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Mano a mano con Gastón Cocchiarale: ATAV, el café con Francella y los estereotipos en la ficción

El actor habló con BigBang en medio del estreno de "Tres", la obra de Pablo Bellocchio que es dirigida por Antonela Scatolini Rossi. Su paso por la película El Clan y la importancia de ser perseverante. 

por Alejo Paredes

09 Abril de 2022 08:00
Gaston-Cocchiarale-2
Gaston-Cocchiarale-2

La vida de Gaston Cocchiarale está marcada por el esfuerzo, la lucha y la capacidad de nunca rendirse en la peor de las adversidades, aunque a veces sea el camino más sencillo. El actor de 30 años puede alardear de haber conquistado al público luego interpretar a David Lowenstein en Argentina, tierra de amor y venganza (ATAV), la exitosa tira de Pol-ka o de ponerse en la piel de "Maguila" Puccio, en la película El Clan. Pero -aclara- su despegue artístico sucedió gracias a una charla de tres horas que tuvo con Guillermo Francella, a quien -reconoce- admira con locura, cuando pasaba por un complicado presente laboral: durante una década, fue rechazado en varios castings.

Pero la gota que colmó el vaso fue cuando un día, en un lapso de 30 minutos y luego de pasar por éxitos como El Clan (2015) y Permitidos (2016), recibió las negativas en los castings de Signos (2015) y El Marginal. Pero cuando creyó que todo estaba terminado y barajó la posibilidad de dar un paso al costado, le envió un mensaje a Francella y el reconocido actor no dudó en entrar en acción. No solo lo invitó un café y le prestó un oído, sino que también le dio varias enseñanzas y consejos que le sirvieron para no parar de trabajar un solo año. Hoy, la actualidad de Gastón es otra: es parte del elenco de "Tres", la obra de Pablo Bellocchio, dirigida por Antonela Scatolini Rossi, que estrenó este 8 de Abril en el Método Kairos.

Además, fundó su escuela de formación actoral (Creer es Crear, donde tiene más de 100 alumnos), pasa sus días trabajando en La gran renuncia, la versión libre de La Fiaca, de Ricardo Talesnik, que estrenará en septiembre y por la que estuvo 10 años insistiendo para conseguir los derechos. "La verdad que no consigo la vida sin luchar, pero el pensamiento debe acompañar a la acción. Yo no soy hijo de ningún famoso, arranqué de abajo. Mi papá es cocinero, mi mamá docente y ser actor era como decir que quería ser astronauta en mi familia. Y haberlo logrado, me genera gran felicidad. Es una carrera que causa gran frustración y me parece que la auto gestión en la vida del actor es muy importante", aclara en diálogo con BigBang.

Venias de un gran momento con ATAV y nos mandaron a todos adentro por más de un año. ¿Qué fue lo que más te costó en esta pandemia? 

- Lo que más me costó fue la falta de hacer lo que hago. Yo a mi trabajo no lo considero una obligación, sino que hago lo que amo y eso me constituye. Siempre fue el plan, aposté a eso y la pandemia me dejó sin nada. Fue muy fuerte el vacío en relación a mi oficio. Estaba por estrenar mi escuela de teatro, tenía como 40 alumnos y el primer mes no se los cobré porque no sabía cómo iba a funcionar las clases de manera online.

Nunca reemplazaría el hecho escénico y presencial, pero al final estuvo las clases virtuales estuvieron muy buenas para palear la situación. Hoy tengo 125 alumnos, pero empecé con 40 y terminé el 2020 con 60. Era lo único que me tenía activo y por lo que me levantaba por la mañana. Traté de presentar batallas culturales a la pandemia, le hice entrevista a actores por Instagram, empecé a hacer streaming y pude hacer teatro al aire libre.

Cada instancia que la pandemia (o las restricciones) nos iba permitiendo liberarnos, estaba como punta de lanza para aprovecharlas, como parte de una revolución cultural. Pero este año decidí no hacer cursos virtuales porque ya no tenía nada más que ofrecerme y ofrecerle a los chicos de manera virtual. Por más que perdí dinero o que económicamente no sea rentable -ya que tenía alumnos del exterior que pagaban dólares-, siento que la presencialidad es vital. 

Suar reveló meses atrás que ATAV iba a volver. ¿Recibiste algún llamado?

- Tengo entendido que no va a tener a nadie de la primera temporada. Va a ser un proyecto nuevo, que se va a llamar ATAV, pero no se cómo lo van a concertar. Por ahora, mi no me llamó nadie y no me convocaron para el proyecto.

