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Mordidita extravagante: insólitas exigencias de Ricky Martin en Córdoba

El paso del cantante boricua por el festival de la ciudad cordobesa dejó a la vista las extravagancias del cantante. Antes de que el público dejara de pedir los bises, el músico ya estaba en un avión volando de nuevo a Buenos Aires.

por Amilcar Nani

10 Febrero de 2016 12:03
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Sin dudas, la presentación del martes por la noche de Ricky Martin en el Festival de Peñas de Villa María fue un evento memorable, aunque el paso del cantante boricua por la ciudad cordobesa dejó en evidencia sus extravagancias. Y además, dejó al público con las ganas cuando abandonó el anfiteatro cuando todos pedían “¡Otra, otra, otra!”.

Las anécdotas particulares de Ricky en Villa María comenzaron el martes por la tarde, cuando se dirigió a la prueba de sonidos: al llegar hizo que pongan una tela negra para poder bajarse del vehículo sin que nadie vea a sus hijos, que lo acompañaron allá.

Llegó y fue recibido como un ídolo.

En el anfiteatro, durante la prueba de sonido, había un par de personas que fueron testigos de esas canciones en solitario. ¿Envidia por los afortunados? Más vale envidia a sus billeteras, porque el acceso a ese lugar no fue gratuito: el ingreso costó US$ 400 y para los que se quisieron llevar un recuerdo, por US$ 700 más podían llevarse una foto con el ídolo.

Para verlo en la prueba de sonidos, la gente pagó 400 dólares.

Las fotos se hicieron luego del testeo de audio sobre el escenario, y se realizaron en un camarín especialmente acondicionado. Sin embargo, para ingresar al mismo todos debieron cumplir una serie de requisitos: primero todos debían desinfectarse las manos con alcohol en gel, y luego entregar celulares y cámaras de fotos. Sólo el fotógrafo oficial de Ricky está autorizado a disparar una cámara en ese lugar.

Antes de sacarse una foto con él, el alcohol en gel fue un requisito.

Luego volvió a hotel a descansar y cuarenta minutos antes del horario de su show se hizo presente de nuevo en el anfiteatro, donde llegó en una caravana de tres trafics.

Viajó con sus hijos, pero muy pocos los vieron.

Una constante del cantante sobre el escenario fueron sus cambios de ropa: en los primeros tres temas realizó... ¡tres cambios de vestuario! Luego continuó la noche cambiándose la ropa cada dos canciones.

Cambio de vestuarios cada dos canciones.

“¡Gracias, Villa María! ¿Faltó algo más?”, le preguntó a su público, que a coro contestó: “¡La mordidita!”.

Cuando terminó su último hits, los músicos siguieron tocando sobre el escenario. Abajo, el público se desgarraba la garganta pidiendo “¡Otra, otra, otra!”. Pero Ricky se subió a su camioneta que estaba al costado del escenario y partió a toda velocidad al aeropuerto, que está a dos kilómetros del anfiteatro.

Sobre el escenario, Ricky desplegó todo su carisma.

Cuando llegó, las luces de la pista estaban encendidas y el avión en marcha. Al instante de haber abordado la aeronave, ésta carreteó la pista y partió rumbo a Buenos Aires.

Se fue del anfiteatro cuando la gente pedía por un bis.

Mientras tanto, en el anfiteatro, el público seguía pidiendo por más, por lo que los animadores de la noche, Soledad Pastorutti y Hernán Lirio, debieron subir al escenario y explicar que el pedido iba a ser imposible de cumplir: “Ricky Martin ya se fue, no pidan otra canción más”, le explicó Lirio a la gente.

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