Con amantes y detractores, la última edición de los premios Martín Fierro logró mantener el promedio de rating de los últimos cuatro años (23.5), pese a que sufrió el boicot de las principales figuras del espectáculo: sin Susana Giménez, ni Marcelo Tinelli, la joyita de la noche terminó siendo Vicky Xipolitakis. BigBang te cuenta en exclusiva el detrás de escena que nadie te mostró.
El salón, minutos antes de comenzar la transmisión. Hasta último momento esperaron a Tinelli.
Los organizadores sufrieron tres importantes bajas. Además de la rubia y del conductor de "Showmatch", ambos con excusas diferentes, quien sorprendió por su repentino faltazo fue Benjamín Vicuña. Abrumado por la atención mediática tras su separación de Carolina “Pampita” Ardohain, el chileno se excusó sólo dos horas antes del comienzo de la alfombra roja. ¿Qué dijo? Que estaba enfermo.
Con su ex de vacaciones en Ibiza junto a su nuevo novio, el tenista Juan "Pico" Mónaco, el chileno se quedó en su casa al cuidado de sus tres hijos: Bautista (8), Beltrán (3) y Benicio (un año y siete meses). Otro dato justificó su decisión de evitar las cámaras: su hija Blanca, quien falleció en septiembre de 2012 en Chile tras sufrir una neumonía, hubiera cumplido ayer diez años.
Vicuña pegó el faltazo y avisó dos horas antes. Su última aparición fue en 2014 con Pampita, por entonces embarazada de Benicio.
De haber ido, el flamante novio de Eugenia “la China” Suárez se hubiera sentado en la mesa de al lado a la de Nacho Viale. Y ese era, claro, uno de los cruces más esperados por las cámaras. Ya lejos de “Pampita”, el nieto de Mirtha Legrand sí dio el presente, aunque cuando BigBang le preguntó por su situación sentimental (se lo vincula de nuevo con una ex pareja, Lucía Pedraza), sonrió y respondió: “Estoy muy bien, muy, muy bien”.
Nacho Viale no esquivó las preguntas y contestó que está "muy bien" en lo sentimental.
La histórica mesa de Susana (la número dos, primera a la izquierda de la pasarela por la que caminan los ganadores para recibir su estatuilla) fue ocupada en esta oportunidad por autoridades de El Trece. Adrián Suar, Griselda Siciliani y Pablo Codevila, entre otros. Cerquita, en la mesa tres (a la derecha de la pasarela y también en la primera fila), Mirtha se ocupó de aportarle un poco de “glamour histórico a los premios”.
Mirtha llegó sola al salón y no tardó en quejarse: las sillas eran muy incómodas.
Llegó sola al salón, pese a que la iban a acompañar su nieto y su hija, Marcela Tinayre. Sin Juanita Viale, la conductora llegó puntual y se sentó en la misma silla que ocupa todos los años. Elegante y de azul, su primera reacción fue: “¿Qué hicieron con estas sillas?”. Incómoda, frunció su seño y alertó a los organizadores quienes, de inmediato, comenzaron el operativo “hagamos feliz a la 'Chiqui'”.
Quien tomó la posta fue nada más y nada menos que Codevila, quien se encontraba a pocos metros y también fue uno de los primeros en llegar. “Mirtha, por favor, yo me ocupo”, la tranquilizó y fue a buscar un almohadón que, para emoción de la diva, llevaba sus iniciales bordadas en dorado. “Permítame”, sumó la mano derecha de Adrián Suar.
Agradecida, la conductora se sentó y pegó tres pequeños saltitos para aprobar de modo definitivo el cojín. Eso sí: antes miró para todos lados para evitar que la vieran, pero BigBang logró capturar el momento en video. Pero esa no sería su única queja. “Está muy jugosa la carne”, refunfuñó la diva cuando le acercaron el plato principal: corte de ternera en cocción lenta de 18 hs. con especias, cremoso de papa trufado, polvo de hongos de pino y composición de vegetales sobre crocante de semillas.
El plato de la polémica: para la "Chiqui" la carne estaba jugosa.
En simultáneo, pero cerca de la mitad del salón, Catalina Dugli miraba de reojo la situación. Pasadas las ocho y veinte, casi una hora antes de que comenzara la transmisión y con la alfombra roja todavía ardiendo en el aire del canal de Constitución, la ex figura del canal decidió sentarse en su mesa y degustar tranquila la entrada: brioche de foie, merengada de remolacha, macarón de queso de cabra y olvidas negras. ¿Qué no gustó? El macaron.
Catalina llegó una hora temprano y arrancó sola con la cena.
Aunque Susana ya se había excusado con anticipación, muchos esperaban que diera el batacazo y asistiera de todos modos. El problema es que la diva fue nominada por su conducción televisiva en un año en el que dejó el aire para subirse a las tablas del teatro Lola Membrives y protagonizar “Piel de Judas”. Un sólo especial televisivo bastó para que los miembros de APTRA la sumaran, como todos los años, a la lista de nominados. Con 21 estatuillas en su haber (siete como conductora), la diva le reconoció a su entorno: “Es un papelón, ¡mirá si me lo gano!”. Y, haciendo gala al mito instalado en el ambiente, decidió no ir: quienes no van suelen perder en manos de quienes asisten a la ceremonia.
