A mediados de la década de los 80, el pastor evangélico Eduardo Cartea denunció la existencia de "mensajes satánicos" en el rock argentino. Cartea había adquirido una módica fama en el mundo evangélico a partir de sus predicaciones antirrockeras, que circulaban de iglesia en iglesia grabados en casetes artesanales para ser escuchados en las "reuniones de jóvenes" y ofrecían elementos para que todo el mundo pudiera concluir que el rock era la fuente de todos los males. Cartea repetía aburridas letanías sobre el exceso de drogas, la adhesión a las religiones orientales, la visión "deformada" (desde una perspectiva evangélica, claro) del sexo, y, lo más divertido, los supuestos "mensajes satánicos" que podían escucharse si uno se tomaba el trabajo de invertir las cintas de los casetes.
Charly y Nito: ¿Sui Generis en las garras de Satán?
Tengamos en cuenta que los casetes eran el soporte sonoro más popular en aquella época y que, a veces, en los grabadores la cinta se trababa y comenzaba a girar en sentido contrario al que le correspondía, lo que daba lugar a sonidos guturales horribles, a música que sonaba al revés de cómo había sido concebida y -decía Cartea, a "mensajes satánicos": invocaciones al demonio que habían sido grabadas para que el cerebro los percibiera de modo subliminal. Aunque la leyenda de los "mensajes satánicos" en el rock mundial ya era conocida antes de Cartea, el aporte novedoso del pastor fue señalar que también existían en el rock argentino. En concreto, el pastor afirmó que Sui Generis y León Gieco había grabado mensajes de este tipo, con el terrible objeto de iniciar a la juventud argentina en el camino de Satán. Tal vez otro día me detenga en el "caso" de León: hoy nos concentraremos en el de Charly y Nito.
"Mátame y me voy y retorno...
Cartea sostenía que nuestro inconsciente captaba los mensajes, que el modo subliminal en que llegaban a nosotros era particularmente grave, dado que no podíamos resistirnos a ellos de manera consciente. En esas conferencias -que escuchó el autor de esta nota durante su adolescencia, y se alarmó con ellas- el pastor reprodujo tres canciones "invertidas": dos de Sui Generis y una de León Gieco. En “Bienvenidos al tren”, el dúo cantaba dos frases no exactamente satánicas pero, reconozcámoslo, de lo más tenebrosas: "Mátame y me voy y retorno" y "Vas vos a matar países". En “Confesiones de invierno”, la voz de Charly García invitaba, directamente, a "Morir por Satanás". El efecto era estremecedor.
En sus letras, ambas canciones aluden a la condición divina. "Recoge tus cosas/ y largo de aquí/ En nombre de Cristo /no quieras seguir", comienza “Bienvenidos al tren”. "Dios es empleado en un mostrador/ da para recibir/ ¿Quién me dará un crédito, mi Señor? Solo sé sonreír", dice la letra de “Confesiones de invierno”. El mecanismo de oposición tenía sentido: al derecho hablaban de Dios: al revés, de matar y de Satanás. El problema es que la dicción de los artistas parecía disminuir bastante, lo cual diluía un poco el efecto. Si se tomaban el trabajo de grabar mensajes satánicos para que fueran escuchados invirtiendo la cinta, ¿cuál era el sentido de hacerlo con una dicción tan precaria?
" 'Morir por Satanás' es 'Ya no paso frío'
El problema se resolvió cuando descubrí que, al derecho y "al revés", “Bienvenidos al tren” tenía una palabra en común y que esa palabra es casi capicúa. La letra de "Bienvenidos al tren" dice "Si yo no te río, pues bien mátame". Si invertimos la frase, leeremos "E mátamne ibseupó y retono", que, por supuesto, suena muy parecido al "Mátame y me voy y retorno" que, supongo que de buena fe, creyó haber escuchado el pastor. Una vez hallado el mecanismo, quedaba encontrar el "¡Vas vos a matar países!" No fue fácil, pero apareció. Veamos: Si invertimos una parte de la frase "Si tú eres mi dama, jamás lo sabré", escuchamos algo así como: "as ol sa majám adimse". Las vocales son las mismas, en el mismo orden de aparición, del supuesto "Vas vos a matar países". Cada uno escucha lo que quiere escuchar. La sugestión de los conversos hace el resto.
Sólo faltaba el más satánico de todos los "mensajes satánicos": "Morir por Satanás", que supuestamente estaba en la canción “Confesiones de invierno”. Bien: "Morir por Satanás" es "Ya no paso frío". ¿Qué? Veamos...
Si invertimos la cinta, la frase "Ya no paso frío" se convierte en "Oír fo saponash...", que no es igual pero sí bastante parecido a "Morir por Satanás". Por lo tanto, ay, Sui Generis no había grabado ningún "mensaje satánico": lo que escuchábamos era una mezcla de las letras al revés y lo que el pastor creía escuchar y quería que escucháramos. El hecho tenía una explicación lógica, la anécdota había llegado a su fin.