¿Cómo te llevás con la popularidad que ganaste en base a los personajes que interpretas?

- ¡Increíble! Me llevo bárbaro y es algo que se añora. Para mi, es un elemento hermoso y con lo que uno cuenta. A los actores los aplauden por la calle y eso es un mimo al ego. Que te feliciten, te digan algo lindo y, por supuesto, hay siempre algún desubicado, pero por lo general muestra cosas hermosas. Tengo 125 alumnos eso no es solo por ser buen profesor, sino por esa popularidad. Por supuesto, en la cancha se ven los jugadores y tengo que bancar la parada en el teatro y en las clases. 

¿Cómo surgió aquel café que te tomaste con (Guillermo) Francella y cómo marcó aquel encuentro a tu carrera?

- Ese momento fue hermoso para mi y Guillermo ocupa un lugar casi de padrino artificio porque, primero me inspiró y es responsable de que yo sea actor. En mi adolescencia, llegaba con mil quilombos propios de la edad, prendía la tele y lo veía a él haciéndome reír, desconectándome y quería ser como él, un actor que ayude a las personas a desconectar o a olvidarse sus problemas por un rato. 

Tuve el enorme honor de trabajar dos veces con él: en El Clan y El Encargado. Cuando filmé esa película, pensé que me iba a llover el trabajo y eso no ocurrió, al menos en el primer año. No quedaba en ningún casting, tenía 21 años y me angustié mucho. Sobre todo cuando un día me llamaron para rebotarme en dos casting: Signos (2015) y El Marginal en tan solo media hora.

Lo llamé a Guillermo, le pedí un consejo y me dijo de ir a tomar un café ese mismo día. Estuvimos como tres horas y lo que más destacó fue que un tipo como Guillermo, con un éxito descomunal, no se ocupó de contarme cuáles fueron sus éxitos, sino que me reveló cuáles fueron sus fracasos que lo llevaron a ser exitoso. Fue un gesto de humildad hacia mi hermoso. Le sigo agradeciendo hasta el día de hoy y desde entonces, no paré de trabajar más. 

Francella fue víctima de duras críticas por Granizo, su película en Netflix. ¿Cómo tomaste esto?

- Me parece que es parte del mismo mundo en el que vivimos, donde la opinión de todos importa. Hay una cuestión y es que existe una cantidad desmedida de información todo el tiempo. Obviamente me duelen las críticas, porque tengo amigos ahí como Francella y Eugenia Guerty. Sé lo que ella se rompió el alma para lograr el acento cordobés, por ejemplo, y leer esas críticas me duelen.

Pero también trato de no poner el foco ahí: la película está número 3 en el ranking de films en idioma no inglés en el mundo. A mi personalmente, la película me gustó. Cumple con lo que muestra y es fiel al proyecto. Es una comedia blanca, divertida y para toda la familia, me parece que está buenísimo que todos opinen, pero como artista tenés que correrte de los cuestionamientos porque sino te terminás volviendo loco.

¿De chico querías ser actor?

- A los 4 años decía que quería ser actor. Me paraba en los restaurantes a bailar si había música, hacia sketches en los cumples familiares y después pasaba la gorra para que me den guita. Siempre relacionado con la guita (risas), pero me costó mucho en la adolescencia porque era muy tímido. Con el tiempo me enamoré de una chica que no me daba bola, pero que me invitó a un taller de teatro por fuera del horario escolar.

Fui porque quería estar con ella y me quería matar, Me preguntaba a mi mismo: "¿Qué hacés acá?". Lo hacía por amor pero no estaba preparado para subir al escenario. Al principio fue una cosa dificultosa, era pararme en el escenario, me miraban todos y en el fondo algo me gustaba. La realidad es que la pasaba como el orto, pero algo me atraía. Con el tiempo esa vergüenza fue desapareciendo.

¿Una frase que te guste?

- Me gusta mucho una frase que le puse a mi escuela que es "Creer es crear". Tal vez uno la escucha y piensa que es estúpidamente mágica, pero algo de eso resuena mucho en mi oficio. Si en verdad creo que puedo conectar con mis emociones, ocurre el personaje. Creer es crear, pero siempre trabajando, obvio. Es como uno decide imaginar la vida y empieza a emanar esa energía especial. En la actuación es jugar a ser una persona y terminar siendo esa persona. Creyendo y jugando terminas creando al personaje. Aplica a mi oficio y a mi vida. Siempre traté de trabajar desde ese lugar y a partir de esa frase.

