20 Febrero de 2025 12:31
Habló Mon Laferte y el mundo se paralizó. Días atrás, la comunidad de artistas universitarios se indignaron por la presentación de su obra como artista plástica en el Parque Cultural de Valparaíso, lugar casi destinado a artistas de gran renombre y estudios académicos. Que la cantante chilena haya expuesto su obra ahí generó cientos de miles de comentarios en contra porque hace sólo dos años ella se sumergió a las artes de la pintura.
Fueron alrededor de 48 horas en las que Mon debió soportar las críticas sobre su obra, la composición de las mismas y fue tildada de amateur. Quienes la criticaban alegaban que desde el espacio cultural existe un trato diferencial sólo porque la cantante tiene popularidad en todo el mundo y no "merecía" ser expuesta en ese lugar.
Fue después de esta situación que la espectacular artista rompió el silencio respecto a su obra Te amo, Mon Laferte Visual a través de una carta audiovisual donde relata las peripecias que le tocó atravesar hasta llegar a ser quien es hoy. Como un gesto de provocación, el video tiene todas y cada una de sus obras, las mismas que fueron brutalmente criticadas por los académicos del arte en Chile y en varios países de Latinoamérica.
"¿Cómo se gana una el derecho de llamarse artista? ¿Naces, te haces, lo compras? Yo no fui a la universidad y no tengo título de artista ni de catedrática ni de ná, pero la necesidad te enseña a ser más creativa, arreglártelas y a no pedir permiso. ¿Se imaginan hubiera pedido permiso? Yo estaría muerta", empezó Laferte.
Como si se tratara de una biografía, contó que sufrió un ataque secual cuando era apenas una niña: "Fui violada a los 7 años, a los 11 empecé a tomar, fumar cigarro y consumir marihuana, probé la pasta base a los 13, estudié en la D.320, almorzaba en la escuela y solo llegué a octavo básico. Empecé a trabajar a los 13 años y desde esa edad hasta los 18 fui abusada por un tipo 20 años mayor que yo, quien me vendía como mi manager; él se quedaba con la mitad de la plata. Durante ese tiempo canté en la calle, en bares, en las micros, en circos. A los 17 vivía sola con mi abuela, me tocó cuidarla después de un derrame cerebral que la dejó postrada, yo en las noches salía a cantar y con eso compraba pañales pa' ella y a veces uno que otro vestido de la ropa usada pa' cantar, aprendí a hacer maravillas cosiendo a mano".
La adolescencia tampoco fue un cuento de hadas para la compositora de la canción Tu Falta de Querer: "A los 18 encontré una oportunidad en la tele, eso para mí fue la salvación de mi vida, ganaba 30 lukas a la semana, después empecé a tener pitutos y con eso ayudaba a mi familia. Durante los cinco años que estuve en la tele fui acosada por un productor musical, me besaron a la fuerza varias veces y me trataron de pu** sin talento, me la creí y aguanté por necesidad, pero finalmente tuve el valor y me fui".
Luego, Mon contó: "Con 23 años y 4 palos que había juntado, me fui a México, sin pitutos, sola con ganas de salir adelante. Cuando llegué a México me tocaron los años más difíciles del crimen organizado, salí escapando un par de veces de algún antro en Veracruz, canté covers en bares durante 8 años. Ganaba 300 lucas al mes. Con eso a veces le podía mandar plata a mi familia en Chile", dijo y también contó: "Tuve cáncer de tiroides. Me operaron en el sistema público de salud, quedé con una parálisis facial y no pude mover el lado derecho de mi cuerpo por dos meses. Aún esto me pasa la cuenta, no siento la cara de mi lado derecho. Casi me quedé sin voz después de la operación, tuve que aprender a cantar de nuevo, el doctor me dijo que no podía cantar en 6 meses pero a los 2 meses volví a los bares, yo tenía que trabajar".
La vida de la artista que nació en Chile pero que está muy emparentada con México, cambió rotundamente cuando pasó los treinta años: "A los 31 años llegó mi éxito masivo en la música con un disco como artista independiente, antes de eso tuve dos discos. Toqué cientos de puertas, viví en sillones, en casas de pu***, me cagué de hambre. Tuve depresión, me intenté matar dos veces, he sido alcohólica, me tuvieron que dar comida en la boca por los temblores de la abstinencia, no podía ni vestirme sola. Pero a las dos semanas me paré y volví a trabajar, empastillada y aún con depresión, me levanté".
El relato desgarrador de la cantante mostró la mayor de sus vulnerabilidades pero también llevó a la reflexión sobre la meritocracia: "He sido una mujer muy triste, realmente muy triste y lo único que sé hacer es trabajar ¿pero saben qué también hice durante todo este tiempo? Yo pinté y pinté y pinté y bordé y lloré mientras pintaba, mientras la música me daba pa' comer, la pintura me salvaba de toda la mierda que tuve que pasar. Fui a un museo por primera vez en México a los 30 años, antes de eso no conocía nada de ese mundo, yo lo veía lejos, sentía que no pertenecía".
Sin dejar sus éxitos musicales de lado, la artista tuvo una introspectiva mirada sobre su arte, sobre su obra y sobre cómo lleva el dolor y la resiliencia en su vida: "Tengo ocho discos publicados, más de mil obras como artista plástica, pero hasta el día de hoy me siento como una intrusa. Es verdad que hoy tengo un lugar privilegiado, me volví una burguesa, una nueva rica y sé que no pertenezco y nunca voy a pertenecer porque yo siempre voy a ser una flaite y ahora una flaite famosa. Entonces pienso, yo jamás podría haberme formado en ese cola imaginaria porque antes de mí estaban los académicos, los que sí saben pintar ¿y saben? yo les encuentro razón de todo lo que dicen de mí, yo a veces dudo y dudo de todo lo que hago, a veces pienso que todo mi arte es una mierda, y no solo dudo como artista, dudo de mí también como mamá, dudo de todo, porque siempre me dijeron que no valía y yo me la creí", dijo.
Laferte no parece una mujer fácil de derrocar y lo demostró: "Pero avanzo igual, porque lo único que sé hacer es trabajar y amar, amar el arte como lo único que me ha salvado la vida. Y ese miedo que me dice que no soy suficiente, ese casi siempre viene empujado por el ego, y ese a mí no me la va ganar. Yo no tengo nada que perder, todo para mí ha sido ganancia porque yo le gané a la vida. Quiero que sepan que con humildad comparto mi arte, lo hago con el respeto que merece mi oficio. No soy mejor que nadie, el arte es subjetivo dicen, pero todo lo que yo hago me sale de los ovarios, de lo más primitivo. Yo soy un animal, una tora, una yegua como Lemebel. Siéntate en el piano, destruye la métrica, grita en vez de cantar, decía la Violeta", explicó citando al poeta Pedro Lemebel y a la cantora Violeta Parra, ambos activistas transformadores de la realidad política chilena y latinoamericana.
Para cerrar el descargo más fuerte de su carrera musical, Mon Laferte le cerró al boca a sus detractores con una de las frases más ciertas de la historia sobre la meritocracia, ese concepto que habla sobre que el mérito es lo más importante para alcanzar logros en la vida... ¿pero qué tal si no a todos les tocan las mismas oportunidades? La artista dio vuelta el concepto, se lo apropió y sirvió: "Yo no ando queriendo ocupar el espacio de nadie, pero tampoco voy a andar disculpándome por ocupar el mío. Aquí tienen mi historia y ¿saben qué? Si esto se trata de meritocracia, entonces yo me lo merezco todo", dijo contundentemente.