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John F. Kennedy y los archivos secretos de su asesinato: las pruebas que el FBI y la CIA ocultaron por 54 años

La versión instalada y la indignación de Jackie Kennedy tras leer los resultados de la investigación: "Esto no fue lo que sucedió, no es lo que yo recuerdo".

24 Abril de 2020 21:33
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"Esto no fue lo que sucedió, no es lo que yo recuerdo". Esas fueron las palabras que Jackie Kennedy le dijo a su cuñado, Bobby Kennedy, al terminar de leer la investigación oficial -llevada adelante tanto por el FBI, como por la CIA- del asesinato de su marido, John F. Kennedy. La insólita versión de la "bala única" que el gobierno de Estados Unidos sostuvo durante décadas, el robo del cerebro del presidente y el prontuario de Lee Harvey Oswald, el único acusado por el homicidio del entonces presidente de una de las dos potencias mundiales que controlaban la geopolítica que jamás llegó a ser condenado.

Después de 54 años de misterio y teorías conspirativas, finalmente salieron a la luz las pruebas que dejaron en jaque la hasta entonces versión oficial de lo sucedido. La desclasificación de los archivos secretos comenzó en 2017 y reinstaló el debate en torno al homicidio que sacudió al Siglo XX. ¿Hubo un complot para asesinar al presidente? ¿Fue el vuelto de su lucha contra las mafias, su desempeño en el pico de la Guerra Fría contra la Unión Soviética o su negativa a la Guerra de Vietnam?

Corría noviembre de 1963. El por entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, llevaba tres años en la Casa Blanca comenzaba a trabajar en su reelección y decidió viajar al conservador estado de Texas para reforzar al sector del electorado más desencantado con su mandato, en especial por sus políticas a favor de los derechos civiles de los afroamericanos y su "tibia" posición con respecto al comunismo, de acuerdo a la imperante posición conservadora del estado. A su lado viajó la primera dama: Jackie, que sólo tres meses atrás había enterrado a su tercer hijo, Patrick, quien murió dos días después de su prematuro nacimiento.

Ese viernes 22 de noviembre, los principales medios del estado sureño expresaron su crítica posición con respecto a la administración Kennedy. "¡Buscado por traidor!", rezaba uno de los titulares. Los asesores le habían avisado que era peligroso realizar el viaje, pero el presidente sabía que su presencia en el estado rival podía ayudarlo en la campaña electoral y partió junto con su vicepresidente, Lyndon Johnson.

El viaje al estado de Texas era clave, en especial por las crecientes críticas públicas realizadas por el entonces gobernador John Connally. "Hablaba sobre el estado de salud de mi marido, fue todo muy desagradable. Recuerdo que el día anterior a que muriera mi marido, le dije: 'Simplemente no tolero a este hombre'", reconoció años después la primera dama.

La reacción de Jack fue diplomática. "Él nunca criticaba a nadie, era políticamente correcto. Me acuerdo que estábamos por irnos a dormir y me dijo: 'No tenés que decir esas cosas, porque en el momento en el que las decís, empezás a actuar en consecuencia. Si decís que lo odiás, mañana se va a dar cuenta porque lo va a ver en tu cara. Vinimos a Texas para calmar las aguas".

Si bien estaba decidido a postularse para un segundo mandato, Kennedy estaba convencido de que había un plan del ejército para derrocarlo. Brian McKenna, un periodista canadiense que cubrió como corresponsal la actividad del Pentágono, sorprendió con sus revelaciones. "Un comandante me dijo que no podía entender cómo sus colegas hablaban tan abiertamente de un golpe, cómo hacían alusión directa a Siete días en mayo, que era una novela que estaba siendo adaptada para el cine por ese entonces. Tenía la sensación de que estaban planeando algo", reveló.

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El filme, dirigido por John Frankenheimer, se basó en la novela de Fletcher Knebel y Charles W. Bailey II. La historia se basaba en el plan del ejército de los Estados Unidos para derrocar al presidente, un idealista que había conseguido que el Congreso aprobara un desarme nuclear en el marco de la Guerra Fría. Al enterarse de los abiertos comentarios en el Pentágono, McKenna contactó al productor de la película Edward Lewis, quien le aseguró que el secretario privado de Kennedy lo había contactado al enterarse de que iba a comenzar el rodaje.

