21 Abril de 2025 12:39

Murió dormido, en paz. Así se apagó la vida del Papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio, en la madrugada del lunes, según reveló el periodista Nelson Castro con la voz quebrada y el corazón abierto. Fue un adiós que conmovió al aire de Radio Rivadavia, pero también a un país entero. En medio del especial de "Esta Mañana", compartió la versión que recibió desde Roma: "Murió mientras dormía. Como se despertaba siempre a las 4:30 de la mañana, alguien fue a asistirlo y lo encontró sin vida", relató con la emoción atravesando cada palabra. La noticia golpeó con fuerza, pero no tomó por sorpresa.
Francisco llevaba meses debilitado, batallando en silencio contra el desgaste físico que los años, el peso del mundo y la propia historia habían depositado sobre sus hombros. Sin embargo, como recordó el médico Claudio Zin durante la cobertura, "lo notable es que nunca tuvo complicaciones cardíacas. Eso sorprendía a los médicos". Una vida signada por la resistencia, pero también por el sacrificio. Minutos después, durante su programa "Vamos Rivadavia", Nelson Castro ya no pudo contener las lágrimas. Desde el avión que lo llevaba rumbo al Vaticano para participar de las exequias del pontífice, compartió una reflexión que trascendía lo periodístico.
Era la de un hombre que despedía a un amigo. "Dios lo llamó a su lado y le evitó más sufrimiento", dijo, con la voz entrecortada. Y agregó con ternura: "Debe haber sido la muerte que deseaba: quedándose dormido, sin más dolor. El sufrimiento de todo este tiempo fue muy duro. Muy, muy duro". Nelson había conocido a Francisco en profundidad. Lo había entrevistado, lo había escuchado, lo había acompañado. Fue el Papa mismo quien le pidió que escribiera un libro sobre la salud de los papas, comenzando por él. Y fue también quien le mostró su costado más humano, incluso en los momentos de mayor vulnerabilidad.
Por eso, el periodista recordó: "Conociéndolo a él, sé lo que estaba sufriendo. La rodilla le dolía, se había caído dos veces, estaba con sobrepeso. El día que apareció en el Vaticano en camiseta fue muy penoso". Esa imagen, sencilla pero potente, era el símbolo de un líder que había elegido mostrar su fragilidad sin vergüenza, como una forma más de predicar la verdad. En el aire se sintió el silencio, esa pausa cargada de significado que precede a los abrazos. "Te mandamos toda la energía para que puedas llevar adelante tu labor con este sentimiento de haber perdido a alguien que querías tanto", le dijo Nancy Jelabert. "Te abrazamos muy fuerte", sumó Claudio Savoia.
A lo largo del programa, Castro destacó el impacto histórico del pontificado de Francisco. "Abrió líneas de pensamiento progresistas dentro de la Iglesia. Buscó una Iglesia más cercana a los pobres, a los migrantes y a los que sufren. Fue el primer papa en hablar de su salud mental públicamente", recordó. También lamentó, con la honestidad que lo caracteriza, que "Francisco haya caído en la grieta argentina". Para él, esa división fue una de las razones por las que nunca regresó a su país natal. Y esa herida, quizás, le dolía más que cualquier dolencia física. Claudio Zin definió el momento que vive hoy la Iglesia como "interregno", el lapso entre dos papas, un tiempo de incertidumbre y expectativa. "El próximo Papa no será jesuita. Eso ya marca un cambio", sostuvo. Pero el futuro, como bien dijo, solo Dios lo sabe.

Mientras tanto, el presente se tiñe de duelo y de memoria. El papa Francisco se fue como vivió: con humildad, sin estridencias, entregado a su fe. Y dejó detrás de sí un eco profundo, una huella imposible de borrar. "La muerte del Papa nos golpea y nos invita a pensar más allá de la política: el Papa es el Papa", cerró Ignacio Ortelli, conductor del ciclo. Y en esa frase, tan sencilla como verdadera, se resumió el dolor colectivo de una despedida que no es solo religiosa, sino también profundamente humana. Porque más allá de todo, Francisco fue un hombre. Uno que eligió vivir con compasión, hablar con verdad y partir en silencio.