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Infidelidad, adicción y show: el oscuro clan Nara, por dentro

Wanda y Zaira intentaron mostrar una realidad muy distinta a la que vivieron desde chica. La cruda infancia y el complicado presente familiar.

14 Febrero de 2017 09:31
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Ni la pluma de Mario Puzo, autor del clan ficcional más emblemático del cine, podría llegar a idear una familia que pueda competir con los Nara y su complejo entramado familiar. Una historia de traiciones, deudas, denuncias por abuso, infidelidades y acusaciones cruzadas. Un cocktail mucho más cargado que el de la familia Corleone.

Wanda, Zaira y Nora: las mujeres del clan Nara.

A diferencia del clan neoyorkino de El Padrino, los Nara son oriundos de Boulogne, partido del Gran Buenos Aires que creció dentro de San Isidro, pero a espaldas de las lujosas mansiones de Martínez u Olivos.

Allí pasaron su infancia Wanda y Zaira. Fueron a la escuela en el instituto privado Pedro Poveda y luego culminaron el secundario en el colegio religioso Stella Maris.

Wanda y Zaira junto a sus abuelos maternos, "Cacho" y Rosa.

Nora, la madre de las hermanitas mediáticas, conoció en 1983 a su primer marido. Por entonces, la rubia de 19 años intentaba ganarse un lugar como actriz, aunque sin demasiado reconocimiento. Andrés, un año mayor, estudiaba para convertirse en “proyectista naval”, profesión que luego intercalaría con la compra y venta de autos usados para poder pagar la educación privada de sus hijas y algún que otro lujo. Al menos, esa fue la versión oficial.

Las chicas fueron a colegios privados, pese a que Andrés no estaba bien económicamente.

Se casaron y tres años después de conocerse, recibieron a su primera hija, a quien inscribieron el miércoles 10 de diciembre de 1986 como Wanda Solange. Once meses después, Nora volvió a quedar embarazada. Y así, el lunes 15 de agosto de 1988, los Nara sumaron un nuevo integrante a su clan: Zaira Tatiana.

Nora la tuvo a Wanda con 21 años y a Zaira con 23. Dejó su carrera como actriz al casarse.

 “Venimos de una familia que creció gracias al esfuerzo. Nuestros viejos ahorraron hasta el último peso para comprar la casa en la que crecimos”, reveló Zaira en una de sus primeras entrevistas. “Pese a tener apellido árabe, nuestras costumbres son muy italianas: hasta hace poco, antes de irme a vivir afuera (por ese entonces vivía en Rusia junto a su primer marido, Maxi López), los almuerzos de los domingos eran en la casa de ellos y nadie podía faltar, incluso nuestros tíos y abuelos”, aportó Wanda.

Desde la familia, aseguran que Andrés era adicto al juego y que tenía serios problemas económicos.

Pero el vínculo familiar no tardaría en romperse y los multitudinarios almuerzos dominicales llegarían a su fin en 2006, cuando el armado romance entre la rubia y Diego Maradona se convirtió en la tapa de la revista Paparazzi. Pero, por ese entonces, ni los familiares más confiados en el talento de las hermanitas podían imaginar que aquellas adolescentes, que todavía comían con ellos los fideos con tuco de Nora, se convertirían tiempo después en un fenómeno mediático. Y, claro, en una máquina de facturar.

Wanda saltó a la fama en el 2006. Inventó un romance con Maradona.

Las hermanas crecieron por oposición. “Wanda siempre fue la más rebelde, la más zarpada”, reconoció la menor del clan. “Era como Sor Juana, la peor de todas. Mientras que Zaira solía ser la abanderada de la escuela, yo me llevaba todas las materias a diciembre y estudiaba quince días antes de los exámenes. Fue un milagro haber terminado el secundario”, reconoció la mayor.

Zaira era la más tranquila: abanderada, estudiosa y perfil bajo.

El primer beso, aseguran, lo dieron recién a los 15 años. “Lo mío es mucho ruido y pocas nueces. Mi primer beso los di a los quince”, reveló Wanda, cuya credibilidad se vio dañada luego de la tapa de revista en la que aseguraba ser virgen a los 19 años. “De eso doy fe. Su primer beso fue a los quince y el mío también. Nunca fuimos muy rápidas en cuestión de chicos. Novios-novios, ella tuvo tres y yo sólo dos”, sumó Zaira, de por entonces 20.

Wanda se casó en 2008 con Maxi López, tras sólo tres meses de noviazgo.