"Me dijo que recibió un llamado de Pierre Salinger, que era el secretario privado del presidente, y le comunicó: 'Está dispuesto a dejarte la Casa Blanca durante todo un fin de semana para que puedan grabar. Quiere que conviertas ese libro en una película'. Kennedy quería que los estadounidenses supieran que era algo que podía llegar a pasar", analizó el periodista. El filme se estrenaría en 1964, un año después del asesinato del presidente.

Kennedy está dispuesto a dejarte la Casa Blanca durante todo un fin de semana para que puedan grabar. Quiere que conviertas ese libro en una película"

Mientras preparaba su campaña e intentaba frenar un golpe en su contra, los movimientos de Lee Harvey Oswald eran observados con muchísima atención. Tenía su propio archivo y era considerado como un "peligroso joven con ideas comunistas". Estaba en el radar de la CIA, pese a que fue presentado como un lobo solitario e impredecible al momento de anunciar al mundo que era el asesino de Kennedy.

Si bien vivía en Dallas junto a su mujer y sus dos hijos, se registraron el año del asesinato del presidente dos viajes: en agosto fue a Nueva Orleans, en donde fue visto repartiendo panfletos comunistas, y seis semanas después se trasladó a la ciudad de México, en donde visitó la embajada de Cuba y luego la de Rusia para solicitar una visa de la Unión Soviética. "Todos sus movimientos, en especial los que realizó en México, activaron las alarmas de la CIA. Sabían que había ido al consulado cubano porque tenían una cámara en la puerta y hasta escucharon su conversación, dado que el edificio estaba cableado con micrófonos ocultos", reveló el periodista estadounidense, Jeff Morley.

"El FBI también estaba detrás de él. Sabía en dónde vivía y lo visitaban con frecuencia tanto a él, como a su mujer", sumó Morley, al tiempo que se preguntó: "¿Fueron incompetentes? La versión oficial es que se 'durmieron en el volante'. La otra teoría, que en lo personal me resulta más creíble, es que alguien estaba observando los movimientos de Lee Harvey en todo momento. Eso fue corroborado por estos nuevos documentos".

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Pese a estar bajo el radar tanto de la CIA como del FBI, Lee Harvey Oswald, de por entonces sólo 24 años, logró escabullirse en el depósito de libros en el que trabajaba y que justo se encontraba frente a la ruta de la comitiva presidencial que ambas agencias de inteligencia habían diseñado para proteger al presidente.

Mientras el sindicado como asesino se escondía detrás de unas cajas vacías y preparaba la trayectoria de sus disparos, Jack y su mujer llegaban a la ciudad. Pese a la adversidad política, el presidente y la primera dama tuvieron una fastuosa bienvenida en el aeropuerto de Dallas y una multitud se apostó en las veredas para ver el desfile en la calle Elm.

El presidente y su mujer se subieron al Lincoln Continental modelo 61 descapotable junto al gobernador local y su mujer, Nellie Connally. Cerca de las doce y media del mediodía, Kennedy recibió el primer disparo. La primera reacción que tuvo fue llevar sus manos hacia su garganta, dado que los archivos desclasificados revelan que la bala ingresó por la parte trasera de su cuello. 

La esquina en la que Lee Harvey Oswald le habría disparado a John F. Kennedy

El material registrado por las miles de personas que se encontraban sobre las veredas fue confiscado de inmediato por las autoridades. En total, de acuerdo al primer reporte oficial de la Comisión Warren, Lee Harvey Oswald logró disparar tres veces. Hirió al presidente y al gobernador con el primer disparo, pero fue la segunda bala la que asesinó a Kennedy. Sin embargo, ninguno de los expertos contratados para la recreación del crimen que se llevó a cabo días después del asesinato logró que el rifle de 21 dólares con el que presuntamente Oswald había cometido el homicidio disparara tres veces en sólo cinco segundos, tal como sucedió el 22 de noviembre.

Ese fue el momento en el que la "versión oficial" cambió y se instaló la teoría de la "bala única". Para que la hipótesis de que Oswald había actuado solo se sostuviera, expertos en balística explicaron la increíble trayectoria del primer disparo. 