Susana no quiso ir. El año pasado fue escoltada por el "Chino" Darín.
Distinto fue lo que sucedió con Tinelli. El conductor no sólo aseguró que asistiría, sino que además organizó toda su mesa, ubicada justito de espaldas a la de Mirtha. Pero algo sucedió: los días previos a la ceremonia comenzó a circular el rumor de que no se daría una vuelta por el Hilton de Puerto Madero. Y no lo hizo. Hay quienes dicen que el actor ya sabía que perdería en la conducción ante Santiago del Moro y prefirió no ir. ¿Qué sucedió? Su programa sólo ganó en la terna a mejor reality, mientras que perdió en la de mejor director (Alejandro Ripoll) y mejor producción integral.
Tinelli no fue, pero lo representaron el "Chato" Prada y Fede Hoppe.
Pero sin el “Cabezón”, la mesa también dio su nota. Quien puso la cara en medio de la polémica fue Federico Hoppe. De buen humor y educado, el productor se movió con tranquilidad por el salón, aunque ya le había advertido a los organizadores que iba a evitar cualquier contacto prolongado con los medios. En diálogo con BigBang, sonrió con la pregunta obligada, aunque esquivó: “La verdad, de eso no quiero hablar. Ahora, ni nunca”.
Lali lució un vestido de Julie Vino, una diseñadora especializada en diseños de novia.
Uno de los últimos en llegar fueron, tal vez, los más esperados de la noche. Desde el cuarto piso, Lali Espósito se preparaba y ultimaba los detalles de su vestido de Julie Vino. ¿El detalle? La diseñadora se especializa en diseños de novia y, claro, eso fue lo que eligió la actriz para su reencuentro después de 68 días con Mariano Martínez.
En la habitación de al lado se encontraba su ex pareja, quien a diferencia de las ediciones anteriores, fue escoltado por Olivia, la hija que tuvo con Juliana Giambroni. “¿Cómo fue el reencuentro con Lali?”, fue la pregunta que le deslizó BigBang, pese a los intentos del actor por escoltarse detrás de su hija de seis años. "Bien, tranquilo, nada raro", describió. “Estoy perseguida mirando para todos lados a ver si la veo”, reconoció “Oli” desde la alfombra roja.
Aunque sólo una pared los separaba, ninguno de los protagonistas de la tira de Pol-Ka dio el primer paso y dejaron que el reencuentro fuera público. “No sabía que le habían dado una habitación junto a la mía, me enteré recién cuando subí para cambiarme”, reconoció a BigBang el actor, quien abandonó la ceremonia a bordo de su camioneta pasadas las doce y media de la noche. Volvió junto a su hija y nadie más.
Lali y Mariano estuvieron separados por cuatro personas durante toda la noche.
El reencuentro se produjo minutos después de que la cantante ingresara al salón principal. Desde su silla, Mariano observó de reojo a su ex novia, quien causó furor entre los asistentes que no la dejaban avanzar para pedirse fotos. Finalmente, la ex “Esperanza mía” llegó a la mesa cuatro, justito al lado de la de la “Chiqui” y saludó con cordialidad a su ex. El abrazo a cámaras apagadas fue más frío que el que se darían dos horas luego, tras ganar la estatuilla a la mejor ficción diaria.
Vicky Xipolitakis y Ottavis dieron la nota: él se mostró más cómodo ahí que en el Congreso.
Separados por cuatro personas, casi no intercambiaron palabras durante toda la cena. Mariano esquivó el contacto al cuidar a su hija y ella se levantó de su lugar cada vez que pudo. No pasó durante toda la gala más de quince minutos sentada de corrido y comió poquísimo. “Le cuesta mantenerse en forma, tiene tendencia a engordar”, reconoció una ex compañera de elenco.
El malestar se hizo sentir en el salón cuando el oro a Jorge Lanata ya era box populi. “¿Cómo?”, se preguntaban muchos indignados. “No puede ser”, sostenían otros. Lo cierto es que el ex conductor de El Trece confirmó a última hora su presencia: de no ganar, ni siquiera iba a ir a perder el tiempo.
Lanata no fue con su mujer. En su lugar, lo acompañaron sus hijas Lola y Bárbara.
Y, detalle no menor, lo hizo acompañado por sus dos hijas: Bárbara y Lola, ambas de impecable etiqueta y notablemente delgadas.
A diferencia de otros años, hubo poco movimiento cerca de la mesa del conductor. Tranquilo y callado durante la mayoría del tiempo, guardó energías para brindar dos de los discursos más polémicos de la noche que despertaron abucheos y aplausos por parte del agrietado público.
Cuando anunciaron la primera terna en la que se consagró el periodista, Ottavis optó por lo sano: se escapó al baño y la dejó sola a Vicky, quien se refugió en su teléfono celular. "No quiso que lo ponchen justo cuando gana", reconocieron sus compañeros de mesa. Se midieron toda la noche, estuvieron a pocos metros pero uno de ellos no quiso saber nada con un acercamiento. La grieta, como él mismo dice.