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Monona rompió el silencio: las últimas horas de Diego, sus hijos y la revelación sobre sus médicos

La cocinera del ex futbolista rompió el silencio, en un mano a mano con Rodrigo Lussich. El revelador testimonio de la mujer que vio todo y que acompañó a Maradona durante su último año.

31 Enero de 2021 22:33
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El testimonio más esperado. El periodista Rodrigo Lussich entrevistó a Romina Milagros Rodríguez, más conocida como Monona, la cocinera que trabajaba en la casa de Tigre en la que Diego Maradona murió dos meses atrás. Comenzó como "franquera" de los fines de semana y terminó siendo la mujer que se instaló durante toda la cuarentena y conoció como pocas los últimos meses del "Diez".

"Las órdenes las daba siempre Diego", destacó, al tiempo que reveló quiénes eran las personas que acompañaron a Maradona en sus últimos días (el denominado entorno): "Los que estábamos siempre eran los de seguridad, el sobrino y yo. Después su secretario y a veces venía el masajista. Ese es el 'entorno', los que estábamos todos los días. Había que llevarlo, con su malhumor".

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Monona fue el apodo que Diego le puso. "Era divino, como un chico a veces. Nos reíamos, bailábamos, lo retaba. Le faltaba una mamá, más que una pareja, la extrañaba mucho. Era mimoso, buscaba una mamá. Necesitaba que lo 'apapachen', que lo abracen. Cuando planchaba en la cocina, sentaba al lado mío y me contaba sus historias de cuando era chico. Me contó que viajaba en tren, que juntaba latitas; las anécdotas con las hermanas. Él amaba a su familia, a sus hermanas las amaba".

Las últimas horas de Diego con vida

"Me acuerdo de la última vez que hablé con él. El día que llegué, me dijo: 'Llegaste, era hora'. Porque yo me iba y volvía. Lo último que hablé con él fue a la noche. Me dijo que no quería comer y le dije: 'Aunque sea te hago unos sanguchitos'. Así que le hicimos unos sanguchitos y el té. Dicen que no comió y es mentira. Porque conté y faltaba uno, así que Diego se lo comió. Y el té. No quería sacarse la remera. 'Quiero dormir', me decía".

Monona destacó que Diego no estuvo "enojado" sus últimos días, pero que quería "estar solo". "Quería descansar y decía que quería estar solo. No quería nada, estar tranquilo y solo. Le molestaban los enfermeros. Se ponía loco".

Consultada sobre el episodio que Leopoldo Luque reveló tras la muerte, en el que aseguró que Diego casi lo golpea, Monona aclaró: "Es cierto, pero eso lo hacían jodiendo. Tenían más una relación de chiste, digamos. Luque era su médico, él siempre le hacía caso".

A diferencia de la enfermera, quien aseguró haber escuchado movimiento ese día en el cuarto del "Diez", Monona dijo que no sintió ningún movimiento. "Esa mañana fue mucha locura. Cuando lo vi ya estaba. Me acuerdo el conteo, que no quiero acordarme. No había manera ya de reanimarlo, para mí que no", lamentó, visiblemente afectada por los recuerdos.

En el momento de la reanimación, Monona recordó: "Ahí ya no importó más nada. ¿Qué cocina, ni cocona? Ahí era mi Diego y nos metíamos todos. Todos tratamos de revivirlo. Es más, estaba la enfermera con el de seguridad haciéndole RCP. Es mentira que la psiquiatra le hacía RCP, es mentira; no sabía ni cómo se hacía. La enfermera y el de seguridad lo hicieron. El de seguridad era el 'Chama'".

"Después cuando no podían más, iba a Agustina (Cosachov, la psiquiatra) que le hacía así (gestos como de poca fuerza). En un momento me dijeron que le hiciera respiración boca a boca, pero a mí me daba impresión. No podía. Me decían: 'Dale, Monona; hacelo'. Era una locura. Me quedó ese conteo en la cabeza por días. Fue horrible esa sensación. El médico vecino vino, en el momento en el que estábamos haciendo eso. Nos dijo que sigamos haciendo eso, hasta que llegaron las ambulancias. No lo trasladaron a la ambulancia, fue todo ahí (en el dormitorio)".

¿Quién declaró la muerte de Maradona? "Estábamos todos afuera ya en la galería y salió una médica o enfermera; estaba con todo el tumulto. Nos dijo: 'Ya está'. Le dijimos: 'No, seguí hasta el final. Diego sigue hasta el final'. Siguieron, pero no. Ya estaba".

"Gianinna llegó en el momento en el que estaban todas las ambulancias. No me acuerdo si llegó cuando estaba vivo. No me acuerdo, me decían que la calmara a Gianinna, pero no sabía si ir o dejarla sola. De Jana no me acuerdo, después llegaron todos. Las hermanas, Claudia, Verónica, Gianinna, Dalma; todas estaban ahí".