En su reporte, el perito forense Cyril Wetch sostuvo: "El primer disparo ingresó por la espalda del presidente, luego subió hacia su pecho y salió por el frente de su cuello. Luego, ingresó por la espalda del gobernador, hirió su muñeca derecha, impactó luego en su pierna izquierda". La bala, de acuerdo al perito, quedó alojada entre la ropa del gobernador y fue encontrada horas después en el hospital en el que Kennedy fue declarado muerto por un empleado de limpieza. 

"Jackie dijo que eso no había pasado. El gobernador fue más categórico y dijo: 'Eso no fue lo que sucedió. La primera bala hirió al presidente y la segunda fue la que impactó en mi cuerpo'. Roy Kellerman, el agente del servicio secreto que se encontraba también en el auto, aseguró: 'Fuimos atacados por una lluvia de la balazos, incluyendo uno que vino de frente'", advirtió Morley. Resulta físicamente imposible entonces que Oswald haya sido el único tirador.

Abraham Zapruder, el fabricante de ropa que filmó el asesinato de John F. Kennedy

Pese a la contundente desmentida de quienes viajaban en el auto, fue la fortuita grabación de un desconocido fabricante de ropa la que sumó aún más controversia. Abraham Zapruder tenía 58 años cuando grabó desde la pérgola de la Plaza Dealey lo que pensaba sería el desfile del presidente y la primera dama. Pasó a la historia como el hombre que filmó el asesinato de Kennedy.

Zapruder realizó tres copias de la filmación. La primera fue confiscada por la CIA. La segunda, vendida por 150 mil dólares a una revista que jamás pudo publicar el contenido. El filme salió a la luz recién doce años después del asesinato.

Las imágenes no sólo exponen el disparo frontal que recibió Kennedy, sino la reacción de la primera dama al ver cómo parte del cerebro de su marido se perdía por el aire. "Muchos creyeron al ver las imágenes que estaba intentando escapar, sin embargo lo único que quería era agarrar el cerebro de mi marido", reconoció años después la propia Jackie.

El auto tomó velocidad y se dirigió al Hospital Memorial Parkland. Mientras el mundo entero se enteraba de que "algo había sucedido con el presidente", la Policía tardó una hora en identificar a Oswald como autor del crimen. Al momento de su detención, se encontraba mirando una película en un cine ubicado a veinte cuadras de la escena del crimen.

Las cámaras de televisión transmitieron el ingreso del por entonces sospechoso a la comisaría. "Me acaban de someter a una audiencia sin representación legal", reclamó ante los medios. Consultado sobre si había sido él quien le disparó al presidente, Oswald retrucó sin pensarlo: "No le disparé a nadie". 

"En ese momento, la historia oficial era que este chico del que no se sabía nada había asesinado al presidente sin motivo aparente. Los nuevos archivos confirman lo contrario. Hay reportes de que altos miembros de la CIA llevaban años siguiendo sus movimientos. En concreto, lo venían observando desde noviembre de 1953", reforzó Morley. Los archivos confirman que la CIA elevó un reporte el primero de octubre de 1963, sólo 21 antes del asesinato, en el que alertaba sobre el encuentro que Oswald había mantenido en México con Valeriy Kostikov, miembro de la división de asesinatos de la KGB.

Otro de los nuevos documentos revela la preocupación que tenía Edgar Hoover, director del FBI, de mantener con vida a Oswald. En un memo secreto, Hoover le solicitó a la Policía de Dallas que duplicaran la seguridad del detenido, dado que habían recibido la advertencia de que querían asesinarlo. Dos días después, el domingo 24 de noviembre, Oswald fue asesinado mientras era trasladado a la cárcel del condado. Le disparó Jack Ruby, un turbio empresario vinculado al juego y a la noche. Las imágenes recorrieron el mundo. ¿La Policía de Texas ignoró la advertencia del director del FBI o decidió trasladar a Oswald sin garantías de seguridad para que el asesinato pudiera tener lugar?

Las conexiones de Ruby con la mafia no fueron investigadas por el Gobierno de Estados Unidos. Una vez más, la versión oficial sostenía que le hombre se encontraba "fuera de sí" y que había actuado solo. Sin embargo, el Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos que se estableció en 1976 para investigar el asesinato del presidente resolvió que el asesinato de Kennedy fue el resultado de una conspiración y que el Gobierno cubrió todo lo sucedido. En su reporte, el asesinato de Oswald en manos de Ruby fue el "cierre perfecto" que no dejó ningún cabo por atar.

