10 Abril de 2021 10:59
A lo largo de sus 99 años, el príncipe Philip cosechó dentro y fuera del Reino Unido una imagen de hombre "frío, distante y calculador". Sin embargo, el intercambio de cartas que mantuvo con la también difunta princesa Diana cuando su matrimonio con el príncipe Carlos estaba al borde del colapso abordan una faceta desconocida del marido de la reina, quien supo convertirse en uno de los inesperados aliados que Lady Di tuvo en la Corte.
El príncipe Philip fue uno de los miembros de la Familia Real que más apostó por Diana. Miembro de una de las familias más aristocráticas del Reino Unido y con fuertes e históricas conexiones con la Familia Real, la ingenua joven de 18 años se posicionó rápidamente como la "candidata ideal" para el príncipe Carlos, quien se resistía a la idea de casarse luego de que su propia familia frustrara su intención de pasar por el altar con su por entonces amante, Camila.
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Lady Diana Spencer, como se la conocía antes de la boda real, conoció al marido de la reina en su primera visita al castillo de Balmoral invitada por Carlos a principios de los años ochenta. "Ese fin de semana, Diana sorteó todas las pruebas y maldades que los miembros de la familia real le suelen hacer a los 'outsiders'. Incluso, la Reina se refirió a ella como 'uno de nosotros', destacando la íntima relación que el padre de Diana, Lord Spencer, mantuvo con el rey Jorge VI".
"Al principio todos fueron muy buenos conmigo, pero eso cambió cuando me casé. Todo cambió. Nunca me apoyaron. Nadie me enseñó a ser 'princesa' y esperaran que no cometiera ningún error. Nadie me felicitaba cuando hacía las cosas bien, pero cuando me equivocaba, todos me lo marcaban", reconoció años después Diana, en un diálogo que quedó registrado por su profesor de oratoria y que luego se hizo público con el documental Diana, las grabaciones secretas.
Philip también fue resistido por la Familia Real cuando la por entonces heredera al trono, Elizabeth, anunció su intención de casarse con el príncipe de Grecia, cuya familia vivía en el exilio y estaba en bancarrota. "Él también tuvo que adaptar toda su vida en función de la Corona, incluso aceptar pese a su personalidad temperamental el rol 'del segundo lugar' detrás de su mujer. Empatizó desde el primer momento con lo que vivía Diana".
El príncipe de Edimburgo fue uno de los primeros aliados que tuvo Lady Di. Con frecuencia reorganizaba los lugares asignados en las cenas formales para sentarse junto a ella y que no se sintiera tan "fuera de lugar". Pero los intentos de Philip de "pulir" a la princesa no dieron sus frutos. La relación con Carlos se deterioró en cuestión de cuatro años y para el nacimiento de Harry ya no existía ningún tipo de "relación amorosa" entre ellos.
En junio de 1992, cuando el matrimonio real enfrentaba uno de sus peores momentos, Philip le envió una carta a Diana y la correspondencia secreta entre ellos pasó a ser casi diaria. La primera recomendación del príncipe de Edimburgo fue que la princesa elaborara un listado de actividades e intereses comunes con su marido. "No tengo talento como consejero matrimonial", reconoció con ironía en una de las misivas.
Diana le tomó cariño y comenzaba las cartas siempre con un "Mi querido papá". "Me conmovió particularmente tu carta más reciente, que me demostró, si no lo sabía, que realmente te importaba. Aún me gustaría que supieras cuánto te admiro por la manera maravillosa en que trataste de aceptar este problema familiar intensamente difícil", le reconoció en una misiva con fecha del 26 de julio de 1992.
En sus cartas, Philip le transmitió su preocupación por los visibles desórdenes alimenticios de la princesa y hasta reconoció que la Familia Real tenía parte de la culpa. También destacó su rol como madre, aunque llegó a recriminarle que por momentos era un poco "posesiva con los chicos". Diana recibía bien los elogios, pero no le gustaban para nada las críticas. Es por eso que recurrió a la ayuda de dos amigas, Rosa Monckton y Lucía de Lima.
La correspondencia se fue tensando con el correr de los meses. Fue una insinuación de Philip la que cortó todo tipo de puente entre ellos: deslizó que tal vez había sido el comportamiento de Diana lo que había "llevado a Carlos" a regresar con Camilla Parker Bowles. Diana dejó de verlo como un aliado y empezó incluso a sindicarlo entre su círculo íntimo como el hombre que estaba conspirando para que la mataran. Se lo dijo a su amigo, el diseñador Roberto Devorik. Devorik debió declarar ante la Justicia en el marco de la investigación por la muerte de la princesa y reveló que Diana creía que su suegro estaba organizando un plan para asesinarla.