El día a día en la última casa de Tigre: "Quería estar solo"

El día en la casa de Maradona arrancaba a las ocho de la mañana. "Desayunaba, tomaba su cafecito con una tostada de Casancrem con mermelada de arándanos. Le encantaba el café, pero también tomaba mate; pero para compartir. Cuando veía que se 'apagaba todo', decía: 'Vamos a tomar unos mates'. Diego era de gustos sencillos, pero "pasaba de comer osobuco a ranas". "Le gustaba mucho el pescado y la sopa. Siempre tomaba sopa, no importaba qué comía después. Sopa de verdura, de pollo, con fideitos. Siempre tomaba sopa".

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"¿Hubo un momento del año en el que se bajoneó?", indagó el periodista. "Sí", reconoció de inmediato Monona. "Él tenía sus días de bajón, de tristeza. Se encerraba. No sé por qué era. Se venía como abajo. Él vivía a su manera, a su forma. Él amaba a todo el mundo, pero quería vivir a su manera; a su forma". Consultada por el último festejo de cumpleaños de Maradona, que según Morla marcó su último deseo de "tener a todos sus hijos en la misma mesa", la cocinera fue contundente: "No quiso ver a nadie".

Los hijos de Diego: qué relación tenía con Dalma, Gianinna, Jana, Dieguito Fernando y Diego Jr.

"Las hijas sí estuvieron, siempre", destacó de inmediato Monona. "Gianinna la llamabas y estaba, siempre. Con Jana era otro vínculo. Era distinto, no era lo mismo que con Gianinna y con las otras. Era distinto. Era paternal, pero no era tan pegado como con los otros chicos. Jana se quedaba a dormir, yo también me quedaba a dormir en la casa de todos (señaló con ironía). Eran todos iguales, pero distintos; te dabas cuenta de que era distinto el trato".

Consultada por el vínculo con la hija mayor del "Diez", la cocinera destacó: "Dalma hablaba mucho por teléfono, por el tema de la nena y el Covid-19. Pero siempre estuvo presente y hablaba. Todos los hijos estuvieron presentes, siempre".

Rocío Oliva y Dieguito Fernando

Consultada sobre la relación entre Rocío Oliva y Diego, Monona fue terminante: "Ellos terminaron bien y después ella no siguió mandando dentro de la casa. Terminaron y ella no fue más. Mientras yo estuve en la pandemia no estaba".

"Dieguito iba siempre. A Dieguito lo adoraba, lo amaba. Entraba el nene y le cambiaba el humor. Le encantaba verlo. Lo disfrutó en el último tiempo. A lo último se llevaban re bien. Un lazo hermoso logró con su hijito. Decía que era muy especial, que era hermoso; que era el hijo más especial. Jugaban a la pelota. Le decía: 'Vamos papá' y se lo llevaba al patio".

"Muchos hablan, pero ninguno estuvo"

Monona fue muy dura también con todos los "amigos" de Maradona que salieron a hablar del "Diez" tras su muerte. "Muchos hablan, pero nunca nadie estuvo. Ni lo vieron, no lo vieron depresivo. Eso me da bronca. Se hacen los grandes amigos, llorando en el velatorio; todo una gran mentira".

"Él se quería hacer chistoso desde el día que estaba a dieta. Viene uno de los jugadores (sus compañeros del Mundial 86) con medialunas, cuando lo sirvo, Diego me dice: 'No, Monona; yo estoy a dieta y nadie come nada'".

Los cambios de humor de Diego eran ciertos. "De golpe agarraba y me decía: 'Quiero que se vayan todos'. Yo le decía que no podía sacarlos. Se levantaba y les decía: 'Quiero que se vayan'. Él quería estar solo a veces y yo lo entendía, porque siempre había mucha gente y no podía estar 'como en casa'. Quería estar cómodo. Quería estar tirado mirando tele y le caía gente". "Se le pegaba la gente, él quería estar tranquilo con los de siempre. A las siete respiraba y decía: 'Ya está, somos nosotros'".

Lussich le preguntó por el rumor que indica que un día Gianinna se enojó, le reclamó que dejara de tomar alcohol y sacó a todas las personas que se encontraban en la casa. "Puede ser", esquivó Monona

El asedio fue algo que lo acompañó hasta sus últimos días, incluso por parte de los vecinos del barrio privado en el que vivía. "Lo volvían loco. Al principio, salía a caminar todos los días. Después ya no quiso salir más. Él salía porque le dolían las piernas, pero no podía porque al toque le sacaban fotos o lo paraban para hablar. Volvía y no quería salir más".

Los robos y la caja fuerte

"Diego sabía todo, se hacía el boludo; pero sabía. Él me decía: '¿Podés creer esto?'. Él me decía: 'Yo me hago el boludo y los dejo correr hasta donde yo quiero. Y después les corto las piernas'. Él sabía si le faltaban las cosas. Se daba cuenta si le faltaba un reloj. Él tenía sus cosas abajo de la cama".