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"La pieza principal que nos permitió sostener la teoría de la participación de la mafia en el asesinato fue Ruby. Él tenía vínculos directos con la mafia, de joven había trabajado con Al Capone. Trabajaba para la mafia de Chicago. Era un mafioso", sostuvo Eric Malling, uno de los miembros del Comité. Ruby murió cuatro años después del asesinato de Kennedy, en enero de 1967. Antes de su muerte, le confió a su familia que el homicidio de Oswald formaba parte de un "plan mucho más grande" del que se jactaba haber participado.

La desclasificación de los archivos expuso la participación directa del Gobierno de Estados Unidos. En un memo interno, Hoover transmitía la necesidad de "transmitir el mensaje claro" de que Oswald "era el verdadero asesino" para poder "convencer a la gente". 

La desaparición del cerebro de Kennedy, las palabra de los médicos que intentaron revivirlo y la inexplicable conclusión de la autopsia

El cuerpo médico del Hospital Memorial Parkland de Dallas intentó reanimar durante cuarenta minutos al presidente sin éxito. En efecto, Kennedy llegó sin signos vitales y su muerte se produjo sólo segundos después del segundo disparo, el que recibió en su frente. La autopsia debía realizarse en Texas, de acuerdo a la ley vigente. Sin embargo, los agentes del FBI y el Gobierno federal presionaron para que el cuerpo fuera trasladado lo antes posible a Washington en el avión presidencial. Qué vieron los médicos que lo atendieron y en qué momento se "desintegró" el cerebro del presidente.

"El disparo letal fue el que recibió en la frente, con un agujero de salida en la nuca que le destrozó parte del cráneo. El cerebro estaba casi intacto", advirtieron ante la comisión investigadora. Sin embargo, los médicos del Hospital Naval americano en el que se realizó la autopsia del presidente aseguraron que recibieron el cuerpo sin una importante parte del cráneo y sin rastro alguno de su cerebro.

El periodista David Lifton entrevistó al grupo forense que realizó la autopsia y a todas las personas que participaron de la cadena de custodia del cuerpo. El enfermero Aubrey Reich fue quien colocó el cadáver de Kennedy en el cajón que lo trasladó de regreso a Washington. En su declaración, aseguró haberlo envuelto en una manta blanca y no en una bolsa negra, tal como ingresó al Hospital Naval. "Estuve presente, fui el que lo movió y lo puso en el cajón. Mi remera se manchó con su sangre y puedo asegurar que nunca lo pusimos dentro de esa bolsa", sostuvo en declaraciones televisivas al cumplirse el aniversario número 25 del homicidio.

La versión de Reich se confirma con las imágenes que los fotógrafos tomaron del momento en el que el cajón del presidente era ingresado al avión presidencial. Se trataba de un féretro de lujo, con manijas de bronce. Dennis David fue uno de los oficiales de la marina que descargaron el féretro en Washington y lo trasladaron al hospital en el que se realizó la autopsia. "No tenía manijas de bronce, ni nada por el estilo. Era un cajón verde de metal. Cualquiera que haya estado en Vietnam sabe de lo que estoy hablando, porque son los que se usaron para trasladar los miles de cajones durante la guerra", describió.

En línea con las declaraciones del enfermero tejano y del marino, el médico Paul O'Connor describió el momento en el que tuvo que abrir el cajón en la sala en la que se realizó la autopsia. "Era muy modesto, no tenía nada de lujo", describió, al tiempo que describió que el cuerpo se encontraba dentro de una bolsa gris y no envuelto en la manta que Reich había colocado en Dallas. "Abrimos la bolsa y lo sacamos. Estaba completamente desnudo, salvo por una manta blanca que envolvía su cabeza. Estaba toda ensangrentada", recordó.

"Me acuerdo que cuando le sacamos la manta, miré hacia abajo y pensé: 'Por Dios, no queda nada de su cerebro'", sostuvo O'Connor. A pocos metros se encontraba su colega, el radiólogo Gerald Custer, quien confirmó la ausencia del cerebro. "Pude meter mis dos manos en la cavidad de su cráneo y al sacarlas me quedaron entre los dedos pequeñas células del cerebro, pero el resto había desaparecido". Pese a las declaraciones, el reporte final de la autopsia ratificó que se había examinado el cerebro en su totalidad. "No sé de qué están hablando, no había nada para analizar", sumó años después O'Connor.

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