¿Qué te enoja?

- Soy muy enojón, pero me enoja mucho la falta de profesionalismo. Me irrita y soy un demente. Por eso me llevo muy bien con Guillermo (Francella). Ambos somos obsesivos, me molesta mucho la falta de pasión, de respeto hacia el trabajo. Después me enoja las típicas cosas que a todos; la injusticia social, la corrupción y muchas cosas más en un país como Argentina, que tiene de todo. Trato también de buscarle el lado bueno y constructivo, sino terminás siendo negativo al instalarte en el enojo. Yo creo que la palabra es muy importante, tiene valor y me duele mucho cuando alguien no cumple con su palabra.

¿Teatro o televisión?

- Teatro toda la vida porque tiene algo de mucha magia: el vivo. Lo que pasa ahí es solo esa noche, con ese público y si te equivocas tenés que resolverlo como sea. No es lo mismo actuar ante 10 personas que con 1000. Hay una adrenalina e intensidad que me fascina. El teatro es fuego, carne viva y le aporta un gran sentido a mi vida. 

¿Un defecto y una virtud?

- Un defecto es la obsesión. Soy muy neurótico para dirigir, estoy puesto en lo pequeño y para la vida es medio un plomo. Igualmente, cuando estoy actuando ya me chupa todo un huevo y conecto con mis compañeros. Disfruto mucho mi oficio. En la previa soy muy hincha pelota, pero cuando arranco fluyo. Una virtud es que soy muy curioso y eso está bueno. Charlo mucho, soy muy curioso de mis amigos, de familia y de la vida. Eso te lleva a generar vínculos muy lindos. Es una virtud que te lleva a ser un amigo o hijo muy presente, aunque a veces me paso de la raya y me convierto en el padre de todos. Pero me gusta entregarme a los demás.

-¿Crees que hay pocos espectáculos, tiras o series que hablen de inclusión o que intenten romper con los estereotipos?

- Creo que sí y es una bandera que me gusta levantar mucho porque el arte está para algo, no es un entretenimiento banal y no está mal que lo sea. Me parece bárbaro que sea para entretener, porque a veces uno necesita reír y nada más, pero también creo que debe ocupar el lado cultural. El arte es una pata muy importante y creo que está bastante bastardeada.

Antes el tipo de series y teatros que se hacían buscaban provocar al público, generar al pensamiento, buscar la reflexión o la pregunta. No me gusta bajar líneas, pero sí me interesa generar el debate. Hay un poder que tiene la ficción y que es que construirnos la vida en base a los cuentos que nos cuentan. Está bueno que haya una ficción que hable de cuentos más cercanos.

Me gustaría una ficción de un pobre chico de 30 años que le cuesta sostener la pareja, los impuestos, el alquiler y que realmente me haga empatizar con el personaje. Yo tengo panza, 10 kilos de más y me gustaría protagonizar historias de amor. Yo crecí con que el gordo es el amigo del galán y el que hace reír, no el que se enamora. Esos estereotipos están arraigados y está bueno generar otro espacio donde la diversidad sea el futuro de la ficción.

La ficción debe tomar un rol en el mundo que se viene. La cultura genera pensamiento, realidad y está bueno que la gente de la industria reflexione esto. Yo no tengo poder dentro de la industria, pero está bueno difundir este mensaje: una ficción va a ir mucho mejor si se habla de estos temas, mucho más cercanos a la gente.

¿Se te puede definir como un luchador? 

- Y si, la verdad que no consigo la vida sin luchar. Pero el pensamiento debe acompañar a la acción. Yo no soy hijo de ningún famoso, arranqué de abajo. Mi papá es cocinero, mi mamá docente y ser actor era como decir que quería ser astronauta en mi familia, y haberlo logrado me genera gran felicidad. Es una carrera que causa gran frustración y llega un momento donde uno empieza a creer que no sirve.

Yo siempre traté de ir a fondo, ya sea para ATAV o haciendo teatro independiente. Me parece que la autogestión en la vida del actor es muy importante. Tengo la suerte y el privilegio que me convoquen para proyectos que no son míos, pero de alguna manera es algo que busqué. También quiero hacer mis proyectos, mis obras.... tomé los derechos de La gran renuncia para hacer una versión moderna. Son cosas que voy consiguiendo de lo que creo que puedo hacer. Hay cosas en la que estás más verde y no te animas a hacer por estar verde. Pero la vida es eso, luchar y pelearla para conseguir tus metas.

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