Las pérdidas de sus seres más queridos fueron una constante en la vida de Fito Páez durante sus primero años de vida. Tal cual lo cuentan en la serie de Netflix, El amor después del amor, la biopic del rosarino, cuando tenía solo ocho meses, murió su madre Margarita Zulema Ávalos. El cantante fue criado por su abuela, su tía paterna y, por supuesto, por su papá Rodolfo. Pero la muerte volvió a los pocos años. Primero por el fallecimiento de su padre en 1985 y un año después sucedió lo peor. En noviembre de 1986, con el asesinato de las “abuelas” de Fito, su abuela Delia Zulema Ramírez de Paez, de 76 y a su tía abuela Josefa Páez, de 80 años, y la empleada doméstica Fermina Godoy, de 33, que estaba embarazada.
De golpe, Fito se quedaba solo en el mundo. En el momento de los homicidios cometidos en Rosario, el cantante se encontraba en Río de Janeiro, Brasil, donde realizaba una presentación de Giros, su segundo disco, junto a Charly García y Fabiana Cantilo. El golpe de la noticia lo noqueó. Con el paso de los días, los detalles del horrible hecho sacudieron a la sociedad. Ese 7 de noviembre, cerca del mediodía, dos hombres ingresaron a su csa de la calle Balcarce al 600.
Muchos meses después saldría a la luz quiénes fueron los asesinos: Uno se llamaba Walter Di Giusti, de 23 años, y quien cometió los delitos. Su cómplice fue su hermano Carlos, de 18 años. La abuela de Fito fue asesinada de un tiro en la cara. Las otras dos mujeres recibieron decenas y decenas de cuchilladas en todo su cuerpo. La investigación estuvo a cargo de la Seccional 3° de la Policía de Rosario y por el juez Francisco Martinez Fermoselle.
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Apenas regresó a Argentina, Páez afirmó ante los medios de comunicación: “El mundo está mal hecho. Hoy me tocó a mí, hace cinco años le tocó a John Lennon. En este momento estoy aturdido, desamparado. Mataron al amor de mi vida, mi abuela”. Y agregó, por aquellos días en los que estuvo sumido en una profunda depresión: “Mi abuela y mi tía eran las personas que más quise. Para mí eran como dos madres”.
Y finalizó: “No puedo creer esta cosa loca que ha ocurrido. No la entiendo. Es muy poco lo que puedo decir, con todo el lío que tengo en el mate. Vine a contar cómo vivía mi familia en su casa, porque puede servir a la investigación; a contar cómo vivían esas maravillosas mujeres”. Pocos meses después, atravesado por la tristeza y el dolor, Fito sacó a la luz el disco Ciudad de pobres corazones, que lleva el nombre de la emblemática canción que habla sobre el asesinato de sus familiares.
La detención
Durante mucho tiempo, nada se supo de los criminales. Incluso se habló de un “ajuste de cuentas” de narcotraficantes con Páez. Una locura absoluta. Recién un año después, un grupo de agentes descubrió al criminal. Tras una larga investigación, descubrieron que una travesti que ejercía la prostitución usaba el collar de perlas de la abuela de Fito. Al ser detenida, aseguró que se lo había regalado su novio Walter. Al otro día hubo un allanamiento en la casa de Di Giusti, en donde también encontraron un radiograbador que pertenecía a Páez.
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De ahí surgieron una serie de datos increíbles. El primero fue que Di Giusti había sido compañero de Páez en la escuela Dante Alighieri. El otro punto era que apenas un mes después de matar a la familia de Fito se inscribió en la Policía y al momento de su detención estaba en servicio en Pueblo Esther, al sur del gran Rosario. Por otra parte, también salió a la luz que había matado a otras dos personas apenas una semana antes del triple crimen.
En pocos meses, fue culpado de las cinco muertes y condenado a Cadena Perpetua. Después, su pena fue reducida a 24 años de prisión y en 1997 su defensa pidió que fuera excarcelado porque tenía problemas de salud y estaba perdiendo la visión. Pero resultó una mentira. Di Giusti, que antes de ser detenido era plomero, solía manejar un auto, salía a hacer compras y por las noches, era clientes de diferentes bares.
De inmediato, volvió a prisión mientras su hermano estaba libertad condicional. Walter pasó a retiro obligatorio de la fuerza aunque debía ser exonerado de la fuerza. De manera insólita, siguió cobrando el 70% de su salario hasta noviembre de 1993. Lo cierto es que el 3 de 1998, volvió a la cárcel. Cinco días después se descompensó y debió ser internado. Ahí salió a la luz que se había contagiado VIH durante sus años en prisión. Murió el 12 de junio. Sobre su hermano no se supo nunca más nada.