Hace casi 20 años, el formato de Bailando por un Sueño comenzó a escribir su leyenda en la Argentina, de la mano de Marcelo Tinelli. Durante muchas temporadas estuvo en la cresta de la ola en cuanto a audiencia e inserción, aunque con los cambios de paradigmas en las y los espectadores, esto descendió abruptamente. Mientras que no hace tanto el programa hacía 20 puntos de rating en El Trece, hoy en América TV se festeja cuando no se baja de los seis.
Recientemente se filtró un video del periodista Nacho Rodríguez en el cual se puede ver por dentro, y en completa soledad, el estudio de Martínez donde se realiza el certamen de baile. La comparación con el gigante donde grababan antes es inevitable, aunque más allá de los tamaños, otros detalles como la falta de pulcritud y la calidad de los materiales, revelaron la precariedad de la producción actual.
En el tape, publicado en las redes sociales, también se puede ver una cantidad enorme de "cadáveres" que dejaron en el lugar quienes graban el Streaming del Bailando. Ojo, no es que haya seres vivos fallecidos dentro, la referencia es a una absurda cantidad de latas de cerveza, más propias de una fiesta descontrolada que de un entorno profesional.
Es un hecho que no es lo mismo financiar un programa caro y que deja 20 puntos de rating que hacerlo con uno igual de costoso, pero que en términos comerciales convoca a menos de una tercera parte de la audiencia. Ya cuando todavía no había comenzado la actual edición del programa, pero con el conductor como nuevo jefe de Programación de la señal de Daniel Vila, los rumores acerca de la falta de presupuesto comenzaron a hacerse oír entre los trabajadores de la productora LaFlía.
Así fue que el comienzo del programa se dilató meses y, sólo producto de la presión comercial, se terminó concretando. En el medio hubo más problemas técnicos que los habituales y muchas muestras de que, los tiempos de bonanza económica ya no existían.
Otro detalle que se puede percibir a simple vista está relacionado a los espacios. Los pasillos estrechos contrastan de forma notable respecto a lo que había en otros años. La tribuna para el público también es una sombra de lo que era. Y hasta los paneles acústicos que se pueden ver en el control, están lejos de ser la opción de mayor gama en el mercado.
Probablemente el mayor logro de la producción actual es el de maquillar las evidentes carencias. Al igual que la famosa anécdota de la Conquista de América, de intercambiar oro por espejitos de colores, este encubrimiento de la falta de presupuesto logra quedarse con una parte de la audiencia cautiva que tuvo históricamente dando muchísimo menos que lo que dio años atrás.
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Es un hecho que también le juega en contra al formato, no sólo el cambio de paradigma en términos de lo que entretiene y no, a un público que viene con un entrenamiento distinto producto de la inmediatez de las redes sociales y lo espontáneo del algoritmo de Youtube, sino el cambio social en las nuevas relaciones humanas.Hace 15 años las familias se agolpaban frente a la televisión para ver cómo Marcelo le cortaba la pollerita a alguna vedette, o para escuchar los improperios que un bailarín le podía decir a un jurado -o viceversa-. Hoy, esa expectativa está muy lejos de cumplirse. Nadie necesita en la actualidad esperar hasta cierto horario para encontrarse con lo que quiere escuchar o ver. Todo eso está en distintas plataformas que lo brindan a gusto y piacere.
Por otro lado, quien quiere polémicas, cruces y enfrentamientos entre famosos, puede encontrarlos en X o en cualquier otra red social. Es una era donde la ignorancia no produce vergüenza alguna y donde la libertad de opinar genera que anónimos y reconocidos intercambien puntos de vista como si fuera una academia, pero sin sustentar nada con argumentos. Toda esta dinámica afecta al Bailando 2023. Tinelli tiene una larga trayectoria adaptándose a lo nuevo para lograr su vigencia. Aunque una cosa es sostener ese espíritu mientras se lidera la competencia por el rating, y otra muy distinta es hacerlo viendo el panorama desde el furgón.