La información puede salvar vidas. Y de eso, Noelia Marzol puede dar fe. Hace pocas horas, la bailarina sufrió uno de los sustos más grandes de su vida. Todo ocurrió el lunes a la mañana en la intimidad de su hogar. Ella estaba con su pequeño hijo Donatello, de 11 meses y fruto de su relación con el futbolista Ramiro Arias, cuando notó que el nene no podía respirar con normalidad.
Cuando se acercó, vio que el bebé se estaba atragantando. De inmediato, y con el objetivo de salvar a su hijo, lo tomó en sus brazos y le realizó las maniobras de primeros auxilios para ayudarlo. Recordó cada una de las técnicas que había aprendido durante un curso y realizó una de ellas. Lo salvó. Luego, desde su cuenta de Instagram, hizo un repaso de esa escena terrorífica.
En una historia, Marzol utilizó el apodo con el que llama a su hija para resumir: “Un poco desaparecida. Hoy cerdo se ahogó”. Y relató que estaba sola en su hogar ya que su marido se encuentra en Córdoba, donde juega en el club Instituto. El lunes, el defensor ya se había ido y ella se quedó sola con su pequeño. En ese contexto ocurrió lo peor.
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En una historia, la modelo escribió: “Todavía no entiendo cómo resolví la secuencia con tanta templanza. Ya está todo controlado”. Enseguida, con un emoji del brazo torcido que significa fuerza, afirmó: “Importantísimo hacer curso de primeros auxilios”. Y realizó una encuesta entre sus seguidores para preguntar si a alguien le había pasado o no.
Más tarde, en otra historia de Instagram, la modelo volvió a escribir para relatar cómo había sido la secuencia completa. “Bueno, ahora que estoy tranqui les cuento, ya que muchas me piden consejos porque les da miedo. La verdad, no soy ninguna experta”, afirmó la bella bailarina.
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Entonces siguió: “Cuando una es madre primeriza aprende como todas a medida que surgen las vivencias. Creo que fue un pedacito de cartón. Al ser algo blanco es menos grave que un objeto contundente, me parece”.
Entonces, relató cómo fue el momento en el que le salvó la vida a su hijo: “Percibí que se ahogaba, lo puse boca abajo sobre el antebrazo y le golpeé la espaldita, le soplé la cara y repetí la misma secuencia un par de veces hasta que terminó vomitando. Lo cual hizo que se le despeje la garganta”.
Y siguió: “Todo sucedió en segundos aunque para mí fueron una eternidad. Y mientras hacía todo el procedimiento, pensaba a que clínica lo podía llevar para que fuera atendido de urgencia. Por suerte, lo pude resolver sola”.
En ese sentido, Marzol repitió: “Repito: no soy experta, pero haber leído e instruirme un poco me ayudó. También puede ganarte la desesperación. Creo que es normal. Leí la experiencia de muchas. Casos más graves, incluso. Es desesperante. Gracias por la empatía”.