Alfredo Cahe, médico personal de Diego Armando Maradona durante más 30 años, declaró ante la Justicia que la muerte de técnico “era totalmente evitable” y que un paciente como él “tenía que tener un control médico clínico permanente”. El profesional declaró ante el equipo de fiscales de San Isidro que investigan el deceso: el fiscal general de San Isidro John Broyad, Patricio Ferrari, Cosme Iribarren y la fiscal de Benavídez, Laura Capra.
La declaración complicó la situación de los dos médicos imputados e investigados por posible mala praxis, el neurocirujano Leopoldo Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov. “Por lo que trascendió de la autopsia la muerte se produjo por una insuficiencia cardiaca y renal. Ese resultado era totalmente evitable. Con un correcto seguimiento y control era evitable”, dijo Cahe, según consta en la declaración.
El médico, que tuvo de paciente al ex futbolista entre 1978 y 2009, afirmó que la casa del country San Andrés de Tigre donde Maradona falleció el 25 de noviembre “era lo menos indicado, porque él debía estar en terapia intensiva con control de neurocirujanos, terapistas, con control del corazón constante y continuo. Era la única opción”.
Sobre los controles debía tener un paciente como Maradona, Cahe contestó que “por su cuadro cardíaco había que controlarlo obviamente todos los días, cada cuatro o seis horas como máximo”. El ex médico de cabecera del “10” además afirmó ante los fiscales que “es muy simple detectar que hubo negligencia” y que desde su punto de vista “nunca fue controlado”.
En ese aspecto, sostuvo que esa negligencia “básicamente fue por la falta de control y la no ingesta de medicación cardíaca” y sentenció que “Diego tenía que tener un control médico clínico permanente”. Cahe también se refirió a las dificultades que se le presentaron para ver a Maradona cuando fue a visitarlo a la Clínica Olivos donde le hicieron una neurocirugía y el poco diálogo que tuvo con Luque.
Sobre el neurocirujano, dijo: “Él (por el imputado) nunca se explayó conmigo como médico ni me dio información pese a mis pedidos, respuestas vagas cada vez que quería insistir con alguna pregunta respecto de la atención. La actitud de Leopoldo Luque no era normal, todo era muy improvisado. Las anormalidades son muy groseras al menos desde mi punto de vista”.
Además, explicó que cuando él era el médico de cabecera y Maradona tenía alguna descompensación lo aislaban del “entorno” y tenían “enfermeras y terapistas permanentes” porque sabían que “no le iban a pasar droga y lo iban a cuidar”. En oro tramo de su declaración, comprometió a la psiquiatra Cosachov al sostener que “la medicación psiquiátrica, si es la que trascendió, le exprimió el corazón” a Diego.
Y volvió a criticar el sitio donde se produjo el fallecimiento al decir que “la casa donde fue alojado si no fuera una sala de terapia intensiva, debía tener cuanto menos un desfibrilador, que actualmente viene todo equipado con tubo de oxígeno y una enfermera permanente”. “Él debía estar monitoreado constantemente y evidentemente no pasó. No es coherente sacarlo de un sanatorio como IPENSA, llevarlo a una clínica y después a la casa. Es decir, fueron disminuyendo de calidad de atención y controles pese a su delicado estado de salud. Es lo que se nota a todas luces”, cerró.