno se va construyendo y hay un montón de cosas que a mí me causan gracia y a mi viejo no”.
-¿Por ejemplo?
-El humor negro, que roza el límite y no es para todos. Yo consumo mucho video de Stand up, humoristas. Desde Mr. Bean hasta Posca. Y mi viejo, con el que me crié viendo Los Tres Chiflados, que a él le encanta, capaz es muy soft comparado con otras cosas. Yo soy de risa fácil igual.
-Antes se encasillaba mucho más y estaba más instalada la etiqueta de “los hijos de”. ¿Percibís ese cambio o es solo una sensación?
-Sí, es cierto lo de encasillar y siento que hay un cambio. Igual yo voy por la calle y, por ahí, no se saben mi nombre y soy “El de El hotel de los famosos” o “el hijo de”. Esas cosas siguen pasando.
-¿Muy seguido?
-Sí, todo el tiempo. Hasta me han confundido con “Locho” o Martín Salwe. ¡Y nada que ver! Pero es gracioso. La gente dice lo primero que le sale. Tampoco voy a andar diciendo:” no, mi nombre es Imanol”.
-Son las reglas del juego...
-Sí, también lo mamé de chico. Mi viejo, por ejemplo, sigue siendo Tito Roldán hasta el día de hoy. Estoy completamente curado de espanto.
-Hablando de esos hitos argentinos. ¿Cómo ve tu generación a la tele de hoy? Que se volvió el epicentro del reality show porque es lo que funciona.
-Por un lado es raro, pero me parece bien. Esa frase armada de “la tele se va a morir” es como la radio, no va morir de ninguna manera, ni el cine. La tele se adapta a lo que el público quiere. A veces lo llevas a plataforma y tiene éxito, o no. Pero ayuda a que la gente elija cuándo quiere y lo que quiere. Cuando yo no existía, mi viejo me contaba que había cinco canales. Eso fue cambiando para mejor.
-¿Volverías a aislarte en un reality?
-De convivencia, no. Pero un MasterChef me divierte. Aunque para cocinar me tomo mi tiempo, a mí para hacer algo dame dos o tres horas.
-¿En qué sentís que te falta incursionar?
-Soy inquieto. Una vez hicimos una miniserie a pulmón con amigos y pusimos plata, lo grabamos entre huecos y se está editando recién ahora. Hubo un año que había terminado un proyecto y como no aparecía nada, empecé a repartir currículums en locales de ropa porque necesitaba la plata. Apenas terminé el colegio yo me independicé y nunca más le pedí nada a mi familia.
-¿Tu lugar en el mundo? ¿El escenario? ¿La radio? ¿La cancha de San Lorenzo?
-Todos en ese orden jaja. No, igual arriba del escenario soy muy feliz y es como mi segunda casa, posta. La cancha también, pero cuando perdemos... no sé si elegirla.