14 Abril de 2025 11:44

Con "La cena de los tontos" rompiendo la taquilla en Calle Corrientes, Martín Bossi disfruta de un presente profesional envidiable. La obra que comparte con Laurita Fernández y Mike Amigorena, bajo la producción de Adrián Suar y Guillermo Francella, se transformó en uno de los fenómenos teatrales del año. Sin embargo, detrás del humorista exitoso hay un hombre que también aprendió a reconstruirse puertas adentro.
En diálogo con Pablo Montagna en el programa Pasamontagna (Radio Rivadavia), Bossi mostró su costado más reflexivo: "El escenario es mi vida, para mí no es joda. No quiero ser famoso, el arte es vida o muerte". Fiel a su estilo pasional, el actor explicó cómo fue cambiando su vínculo con el teatro al compartir escenario con otros artistas de renombre: "Delegar la responsabilidad en el escenario es un acto de amor muy grande, es como dejarle tu hijo a otra persona".
Pero más allá del brillo de las marquesinas, Bossi confesó que también tuvo que pelear sus propias batallas y combatir a sus propios demonios internos. "Tuve ataques de ansiedad graves, tics nerviosos que no se veían, pero yo los sentía", reveló. La causa estaba más cerca de lo que pensaba: adicción a las redes sociales. "Vi un especialista y me dijo 'vamos a atacar esto, vamos a dejar el azúcar y la harina y vamos a ver cuánto consumís de redes sociales'. Consumía ocho horas de celular y dos horas de plataformas. Estoy como un adicto trabajando en el menor consumo. Volví a la lectura y está apareciendo la inspiración", confesó.
Además, con contundencia agregó: "Me había transformado en una mala versión en todo. Ahora tengo mi algoritmo y lo manejo yo", dijo con contundencia. El actor se encuentra en plena transformación personal, y no duda en ponerle palabras: "El gran negocio es ser cliente de la presencialidad. La autoestima más baja está desapareciendo". En tiempos de inmediatez y validación digital, su mensaje suena contracultural: apostar por lo real, lo tangible y lo auténtico.
Bossi también se animó a opinar sobre las críticas que recibe, él y otros colegas como Guillermo Francella, por el tipo de humor que hacen. Pero lejos de quedarse callado, disparó: "No cambió el humor, cambió la inteligencia de la gente. Hay mucha estupidez: critican a Francella, pero escuchan la música misógina de Peso Pluma". Así, con ironía y algo de hartazgo, puso en evidencia las contradicciones culturales que reinan en redes sociales.
Martín Bossi brilla sobre el escenario, pero no se esconde detrás del personaje. Habla de salud mental, de crisis personales y del valor de reconectarse con uno mismo. Éxito comercial y profundidad emocional no son mundos opuestos: en su historia, conviven con intensidad. "La cena de los tontos" puede ser una comedia, pero para Bossi, la vida arriba y abajo del escenario, no es ningún chiste.