Wanda y Zaira compartieron cuarto hasta el viernes 23 de mayo, día en el que la mayor abandonó la casona familiar (de modo oficial) para casarse con Maxi López, por entonces un delantero con prometedora carrera que había salido de las inferiores de River y, tras un paso por el Barcelona y el Mallorca, jugaba en el F.C. Moscú.

 

La cobertura mediática del evento fue avasallante y pocos entendían el interés que generaba la vida de Wanda. Y es que, en términos concretos, la rubia debutó como vedette en 2006 de la mano de Jorge Corona. El espectáculo King Corona tuvo aceptación, pero Wanda no despertó la atención de los medios. Su ambición la llevó a inventar ese mismo año el romance con Maradona, para luego incrementar aún más la atención al posar para la revista Paparazzi y asegurar: “Soy virgen”.

Wanda construyó su popularidad en los medios.

La repercusión fue inmediata y le valió otro contrato para la temporada 2007, en la que se subió a los escenarios con la comedia Humor en custodia, protagonizada por Beatriz Salomón y Pato Galván. Sería el último contrato como vedette que complatería. Su último trabajo en el teatro de revista llegó de la mano de Jorge Guinzburg con Planeta show. Pero, pese a la gran apuesta que había hecho el productor, Nara renunció sólo 29 días después del debut. Maxi le había propuesto casamiento y ella colgaba así su carrera de por entonces 179 días.

Zaira se animó y debutó en 2008 como modelo. La ayudó la fama de su hermana.

“En su momento me costó entenderla”, reconoció Zaira, tiempo después. “Mi hermana tuvo la mejor estrategia de marketing. Yo le decía que parara un poco. Me daba miedo lo que pudiera pasar, que la lastimaran. ¡Es tan lanzada! Ahora me saco el sombrero, porque todos se quedan con la boca abierta con lo que consiguió. Es la única mujer que a los 21 años puede decir que vivió lo que tenía ganas. Si ahora se casa es porque ya hizo todo”.

 

López había logrado conquistar a la mayor del clan. “Cuando nos conocimos cada uno tenía su carrera y dejé todo por amor a él. Igual que mi mamá. Si lo que viene es un matrimonio feliz como el que tuvo ella, estoy más que contenta”, aseguraba antes de pasar por el altar. Pero el destino le jugaría una doble mala pasada: Andres y Nora se divorciarían sólo cuatro años después, en medio de un fuerte conflicto por infidelidades. Y, doce meses después, Wanda seguiría una vez más el mismo camino que su madre.

Rosa en la puerta de su casa de Boulogne. Pasó los últimos meses de su vida en un geriátrico.

Quienes conocían a los Nara no se sorprendieron. El “matrimonio feliz” al que hizo alusión Wanda era otra de sus construcciones mediáticas. El recuerdo de los almuerzos de los domingos también había quedado atrás: el clan se había fracturado casi en simultáneo con el despegue a la fama de la rubia. ¿El motivo? La plata.

La fama de Wanda ayudó a las finanzas familiares. Andrés no podía pagar ni el alquiler.

“Antes de que las chicas se vuelvan famosas, la familia era muy unida. Nos divertíamos, nos juntábamos a tomar mate. Wanda y Zaira se juntaban con sus primos (Matías, Rodrigo y Malena). No sabés cómo se reían, a carcajadas. Es el día de hoy que los chicos las recuerdan, las quieren mucho. Pero, por desgracia, los problemas familiares hicieron que se separen”, recordó este año Viviana, la hermana menor de Nora y madrina de Wanda.

Andrés está en pareja con Carina, la mujer con la que, según Nora, le fue infiel.

El matrimonio entre los padres de las chicas venía mal desde antes. “No la pasaron bien. Él era un jugador compulsivo, se la pasaba en el casino de Tigre. Se despertaba a las tres de la tarde y se iba a jugar. Volvía a las doce de la noche. Ella siempre me lo negó, hasta que un día explotó toda la situación. Mi hermana la estaba pasando mal porque su marido se ponía de muy mal carácter”, reveló la tía de las chicas.

Viviana, la tía materna, abrió la olla y contó muchas verdades de la familia.

La realidad económica de la familia tampoco era tan buena, como las chicas decían en las entrevistas. “Él decía que compraba y vendía autos en Flores. La realidad es que mi mamá (Rosa) los ayudó mucho, les llenó la heladera más de una vez porque las chicas no tenían para comer. Es más, en 2005 Andrés usurpó una casa en la calle Serrano al 2000 y les dijo que la había alquilado. Las chicas y Nora le creyeron”, aportó Viviana.