Confesiones de invierno -el segundo disco de Sui Generis, que incluye el tema del mismo nombre- se grabó en 1973. Seis años después -seis años verdaderamente intensos -para la vida de Charly y la del país- que incluyeron la separación de Sui Generis, la formación y la disolución de La máquina de hacer pájaros y la formación de Serú Girán-, Bicicleta, tercer disco de Serú, incluye “Encuentro con el diablo”, firmado por Charly García y David Lebón. Tal como Charly y David contaron ambos más de una vez, la letra remite a un encuentro de la banda con el general Roberto Eduardo Viola, el presidente que sucedió a Jorge Rafael Videla durante la última dictadura. La música se parecía más de lo aconsejable a “Sweet Home Alabama”, un clásico de Lynyrd Skynyrd.
Serú Girán se separó en 1982 y se reunió diez años después. En el disco de la reunión, Serú 92, la banda grabó, ahora sí, algo parecido a lo que aquel pastor creyó haber escuchado y no escuchó. Ahora sí, Serú Girán grabó lo que conocemos como "mensaje satánico". Fue en "No puedo dejar”.
"Y cuando yo llegue a mi juventud eterna moriré por el diablo
Durante varios momentos del tema se escuchan unos extraños sonidos. Si invertimos la cinta sabremos de qué se trata: escucharemos, y sin ningún tipo de dudas, una secuencia espantosa: "Es la peste total. Me ha muerto el corazón. Y tú sabes que mi amor yo te he dado. Ja, ja, ja. Y cuando yo llegue a mi juventud eterna moriré por el diablo". Al derecho y al revés, la letra del tema es de Charly. La voz del "mensaje satánico" es la del baterista Oscar Moro, reprocesada por un pitch con tecnología diferente pero un efecto parecido al que se usó para esa especie de proto rap de "La Grasa de las capitales", cuando Moro decía, entre otras cosas "La grasa inunda cual fugazzeta".
Cuando salió el disco y trascendió la noticia, intenté entrevistar a Moro. El baterista me atendió, pero no dijo mucho: sólo que que fue un chiste, que no tenía importancia, que no quería hablar del asunto. Pasó el tiempo, Moro falleció, lo entrevisté a Charly varias veces y sin embargo jamás le pregunté al respecto.Me olvidé de la historia. Con el tiempo llegaron Internet, las redes sociales, y un buen día entre mis contactos de Facebook quedó Gustavo Gauvry, legendario ingeniero de grabación, en cuyos igualmente legendarios Estudios del Cielito se grabó el disco. Entonces le pregunté qué recordaba del "mensaje satánico". A través del messenger, Gauvry respondió:
David Lebón, Pedro Aznar, Charly García y Oscar Moro: Serú, en la reunión del 92.
-Mi interpretación es que García no quería dejar las drogas ni someterse a ningún tratamiento. De hecho ahí empezó su etapa Say no more de quilombo y destrucción, de dejar de ser el chico bueno del rock y volverse un monstruo. Tal vez por eso pusieron esa voz al revés y bajada de pitch... No lo sé. Esa fue su actitud durante todo el tiempo de la grabación y la gira, hacer bardo, como si se burlara de la reunión del grupo, de sus compañeros, de sí mismo. De todas maneras esa es mi interpretación, no digo que haya sido así. Muchas veces en las grabaciones surgen ideas que nadie explica: no es que alguien dice "Vamos a poner esto para representar aquello"... Es como un juego. Charly hizo todo lo posible por arruinar la reunión de Serú, por desmitificarla. No sé si estaba rayado con algo, o le molestaban las presiones que había con los productores y exproductores, si se había arrepentido de acceder... Estaba todo el día dado vuelta, generaba un clima feo y de hecho su aporte musical fue mínimo comparado con la etapa anterior.
Robert Johnson: según la leyenda, el pionero del blues fue uno de los primeros en hacer "pactos" con el diablo.
La hipótesis de Gauvry es razonable: al derecho, la letra decía que Charly no podía dejar las drogas; al revés, advertía el precio que estaba pagando ("Se me ha muerto el corazón") pero profetizaba, de todos modos, la juventud eterna, al cabo de una especie de pacto con el diablo similar al que -dice la leyenda- hizo el pionero del blues Robert Johnson. Pasaron 24 años desde entonces: no se puede decir que tanto trajín le haya resultado gratuito, pero García sigue entre nosotros. Y “No puedo dejar”, al derecho y al revés, es un buen tema, de lo mejorcito de aquel controvertido disco, de lo mejorcito de aquel regreso tan controvertido.