Estamos en Ibiza, que no nos vamos a ir de joda a la Lanusita. Lo que suena es Volare, el clásico de Domenico Modugno, en la versión de los Gipsy Kings, ahora tan clásica como la original. Los que bailan son Wanda Nara y Mauro Icardi, acompañados de amigos y amigas, vinos carísimos, un poco de champú, tapas sabrosonas. Ellos bailan.
Mientras tanto, en la Argentina se habla del recambio, de si Sampaoli se va o se queda, de la crisis futbolística, de los muchachos de camiseta albiceleste que siguen tratando de alcanzar a Mbappé, del curioso esquema del "falso nueve", del arquerazo del pueblo que se comió cuatro goles e hizo extrañar a Caballero. Ellos bailan. Wanda y Mauro saben que la venganza es un plato que se come -y se bebe y se baila- frío.
Ha llegado la inexorable hora del recambio en la Selección y ellos verán pasar los cadáveres de aquellos que los dejaron afuera. Mientras tanto, hacen silenzio stampa. O "silenzio Sampa". Sólo bailan. Eso sí, Wanda se mostró muy preocupada... por el filtro que le permitió lucir espléndida en las fotos de su Instagram.
Y esperan. Tienen cuatro años por delante. Saben que los veremos en Qatar. No todos los argentinos, está claro, lamentaron la eliminación en octavos de final. Un joven fútbolista del Inter y su esposa (y representante) seguro que no.