 

Wanda tardaría sólo un año en hacerse famosa y el clan dejó de usurpar la casa. “Ahí empezaron a facturar mucho. Fue cuando nos cortaron el rostro. Iba a su casa y nunca me atendían. Se abrieron de la familia”, recuerda con dolor la tía. Así, de a poco, los almuerzos en la casa de Nora y Andrés dejaron de recibir a sus más íntimos. Aunque, en un principio, la distancia fue sólo con Viviana. El tío Carlos, hoy condenado a 19 años de prisión por abuso de menores, todavía era bien recibido.

Wanda traía 13 valijas de ropa por viaje para que su madre las vendiera en una feria americana.

“Nora me decía que le tenía envidia porque ella tenía dos hijas famosas. Ella es tres años más grande que yo y sé que no me quiere desde la cuna”, reconoció Viviana. Lejos de los lujos que la mayor del clan ostentaba en las redes sociales, Andrés y Nora seguían con problemas económicos. “¿Te acordás cuando Wanda volvía de Italia con 14 valijas? Bueno, 13 valijas eran prendas compradas en Italia que se las traía a su mamá para vender en la feria americana. Ahora no lo hace más, se casó con un empresario”, recordó Viviana.

La tapa que expuso el nivel de vida que mantenían los abuelos de Wanda.

Los padres no eran los únicos que buscaban formas de ganarse la vida y los medios no tardaron en enterarse. La revista Paparazzi sorprendió a todos con una tapa en la que mostraban a “los abuelos pobres de Nara”. Cacho y Rosa todavía vivían en su humilde casa de Boulogne y, mientras sus nietas andaban en Ferrari, ellos manejaban un modesto Renault 11 modelo '93.

Carlos murió en 2012, el mismo día en el que había llegado a Italia para conocer a su tercer nieto.

La tapa desató otra interna familiar en 2012. Nora estaba convencida de que había sido su propia hermana quien le pasó el dato de dónde vivían sus padres a la editorial. “Pensó que yo había mandado las cámaras el día que en la revista mostraron cómo vivían mi mamá y mi papá. Somos una familia humilde, a ellos con la jubilación no les alcanzaba. Tienen una persecuta terrible porque creen que les vamos a pedir plata”.

"Cacho" y Rosa al llegar a Italia. Él murió horas después de la foto.

La publicación no sólo dejaba en evidencia la modesta vida de los abuelos de las Nara, sino que además hizo pública la enfermedad de Rosa, quien había sido diagnosticada años atrás con Alzheimer. Tras el escándalo, Wanda decidió pagarles un viaje para que la visitaran en Italia, en donde todavía vivía con López.

Tras la muerte de su marido, Rosa viajó con frecuencia a Italia para acompañar a Wanda.

Rosa y Cacho volaron a Europa el 27 de septiembre de 2012 para conocer a su tercer nieto, Benedicto, que había nacido siete meses atrás. Pero el viaje terminó en tragedia: el abuelo de la rubia murió sólo horas después de aterrizar. “Era especial para él venir a Italia. Me dijo que era el día más feliz de su vida, que no podía pedir más. Lo fui a acostar, le destapé la cama, le dije lo feliz que estaba de tenerlos en mi casa y lo tapé. Volví al living con mi abuela (Rosa)”, recordó Wanda.

Wanda estuvo cinco años casada con Maxi López. Se divorció en medio de un cruce de denuncias por infidelidades.

Con el correr de las horas, Rosa le pidió a su nieta mayor que despertara a su abuelo de la larga siesta. “Fui sola. Nunca se despertó. Mi abuelo se fue feliz. Me siento en paz. Tengo bronca, angustia y siento que lo quería aún un poco más. Tomé el mate más feliz de mi vida y les preparé una pasta con pesto: su plato favorito. Dios eligió que se fuera acá y Dios manda. Le pido que lo reciba y que me ayude a cuidar a mi abuela, que se quedó sin su compañero después de 56 años de matrimonio”, lamentó.

 

La muerte de Cacho volvió a despertar rispideces en la familia. “En realidad mi papá no podía viajar a Italia: dos meses antes de visitar Génova, le dolía el pecho y los médicos le habían dicho que no podía tomarse un avión. Lo hizo igual. Nora me llamó para contarme la noticia. Le dije que por favor quería hablar con mamá pero no me dejaron. Tardaron seis días en pasarme con mi mamá”, denunció Viviana.

Wanda rehizo su vida con Mauro Icardi, era amigo y compañero de equipo de Maxi.

