21 Diciembre de 2020 10:00
Si bien la decisión del príncipe Harry y Meghan Markle de retirarse de sus deberes reales marca la primera vez que miembros de la familia real inglesa eligen independizarse financieramente de la corona, esta no es la primera vez que alguien de la realeza británica rompe con sus rígidos protocolos.
El antecedente más famoso es el del rey Edward VIII, tío de la actual reina Elizabeth II, quien a fines de los años '30 abdicó a la corona para casarse con la norteamericana Wallis Simpson, divorciada dos veces.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, la iglesia anglicana no permitía que los divorciados volvieran a casarse si sus antiguos esposos permanecían vivos. Además, según la ley británica de la época, el matrimonio del monarca requería la aprobación del Parlamento.
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Fue así que Edward decidió dejar el título de rey en manos de su hermano, George VI. "Me ha resultado imposible llevar la carga de la responsabilidad y cumplir con mis deberes como rey como desearía hacer, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo", sentenció.
A diferencia de Harry y Meghan, el monarca que renunció recibió una pensión monetaria permanente a cambio de que aceptara exiliarse en Francia. Los duques de Sussex tienen previsto renunciar al dinero que reciben del fondo soberano sostenido por los contribuyentes británicos.
La princesa Margaret, hermana de la reina, también sufrió en carne propia la prohibición de matrimonio con personas divorciadas: su relación con Peter Townsend, que comenzó clandestinamente cuando él aún estaba casado, no pudo prosperar en boda.
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La aceptación de la monarquía y la iglesia británicas a la boda entre divorciados fue eventualmente flexibilizándose. En 1992, por ejemplo, la princesa Anne -tía de Harry- contrajo matrimonio por segunda vez en Escocia, cuya iglesia no considera el matrimonio como un sacramento.
Cuatro años después, su hermano Charles se divorció de la princesa Diana. En 2002, la Iglesia británica eliminó la prohibición del matrimonio con personas que ya habían estado casadas y en 2005, el príncipe se casó con la también divorciada Camilla Parker Bowles.
