“Es machismo”. Esa es la tajante respuesta de Luciana Salazar cuando se le pregunta por las críticas e interpelaciones que recibe desde que convirtió su Twitter en una suerte de usina de información política clasificada. “Cuando arrancan con lo de rubia y se les escapa el machirulo de adentro”, refuerza en diálogo con BigBang.
La impronta machista no discrimina géneros y todavía sigue latente, pese al llamado a la deconstrucción que se está dando cada vez con más fuerza. La última embestida contra Salazar tuvo lugar ayer por la noche, cuando intentaron que se cruzara en vivo en el ciclo Intratables con Amalia Granata.
"Mirá, yo lo que te voy a decir es una sola cosa, para mí hoy es más productivo ubicar a machirulos o misóginos, que por lo menos los que están bardeando de esa forma representan a este Gobierno. Me parece mucho más productivo meterme con esa gente que contestarle a una mujer y generar una pelea mediática, que en definitiva es lo que quieren algunos, para tapar tal vez otras cosas más importantes que yo estoy diciendo”, se excusó en vivo.
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La insistencia del panel y las críticas de Granata tornaron casi inevitable el roce que, tal como lo indicó Salazar en ese momento, terminó llegando a los medios como una “pelea de mujeres”. “Es y sigue siendo una mirada machista. Es cierto que hubo un cambio muy grande y que las mujeres nos estamos animando a hablar; pero todavía hay una fuerte resistencia machista que se siente en muchos ámbitos”.
Durante la charla, Luciana recordará el violento ida y vuelta que mantuvo con el diputado oficialista Fernando Iglesias, quien la acusó de inculta y de operar para el gobernador Mariano Arcioni. “También hubo y hay muchos ataques de trolls. Entiendo que tiene que ver con que cuando uno dice algo en contra del Gobierno automáticamente es tiltado de opositor y viceversa. Lo único que puedo decir es que siempre fui coherente con lo que pensé y dije”.
Lo que me llama la atención es por qué les genera tanta intriga saber cuál es la fuente y no el dato en sí, que es mucho más relevante"
“No soy, ni pretendo ser periodista”, se ataja de inmediato. “Soy, en tal caso, una actriz y conductora a la que le llega información y decide hacerla pública. Lo que me llama la atención es por qué les genera tanta intriga saber cuál es la fuente y no el dato en sí, que es mucho más relevante”.
En efecto, la primera reacción del medio fue vincularla sentimentalmente con políticos de la oposición y gobernadores. “Nadie les pregunta a los periodistas de dónde sacan sus datos, ¿no?”, cruza con ironía. “De todos modos, estoy acostumbrada al ataque. Siempre se me criticó, esto no es nuevo. Me mataron cuando decidí convertirme en mamá, cuestionaron mis relaciones de pareja; en fin”.
Nadie les pregunta a los periodistas de dónde sacan sus datos, ¿no?"
Lo mismo sucedió cuando, años atrás, se hizo pública su relación con el ex presidente del Banco Central Martín Redrado. “Se dijo hasta que yo había estudiado economía. A ver, cuando empecé a salir con Martín no era un funcionario, era un simple economista. Ya no estaba en el Banco Central. Siempre me interesó la economía y entender por qué pasaban las cosas que pasaban, no es que por salir con él se me disparó ese interés”.
Dentro de la horda de críticas o interpelaciones de marcado tinte machista, Salazar destaca el apoyo que recibió por parte de una gran cantidad de periodistas. “Romina Manguel, por ejemplo. Sé que muchas salieron a bancarme y a marcar esto del cuestionamiento por mi condición de mujer, modelo o actriz”.
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“Las mujeres todavía estamos luchando, no soy la única”, suma, al tiempo que aclara que, tras recibirse del secundario, cursó dos años de abogacía en la Universidad Católica Argentina. “Siempre me interesó la política, desde chica. Vengo de una familia en la que siempre se habló y, por sobre todas las cosas, se analizó lo que sucede en el país”.El mandato familiar la llevó a Luciana a inscribirse en la universidad. “Desde chica quise ser actriz, pero mis padres no estaban de acuerdo. Así que cuando terminé la escuela decidí estudiar derecho, porque lo que me interesaba era poder ayudar al otro con esas herramientas. Disfruté de la cursada, pero me tiraba más lo artístico y finalmente decidí pasarme a la del Salvador para estudiar arte dramático”.
Luciana hoy tiene otro doble desafío: criar a su hija Matilda, de un año y nueve meses, en el marco de la lucha por el empoderamiento femenino. “Intento transmitirle todos mis valores y educación. Le muestro día a día el tipo de mamá que tiene”.