Tras años de distancia, Viviana y Nora lograron un acercamiento el año pasado, después de que estallara en los medios la múltiple denuncia por abuso contra Carlos. “Cuando Nora se enteró de lo sucedido con mi hermano, me llamó llorando, pidiendo disculpas. Siempre hace lo mismo: recurre a mí cada vez que necesita cosas”, advirtió la tía.

 

La detención del “tío” fue un duro golpe para Wanda y Zaira. Dos años antes, la rubia hasta lo había invitado al festejo de su casamiento con Mauro Icardi. La relación, a diferencia de lo que sucedía con Viviana, era buena. La noticia conmocionó hasta a Andrés, quien tras su separación no logró mantener ni siquiera el vínculo con sus hijas. “Me sorprendió. Es muy desagradable esta situación, no es algo lindo de lo que se pueda hablar”, advirtió el padre.

Carlos, el tío de las chicas denunciado por abuso de menores. Está detenido.

Pronto, Wanda salió al cruce y se distanció por completo del escándalo de su tío. “Si es verdad, tiene que ir preso. Yo tuve que tomar una postura frente a la mamá de mi prima, la mujer de él, y tomé la postura de ayudar a mi prima. No abandono a mi familia, le pagué por adelantado todo el colegio”, se defenfió.

 

Zaira, por su parte, reconoció la conmoción familiar. “Fue una bomba para todos. Lo tomé mal y me dolió muchísimo. Es difícil tomar una postura cuando es un familiar, pero a la vez tengo sobrinos y amigas que tienen hijos y me pongo en los dos lugares. Es una situación muy difícil. Espero que la Justicia sepa qué es lo que hay que hacer”.

Carlos, junto a Mauro y Wanda el día del Civil.

La más afectada fue Rosa, quien por entonces seguía viviendo en la casa de Boulogne y su enfermedad había avanzado con fuerza tras la muerte de su marido. De hecho, la abuela de las Nara se convirtió en noticia cuando las acusó a sus nietas en los medios de haber abandonado a su familia.

Tras el divorcio, Nora rehizo su vida con un empresario y volvió a casarse.

“Lo amo a mi hijo, no veo la hora de que salga. Le pido todo a Dios y me lo cumple, pero esto no sé por qué no. Vivo sola, él está sólo, podríamos estar muy bien. ¿Pero qué hay en contra? La gran y grave desgracia de él es ser el tío de Wanda. Se creían que siendo el tío le iban a sacar una fortuna, pero, perdonen la mala palabra, (Wanda) no le dio un sorete. ¿Saben lo que le dijeron? Que por ellos puede morirse ahí adentro. Nadie quiere saber nada de él, quieren que muera en la cárcel”, denunció la abuela.

 

Pero el descargo de la anciana no quedó ahí. “Si no lo hacen por él, que lo hagan por mí. Que piensen en mami, que necesita tener una persona. ¿Ustedes piensan que Wanda estuvo en Buenos Aires y vino a darle un beso a su abuela? No vino. No me importa que salga en televisión, total, lo sabe todo el mundo que vino. Mi hija fue la alcahueta. Le dije (a Nora) qué puede hablar Wanda de mi hijo preso, si ella lo que hizo es el pet... y se hizo famosa por eso”.

Wanda desestimó los dichos de su abuelo y aclaró que padecía Alzheimer.

Desde Italia, Wanda no tardó en responder y explicar el incidente. “Mi abuela es una señora enferma de Alzheimer. Muchas veces le hemos puesto empleadas, que ella misma echa. Es muy difícil manejarse con esta enfermedad. Ella no se quiere mudar, no quiere salir de su casa. Está empecinada con el tema de mi tío”, se justificó.

Zaira junto a su tío, Carlos.

Ese episodio detonó una dura decisión familiar: Rosa ya no podía vivir sola y fue internada en un geriátrico de Acassuso. “Nadie la ayudó: yo no podía y las chicas no se hicieron cargo. Se lo pagaba con su jubilación y la pensión de mi papá, la cual tardó en salir porque Nora no me traía un sello que necesitaba de Italia (país donde murió Cacho)”, denunció Viviana.

La muerte de Rosa fue el último gran sacudón familiar. “Mi mamá estaba en un hogar hace meses. Murió porque no quería estar ahí. Además, le pesó mucho la denuncia a su hijo y nuestra pelea. Cuando me llamaron para avisarme que mamá estaba muerta, la fui a buscar. Estuve cuatro horas junto al cuerpo, abrazándola, haciendo mi duelo. Después me la encontré a Nora en la cocina y empezamos a discutir”.