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Martín Slipak en BigBang: la carrera actoral, la mirada de su hija y el día que conoció a Maradona

El actor forma parte de El Método Grönholm y de la serie Ringo. 

por Eli Salas
01 Abril de 2023 09:00
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Martín Slipak está en la cresta de la ola. No lo dice él, pero sí sus resonantes proyectos con sabor a éxito. “Me pone feliz ser parte de Ringo. Gloria y muerte, que para mí es una de las series de mayor calidad que se filmaron en este país. Pero estar calculando en qué grado de termómetro está mi carrera ya no lo hago. Me preocupa más poder hacer cosas que me gusten”, aclara el actor que,  en el papel que dejó vacante Benjamín Vicuña,  protagoniza de viernes a domingo -y hasta fines de abril-  El Método Grönholm, en Paseo La Plaza. 

 

“No hay nada más lindo que esa media hora antes de salir a escena te den ganas de vestirte y arrancar, que no pasa en todos lados. Además esta es una obra fundamental en este momento de mi vida porque me despeja, me hace reír. Vino en un momento complicado y lo agradezco. Me tocó hacer función en un momento muy extremo, porque mi viejo tuvo una suerte de accidente y de verdad me alivió poder tener la contención de mis compañeros”, cuenta sobre el elenco (conformado por Marina Bellati, Rafael Ferro y Julián Cabrera) con el que además de risas, comparte una visión “bastante parecida y poco romántica” del teatro.

 

-Una obra que ya tenía vuelo propio, con otros actores y que además es un clásico del teatro contemporáneo. ¿Te costó acomodarte a un elenco que ya funcionaba?

-Sí, te diría que me costó porque cuando vi la puesta es cierto que funcionaba mucho lo que hacía Benjamín Vicuña y yo tenía otra cosa para aportar, ni mejor ni peor. Entonces me dio temor el tema de que lo que tenía para aportarle no funcione tanto. Fue un miedo que me agarró y tuve constantemente, más allá del trabajo con Ciro Zorzoli. El único momento que pude descartarlo fue la primera pasada con público donde vi la risa y el entretenimiento de la gente. Además todo el equipo fue muy receptivo conmigo y Marina (Bellati).

 

-Tu papel tiene unos valores bastante polémicos, es transfóbico, machista, y lamentablemente no le escapa a la realidad de muchas personas. 

-Sí, que se yo. Lo primero que querés es que la gente entienda que es el personaje. Yo detesto el pensamiento machirulo, pero muchas veces encuentro en el humor machirulo la forma de exponer ese pensamiento. Una de las grandes posibilidades de la actuación es esa. Él es homofóbico, racista, ambicioso en el peor de los sentidos. Unos valores muy horribles con los que coincide mucha parte de la sociedad y en eso estamos de acuerdo. Pero la posibilidad de hacerlo es justamente exponer el horror de esos valores.

 

-¿Es una herramienta útil para visibilizar estos modelos?

-Ni hablar. Es muy divertido cuando uno tiene esa posibilidad de exponerlo. Pero no solo eso sino el sistema en el que están sometidos cada uno de estos personajes y cómo ese sistema hace que aparezca lo peor de uno y que nos pisemos las cabezas sin que nos tiemble el pulso.

 

-Contaste que a tu hija no le gusta tanto verte hacer humor negro. ¿Ella te marca mucho la cancha?

-Bastante. Pero está bueno que aparezca esa discusión. Hay un momento de la vida de los niños que es necesario que aparezca el tema de la ética y la moral. Lo que tiene el humor negro es que muchas veces está en esa fina línea. Lo más gracioso es que ella me marca cosas, pero a los diez minutos está haciendo esos chistes y ahí le marco yo que cayó en su propia trampa. 

 

-¿Ser padre te marca la elección o el rumbo de los trabajos que hoy haces o rechazas?

-En todo sentido te marca. Conceptuales, monetarios. Cuando fui papá me pasó algo lindo que fue volver a disfrutar el ridículo porque antes era más solemne. Y todo eso quedó tan efímero que después lo único que importaba es que haya un puré en la mesa para darle de comer. Artísticamente también. La mirada de mi hija cuando estoy haciendo una obra me conmueve.

 

-Dentro de tus hitos teatrales, te ha ido a ver Diego Maradona a una función hace muchos años.

-Sí, yo hacía una obra con Dalma Maradona y era inminente que iba a suceder. Pero soy muy pudoroso y generalmente elijo dar un paso al costado. No soy de pedir fotos o acercarme. Sí lo conocí y le di un abrazo, pero siempre respetuoso y tímidamente. No me siento cómodo con ese tipo de acciones, cuando veo que la gente le pide o se saca fotos con alguien.

 

 

-¿Y cómo sorteas la exposición propia? 

-La gente siempre fue muy amable conmigo y con una reacción benévola. Cuando era muy chico hice Resistiré y me empezaron a reconocer siendo un adolescente de 14 años. Pero no me incomodaba, entendía que había algo de eso que tenía que aprender a llevar. 

 

-Da la sensación de que tampoco te desvivís por ser un poco más famoso de lo que sos.

-Estoy en un momento donde lo que más me interesa es disfrutar y estar tranquilo. Me preocupa poder vivir bien y darle a mi hija todo lo que necesita. Soy alguien que ama trabajar de lo que trabaja y me gustaría seguir indagando, dirigir, escribir, pero tengo muy claro que la fama no necesariamente está vinculada con el disfrute ni el prestigio. 

 

 

-Pero hoy estás un poco en la cresta de la ola...

-Para nada. En ningún momento me siento en la cresta de la ola. Tenemos una profesión muy fluctuante donde hay momentos bárbaros y de bajón. Creo que nunca me va a suceder de pensar: “este es el pico de mi carrera”.